Los segundos a primera
Mientras el pasado 29 de mayo el corazón de toda España latía en Milán con la final de la Champions Leage, disputada por dos equipos españoles; en León, minutos antes, sucedía uno de los eventos deportivos del año: El Santa Ana Masculino ascendía de categoría.
Y es que mientras en Astorga, la ciudad entera se centra, se vuelca y se hipoteca en proyectos deportivos de grandes vuelos, todavía quedan quienes depositan su confianza en aquellos que nunca caminaron a hombros de gigantes.
He de reconocer que desde hace tiempo mi apoyo ha dejado de ser a pie de campo, la vida cambia y en alguna de sus etapas se tienen demasiados compromisos. Pero muchos fueron los sábados o domingos en los que disfrutaba junto a otros muchos a pesar del viento, la lluvia o aquel frío que nos dejaba las manos heladas; porque faltaría cantidad de público, pero lo que sobraba era la calidad de aquellos que siempre han estado ahí, sin importar cuántos, sólo de que incondicional manera.
Porque si hace ya casi 11 años, aquel sueño de unos pocos parecía tan fugaz como ambicioso, han sido muchos los que creyendo en los lazos afectivos, en la amistad y en el espíritu deportivo, han mantenido viva la llama de un equipo, que además de éxitos, ha aportado más a la ciudad de los que a menudo nos imaginamos. Ellos no serán jamás nuestros ídolos, nadie comprará sus camisetas, pero no por ello dejarán de defender sus colores, de adaptarse a los pocos recursos que les brindan y demostrar que el deporte a veces no es solo el reconocimiento y popularidad de las masas.
Por todo ello, mi más sincera enhorabuena a todos aquellos que forman el ‘Santa Ana’, a los que están especialmente, pero sin olvidar también el esfuerzo de todos aquellos que un día se pusieron con orgullo su camiseta, y defendieron su escudo hasta el final.
Gracias a todos por no dejar morir la semilla de un pequeño equipo local de la capital de la maragatería, y sobre todo gracias por cumplir el sueño de muchos con el valor de ninguno.
Mientras el pasado 29 de mayo el corazón de toda España latía en Milán con la final de la Champions Leage, disputada por dos equipos españoles; en León, minutos antes, sucedía uno de los eventos deportivos del año: El Santa Ana Masculino ascendía de categoría.
Y es que mientras en Astorga, la ciudad entera se centra, se vuelca y se hipoteca en proyectos deportivos de grandes vuelos, todavía quedan quienes depositan su confianza en aquellos que nunca caminaron a hombros de gigantes.
He de reconocer que desde hace tiempo mi apoyo ha dejado de ser a pie de campo, la vida cambia y en alguna de sus etapas se tienen demasiados compromisos. Pero muchos fueron los sábados o domingos en los que disfrutaba junto a otros muchos a pesar del viento, la lluvia o aquel frío que nos dejaba las manos heladas; porque faltaría cantidad de público, pero lo que sobraba era la calidad de aquellos que siempre han estado ahí, sin importar cuántos, sólo de que incondicional manera.
Porque si hace ya casi 11 años, aquel sueño de unos pocos parecía tan fugaz como ambicioso, han sido muchos los que creyendo en los lazos afectivos, en la amistad y en el espíritu deportivo, han mantenido viva la llama de un equipo, que además de éxitos, ha aportado más a la ciudad de los que a menudo nos imaginamos. Ellos no serán jamás nuestros ídolos, nadie comprará sus camisetas, pero no por ello dejarán de defender sus colores, de adaptarse a los pocos recursos que les brindan y demostrar que el deporte a veces no es solo el reconocimiento y popularidad de las masas.
Por todo ello, mi más sincera enhorabuena a todos aquellos que forman el ‘Santa Ana’, a los que están especialmente, pero sin olvidar también el esfuerzo de todos aquellos que un día se pusieron con orgullo su camiseta, y defendieron su escudo hasta el final.
Gracias a todos por no dejar morir la semilla de un pequeño equipo local de la capital de la maragatería, y sobre todo gracias por cumplir el sueño de muchos con el valor de ninguno.
