Antonio Suárez
Domingo, 14 de Febrero de 2016

Cuestión de confianza

Pensaba que a estas alturas ya podríamos comentar algo sobre los avances para la  formación del nuevo gobierno, pero parece que la cosa va para largo. Si usted tuvo la amabilidad de leer la anterior entrega de esta columna verá que las preocupaciones que allí se exponían, y, supongo, las que usted mismo tendrá, siguen en el aire. Así que seguiremos esperando y como decían Tip y Coll: “Mañana hablaremos del Gobierno”.

 

Entre tanto, me ha llamado la atención cierta polémica, reflejada también en las páginas de este diario, sobre la provisión de un puesto de trabajo en el Ayuntamiento de Astorga. Se trata del asunto de contratar a un responsable de comunicación del Ayuntamiento. Como los interesados ya han ido exponiendo sus posiciones al respecto, aquí solo reflejo algunas dudas que me sugiere el tema.

 

En primer lugar ¿se trata de contratar una persona para el Ayuntamiento o para el Gobierno Municipal? Si estamos en el primer caso, y de lo que se trata es de que el Ayuntamiento cuente con un servicio profesional, con continuidad y que contribuya a la mejora de la imagen de la ciudad y por tanto, a su desarrollo, ¿dónde está el problema en que dicho contrato sea indefinido y la selección se realice mediante un procedimiento público y abierto?

 

Claro que en otros lugares se recurre con demasiada frecuencia a la contratación de 'cargos de confianza' bajo diferentes fórmulas, pero de ello no se deduce que sea la mejor manera. Durante mucho tiempo se puso como modelo de administración al 'Civil Service' británico, uno de cuyos principios se podría resumir en que el personal del servicio público fuera lo más profesional e independiente posible de los vaivenes políticos, o  sea personal de plantilla, y por ello ser capaces de servir a gobiernos de distinta orientación.

 

El problema surge cuando lo que se busca son apoyos a los gobiernos o mejor dicho, a los gobernantes. Obviamente no es necesario que los cargos electos sepan de todo o dispongan del tiempo necesario y que necesiten apoyo técnico, pero ¿qué tiene que ver esto con la confianza?, ¿hablamos de confianza o servidumbre?

 

Vivimos tiempos difíciles y con los niveles de paro y precariedad que hay se aceptan, no sin disgusto pero calladamente,  condiciones de trabajo muy raras. No tendríamos que buscar muy lejos para ver casos extremos donde por  “un puesto de trabajo diseñado para ella” se alcanzan circunstancias dramáticas.

 

En todo caso si lo que se busca es un asistente para el gobierno, de la actuación del nominado solo serán responsables él mismo y, sobre todo, el que lo nombra.

 

Anteriormente me he referido a la excesiva frecuencia con que se recurre a la designación de cargos de confianza, personal de libre designación o cualquier otra fórmula semejante. El asunto se ha extendido tanto en nuestras administraciones que cada vez más nos encontramos con la decimonónica figura del 'cesante'. Y, creo, que con la nueva configuración del mapa político del país, vamos a ir viendo cómo se forman alianzas que luego se reconfiguran, se hacen otras y más tarde una nueva. Y con cada una más contratación y despido de personal precario- interino. Ciertamente me sigue pareciendo más útil la confianza en las plantillas estables ya sean los trabajadores funcionarios o laborales.

 

No puedo extenderme mucho más pero una reflexión paralela nos llevaría a pensar en las contratas y subcontratas de servicios públicos y a la cobertura de plazas en la educación o la sanidad con contratos interinos y precarios. Otro día.   

 

 

 

 

 

 

 

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