El entorno familiar del Maragato Cordero (XIX)
Leemos, debajo de la esquela publicada en 'Las Novedades' , en Madrid, con fecha 24 de octubre de 1865 acerca del recién fallecido Sr D. Santiago Alonso Cordero que "su vida política fue una serie de sacrificios de todo género, de persecuciones, de grandes actos que deben quedar como gloria suya y ejemplo de sus correligionarios..."Era de natural inofensivo y bondadoso," dice 'La Esperanza'...Apenas Madrid se vio invadido por la epidemia reinante se apresuró a remediar las desgracias que lleva tras de sí tan fúnebre viajero, y a llevar personalmente socorros al enfermo y al abandonado... Todos rogamos por su eterno descanso"
![[Img #19135]](upload/img/periodico/img_19135.jpg)
Aquí se nos transparenta un Maragato con ganas de vivir, preocupado por sus hijos, por su mujer. Evita que se vayan a León por temor al cólera. Lee la prensa matutina con la preocupación de estar informado, acude a poner telegramas que presiente efímeros e inútiles y escribe febricitantemente.
Cinco días antes de morir escribe a su hijo en Valladolid. El caso es que el hijo Tomasito ha mandado a su madre a Santiago de Millas en vez de dejar a Mariquita en Valladolid. Santiago Cordero teme que la proximidad con León pueda ser ocasión de contagio colérico. Amalia y su marido por estos días están en Villalpando. Solo el viejo permanece al pie del cañón.
“ Querido hijo, recibo tu muy grata del 16 que se ha cruzado con las mías del 14 y 16 de octubre, y me extraña me digas que has recibido solo un telegrama del 14, siendo así que he puesto todos los días uno, a contar desde el 14 hasta ayer inclusive, dirigidos a Don Julián, a quien dije que los transmitiera a esa inmediatamente, a fin de que tuvierais noticias nuestras: así te lo advertía en las del 14 y sentiría que no hubiese llegado a tu poder.
“Ya Regidor te mandó el folleto de Díez Benito, y esperaba este la carta que le ofreces, si bien no me extraña, porque ya se sabe cuál es el ‘mañana tuyo’.
"Si en vez de procurar que tu mamá vaya a Santiago de Millas, te hubieras ido a su lado, habías ganado mucho, pero no lo has hecho a pesar de mis advertencias; bien está y no te disculpes con lo que dices de Valladolid, porque no hay nada allí y si hubo en León que está muy cerca de esa.
“En fin como veo que los telegramas llegan con tanta irregularidad, te diré que hoy ya no lo he puesto, porque tampoco hay necesidad.
“Di a Amalia que recibí la suya del 16 y que sirva esta carta para ella también; que ayer escribí a Antonio contestando a una suya del 16 desde Villalpando.
“Sin más por hoy, recuerdos para todos y besos para los nietecitos, se repite afectísimo padre que os quiere Santiago (Alonso Cordero)”.
![[Img #19136]](upload/img/periodico/img_19136.jpg)
Y ya después la noticia en las agencias. Pero en el entretanto este liberal progresista afiliado al ‘Amigo de los pobres’ ha atendido con su dinero, con su tiempo personal, con su presencia a muchos de los apestados que necesitan de cuidados. Santiago Alonso Cordero ha escogido la peor parte por filantropía, por caridad, por espíritu de servicio, por fidelidad al compromiso que le exige su propio partido y su adscripción humanitaria. Los madrileños tuvieron en él un gran alcalde constitucional y un soberano presidente de la Diputación que murió en la brecha y cuyo armón consistió en ser llorado por todos.
Murió fielmente, sin huir, con honradez, atrapado en su propio deber como una lapa. Libremente queriendo esto que le acarreo bondad, amistad y un entierro impresionante.
El contagio de cólera se lo llevó. Pudo haber huido. Fue un esclavo de su propio deber. Y en este sentido y en todos murió como un mártir laico de su propio despacho, ejerciendo también la caridad cristiana.
El Maragato íntegro, infragmentable, coherente con su propia formación y consecuente con la encomienda que la sociedad le fiara, murió el 23 de octubre de 1865. Al fin no se salvaba a pesar del viento norte reinante.
Aquí se nos transparenta un Maragato con ganas de vivir, preocupado por sus hijos, por su mujer. Evita que se vayan a León por temor al cólera. Lee la prensa matutina con la preocupación de estar informado, acude a poner telegramas que presiente efímeros e inútiles y escribe febricitantemente.
Cinco días antes de morir escribe a su hijo en Valladolid. El caso es que el hijo Tomasito ha mandado a su madre a Santiago de Millas en vez de dejar a Mariquita en Valladolid. Santiago Cordero teme que la proximidad con León pueda ser ocasión de contagio colérico. Amalia y su marido por estos días están en Villalpando. Solo el viejo permanece al pie del cañón.
“ Querido hijo, recibo tu muy grata del 16 que se ha cruzado con las mías del 14 y 16 de octubre, y me extraña me digas que has recibido solo un telegrama del 14, siendo así que he puesto todos los días uno, a contar desde el 14 hasta ayer inclusive, dirigidos a Don Julián, a quien dije que los transmitiera a esa inmediatamente, a fin de que tuvierais noticias nuestras: así te lo advertía en las del 14 y sentiría que no hubiese llegado a tu poder.
“Ya Regidor te mandó el folleto de Díez Benito, y esperaba este la carta que le ofreces, si bien no me extraña, porque ya se sabe cuál es el ‘mañana tuyo’.
"Si en vez de procurar que tu mamá vaya a Santiago de Millas, te hubieras ido a su lado, habías ganado mucho, pero no lo has hecho a pesar de mis advertencias; bien está y no te disculpes con lo que dices de Valladolid, porque no hay nada allí y si hubo en León que está muy cerca de esa.
“En fin como veo que los telegramas llegan con tanta irregularidad, te diré que hoy ya no lo he puesto, porque tampoco hay necesidad.
“Di a Amalia que recibí la suya del 16 y que sirva esta carta para ella también; que ayer escribí a Antonio contestando a una suya del 16 desde Villalpando.
“Sin más por hoy, recuerdos para todos y besos para los nietecitos, se repite afectísimo padre que os quiere Santiago (Alonso Cordero)”.
Y ya después la noticia en las agencias. Pero en el entretanto este liberal progresista afiliado al ‘Amigo de los pobres’ ha atendido con su dinero, con su tiempo personal, con su presencia a muchos de los apestados que necesitan de cuidados. Santiago Alonso Cordero ha escogido la peor parte por filantropía, por caridad, por espíritu de servicio, por fidelidad al compromiso que le exige su propio partido y su adscripción humanitaria. Los madrileños tuvieron en él un gran alcalde constitucional y un soberano presidente de la Diputación que murió en la brecha y cuyo armón consistió en ser llorado por todos.
Murió fielmente, sin huir, con honradez, atrapado en su propio deber como una lapa. Libremente queriendo esto que le acarreo bondad, amistad y un entierro impresionante.
El contagio de cólera se lo llevó. Pudo haber huido. Fue un esclavo de su propio deber. Y en este sentido y en todos murió como un mártir laico de su propio despacho, ejerciendo también la caridad cristiana.
El Maragato íntegro, infragmentable, coherente con su propia formación y consecuente con la encomienda que la sociedad le fiara, murió el 23 de octubre de 1865. Al fin no se salvaba a pesar del viento norte reinante.