Nuria Cadierno
Sábado, 02 de Abril de 2016

Dos ensueños de Nuria Cadierno

Regresa Nuria Cadierno con sus ensueños, extendiendo las historias hasta los límites de lo irreal. Podemos decir de los personajes de estos cuentos de Nuria lo que ya dijera el soñador de 'Henri Bosco'. "Mis recuerdos no me reconocen...soy yo, y no ellos, quien parece inmaterial." Estos cuentos se entregan 'al público lector' acompañados de unas ilustraciones mágicas, bajo el signo de la maravilla, para que nos convirtamos en el puro y simple sujeto del verbo maravillarse.

 

Los hombres de arroz


Contemplaba la ladera de la montaña desde la galería, atardecía a lo lejos y todo sonaba a paz; las ultimas sombras dibujaban un paisaje único, un lugar donde todo acontecía como se esperaba, nada parecía estar fuera de sitio, un instante perfecto para despegar hacia los sueños, allí donde la oscuridad gana terreno a la luz y donde suelen concurrir las visiones mágicas.

 

 

[Img #21247]

 

 

En ese preciso lugar donde la sombra va a morir y dibuja un más allá efímero, en esa belleza final del día donde el cielo roba a los ojos los colores y permite volar con la mente por un instante, de repente todo cambia, una repentina visión despierta a un paisaje dormido y lo convierte en un paisaje lleno de siluetas que vienen hacia mí.

 

Y todo parece cobrar sentido; tras esa imagen aparecen otras imágenes parecidas, más pequeñas y distantes, parece que se tratase de una invasión de seres, que avanzan como en un escuadrón de misterio en la oscuridad de la mente.

 

Cuando el negro cubre mis ojos y ya no puedo ver, en mi mente continuaba aquella imagen misteriosa y bella al tiempo, que aunque semejaba una invasión, no producía miedo. 

 

Entonces parecían hombres blancos, cálidos; hombres de paz, que invadían mi mente y mi ser, abduciéndome con su presencia en una sensación de calidad extrema y sin ninguna posibilidad de no rendirme. Mis manos recorrían con el tacto cada grano de esas siluetas-cuerpo en silencioso y sencillo placer, parecía que absorbían energía negativa y me devolvían paz.

 

Cuando la luz de la mañana despertó mis ojos, descubro unos granos de arena en el suelo de madera, comprendí entonces...

 

Eran hombres de arroz.

 

 

 

El museo olvidado

 

Le daba la sensación de estar visitando una reserva, un pueblo olvidado ,en el que podías pasear sin encontrar a nadie, un lugar de nadie donde dejarse llevar por la imaginación sin ser perturbado por ningún intruso que entrase en escena y coartase su libre merodear hacia ninguna parte. Nadie podría interrumpir su mirada libre, imponiendo su presencia, ni interferir en su pensamiento colándose en él y condicionándolo hasta el punto de tener que disimular con el gesto.

 

 

[Img #21248]

 

 


 Los vestigios apuntaban a una época olvidada también, las formas de casi todo lo visible denotaban el uso de la mano humana; el abandono parecía haber ido inundando cada calle, cada casa, cada pared y cado objeto encontrado, hasta llegar a parecer un museo del olvido. Después de merodear sin rumbo aparente, se dio cuenta de que algunos lugares se le repetían hasta parecer que seguía en el mismo sitio, intuyo estaba en un laberinto, sin haberse dado cuenta de ello, pero su mente al tiempo le negaba una posibilidad tan absurda, este pensamiento le había inquietado.

 
Se propuso tomar aún más conciencia de cada calle y cada giro y mirar siempre atrás y fijarse en cada fuga al horizonte, se dio entonces cuenta de que siempre veía una misma estampa, que parecía no cambiar miraras al norte o al sur. Quiso entonces cambiar la altura desde donde miraba y se percató de que lo único que sobresalía era una espadaña de iglesia, dio vueltas y vueltas hasta llegar a ella; parecía sin duda marcar un centro, era un lugar abandonado también; había unas escaleras que parecían llevar al campanario. En ese punto la angustia le llegaba ya a los pies, no dudo en ascender por aquellos peldaños derruidos, parecía que aquello sería su salvación, elevarse le daría un punto de visión inequívoco y posiblemente avistara la salida de ese lugar.

 

Para su sorpresa el lugar estaba rodeado de montañas por todos los lados, montañas blanqueadas por la nieve, y todo parecía ser igual; desde arriba veía tejados formando hileras con pequeños callejones y en realidad se dio cuenta de que solo había una calle, que giraba y formaba una especie de espiral. Eso le supuso cierta relajación; ver desde ese punto le hacía pensar que sería fácil la salida, solo tenía que coger la calle y continuar hasta el principio.

 

Cuando bajó ,su pensamiento parecía enturbiarse, reconocía la calle pero ese no parecía ser el punto desde donde subió a la espadaña; se calmó pensando que las vueltas que había dado para subir y bajar le habían mareado un poco, pero justo en ese instante intuyó que también la escalera podía ser un laberinto… Y si era su mente la que estaba confundiéndolo y formando un laberinto de pensamientos concatenados sin respuesta…y si en realidad aquel lugar no existía y su mente lo había creado como respuesta a ese abandono que parecía un museo. Y toda aquella visión continuada representaba su propia vida en forma de laberinto y reconocía cada lugar y cada objeto de una vida abandonada en el pasado y era su mente la que no era capaz de reconocer donde estaba el principio y donde el fin.

 

[Img #21249]

 

Todos estos pensamientos, no le llevaban a ningún lugar, tendría que averiguar cómo salir de ellos y continuar con la vida, sino quizás nunca lograría encontrar el camino que le llevara fuera del abandono. Reconoció entonces, que estaba solo, muy solo, abandonado en sus pensamientos y que nadie podría ayudarle, que había convertido su vida en un museo de objetos inanimados que apenas reconocía porque ya formaban parte de él, que nada nuevo ocurría porque el habitaba ese museo olvidado, y solo él tenía la llave .

 

 

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