Basta ya de postureo
    
   
	    
	
    
        
    
    
        
          
		
    
        			        			        			        			        			        			        			        			        			        
    
    
    
	
	
        
        
        			        			        			        			        			        			        			        	
                                
                    			        			        
        
                
        
        Al parecer por desgracia en España está más arraigado el teatro y el postureo de lo que jamás hubiéramos deseado. Como todos sabemos la interpretación de papeles se está llevando más a cabo que nunca en el Congreso y entre nuestros políticos de gobierno, mucho más, quién lo diría, que en nuestros ‘ruinosos’ y cada vez más escasos teatros. Sin embargo este teatro no es ni de lejos de provecho o de divertimento, no al menos para el conjunto de los españoles, que deseamos con entusiasmo la formación de un nuevo Ejecutivo antes de que comience a resentirse de nuevo (¿de nuevo?) nuestra economía, tal y como hace no muchos días publicaban algunos medios especializados.
 
Ya no importa la ideología o los intereses personales, ya no importa a quién preguntemos. Cualquiera ya lo único que quiere es salir de esta situación de estancamiento político que tenemos y que al parecer, tras más de 100 días desde las elecciones, no parece solucionarse ni encontrar el camino de la solución o al acuerdo. ¡Basta ya de postureo! Sean claros en aquello que quieren, les pido yo. Sean claros con sus intenciones y dejen de fingir. No encubran sus verdaderos deseos porque al final, como siempre, quien más lo paga es el pueblo llano, aquel que ahogado en su trabajo y en sus impuestos sigue siendo además pobre.
 
El pueblo ya ha hablado. El pueblo ya ha cumplido con su papel acudiendo a las urnas, y el resultado obtenido es su decisión. Pero si ‘nuestros’ políticos, por la parte que les corresponde, no son capaces de llevar a cabo su trabajo, me pregunto yo, ¿no hay quien pueda echarles? Cualquier trabajador en la empresa privada si no cumple con su trabajo es despedido. Pero al parecer, el trabajo de gobernar un país debe ser menos importante que cualquier otro, porque si no cumplen acaban echando balones fuera y otra vez a empezar. No pasa nada. Pero los demás otra vez a ejercer su derecho al voto y los fondos del Estado otra vez a resentirse por su incapacidad de trabajo y actuación. Qué triste, ¿no?
        
        
    
       
            
    
        
        
	
    
                                                                                            	
                                        
                                                                                                                                                                                                    
    
    
	
    
Al parecer por desgracia en España está más arraigado el teatro y el postureo de lo que jamás hubiéramos deseado. Como todos sabemos la interpretación de papeles se está llevando más a cabo que nunca en el Congreso y entre nuestros políticos de gobierno, mucho más, quién lo diría, que en nuestros ‘ruinosos’ y cada vez más escasos teatros. Sin embargo este teatro no es ni de lejos de provecho o de divertimento, no al menos para el conjunto de los españoles, que deseamos con entusiasmo la formación de un nuevo Ejecutivo antes de que comience a resentirse de nuevo (¿de nuevo?) nuestra economía, tal y como hace no muchos días publicaban algunos medios especializados.
Ya no importa la ideología o los intereses personales, ya no importa a quién preguntemos. Cualquiera ya lo único que quiere es salir de esta situación de estancamiento político que tenemos y que al parecer, tras más de 100 días desde las elecciones, no parece solucionarse ni encontrar el camino de la solución o al acuerdo. ¡Basta ya de postureo! Sean claros en aquello que quieren, les pido yo. Sean claros con sus intenciones y dejen de fingir. No encubran sus verdaderos deseos porque al final, como siempre, quien más lo paga es el pueblo llano, aquel que ahogado en su trabajo y en sus impuestos sigue siendo además pobre.
El pueblo ya ha hablado. El pueblo ya ha cumplido con su papel acudiendo a las urnas, y el resultado obtenido es su decisión. Pero si ‘nuestros’ políticos, por la parte que les corresponde, no son capaces de llevar a cabo su trabajo, me pregunto yo, ¿no hay quien pueda echarles? Cualquier trabajador en la empresa privada si no cumple con su trabajo es despedido. Pero al parecer, el trabajo de gobernar un país debe ser menos importante que cualquier otro, porque si no cumplen acaban echando balones fuera y otra vez a empezar. No pasa nada. Pero los demás otra vez a ejercer su derecho al voto y los fondos del Estado otra vez a resentirse por su incapacidad de trabajo y actuación. Qué triste, ¿no?




