Claro García
Lunes, 01 de Febrero de 2016

La corrupción

Aconteció en Turquía, y la historia aún circula por los cursos de navegación y seguridad aérea. A finales de los noventa un Jeque invitó a una tribu de beduinos a visitar la Meca. El generoso Jeque, en un gesto cargado de nobleza, fletó un avión, un medio de transporte que los beduinos solamente habían visto cuando pastoreando en mitad del desierto levantaban la cabeza –a la vez que las cabras y los camellos-, para observar un puntito plateado que se alejaba hacia la nada dejando una sorprendente estela blanca. Según habían oído, en el interior de aquel puntito, que se movía a velocidad inimaginable, viajaban personas.

 

Rumbo a la Meca, sobrevolando Turquía, el avión de los peregrinos se vio obligado a efectuar un aterrizaje de emergencia. La avería había inutilizado el tren de aterrizaje, de forma que el aparato tomó tierra sobre su panza y fue rebotando violentamente por la pista dejando en ella parte de la cola, restos de alas, charcos de combustible y grandes trozos de fuselaje hasta que se estrelló contra el final de pista.

 

Las azafatas se desprendieron rápidamente del cinturón de seguridad y, abriéndose paso entre el humo, se dirigieron apresuradamente hacia los pasajeros para organizar la evacuación. Y entonces se quedaron de piedra: los beduinos, sentados plácidamente en sus asientos, se levantaron y, con absoluta tranquilidad, charlando entre ellos, comenzaron a recoger sus pertenencias. Nunca habían viajado en avión, así que dieron por hecho que los aviones siempre aterrizaban así, que esa era la manera habitual de tomar tierra.

 

Con la corrupción sucede algo parecido. Poco a poco hemos ido aceptándola como algo habitual. Lo excepcional, por frecuente, se ha convertido en norma. Lo extraordinario ya nos resulta cotidiano. Me temo que los más jóvenes contemplan en la tele los casos de corrupción con la misma naturalidad que los goles de Messi. Y con la misma frecuencia.

 

Matesa, Sofico, Fidecaya, Flick, Filesa, Roldán, Guerra, Ibercop, PSV, Gescartera, Malaya, Gürtel, Banca Catalana, Operación Púnica, los ERE, Bárcenas, Bankia, Caballo de Troya, Fabra, Palma Arena, Noós, ITV, Pokémon, Pujol… La lista de causas, de casos, de operaciones y de imputados es larga y tremendamente democrática; afecta a políticos, constructores, jueces, policías, médicos, infantas. Se podría estudiar la reciente historia de España analizando solamente los casos de corrupción. 

 

De ignorar profundamente el Derecho hemos pasado a manejar con envidiable soltura términos como fraude fiscal y apropiación indebida, tráfico de influencias, soborno, rápido enriquecimiento, impunidad, malversación de fondos y caudales públicos, falsedad documental, impunidad, desvío de fondos, financiación ilegal, inhabilitación y evasión de impuestos. Miedo me da que en vez de 'papá', o 'mamá', la primera palabra que pronuncien los niños del futuro sea cohecho, prevaricación o especulación.

 

Vuelvo a pensar en aquellos buenos musulmanes recogiendo con asombrosa tranquilidad sus hatillos de los compartimentos del avión después de haber rebotado por la pista y convencidos de que los aterrizajes siempre son así. Pienso en lo difícil que me resultaría explicarles que los aeropuertos tampoco son como ellos creen si en vez de aterrizar en Turquía hubiesen aterrizado, por ejemplo, en el aeropuerto de Castellón. 

 

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