Esteban Carro Celada
Domingo, 26 de Junio de 2016

La juventud de Cordero en Santiago de Millas (IV)

Cuando fue contador de la parroquia y administró las ermitas y cofradía de 'la Vera Cruz' y puso en orden las deudas que dejara Antonio Franco Alonso, antiguo párroco; y el actual, Patricio Rubio Martínez, venía dándole cuentas

 

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Pero aún tenemos a este arriero, en los primeros días de la guerra carlista, al poco de la muerte de Fernando VII, avecindado en su Santiago de Millas natal, a donde siempre volvió. Y desde el año 1822 al 34, otros 12 años de menudencias, poniendo en práctica las directrices que en su día había pedido el obispo Guillermo.

 

En el recorrido por los cientos de páginas de áridas cuentas en las que su nombre aparece siempre como fiscalizador, están algunas que pueden tener un carácter no reiterativo como el de los granos vendidos, el de la incidencia de las primicias. Quiero detenerme en la nota que dice textualmente: “Don Guillermo Martínez mandó en memorial, cuyo decreto se me presentó que en adelante y siempre se dieran al sacristán por su trabajo 14 fanegas, en atención a lo trabajoso de esta parroquia, desde cuyo tiempo (1822) se le da por ambas fábricas”. También en 1823 hay una caravana de siete carros de teja traídos de los tejares de Astorga. Son con destino a la iglesia. Los vecinos cobraron portes. La arena se condujo de Oteruelo y se compró vara y media de estopa para los capachos con que subir el barro y la cal al tejado, así como dos lazos, dos tinas para el transporte de agua, apuntes de azadones y batederas. Maestro y oficiales gustaban de refrescarse a cuenta de la obra, se trajo paja para el barro. Pero lo más curioso es que las tejeras de Astorga a más de cobrar 38 reales por carro, cobraban un azumbre de vino por unidad. Aprovecharon el tiempo para embarrar la panera de la iglesia y quitar las ratoneras. Se compuso la cerradura, y el herrero del pueblo tan concurrido por los arrieros hizo cincuenta clavos de a cuarto, 50 de a ochavo y dos escuadras para el frontal.

 

Gregorio de la Fuente es el mayordomo de la campana grande. La maza de tres arrobas cuesta 81 maravedíes. Hace el herraje Rosendo, pero se funde en Astorga, donde hay una próspera industria de fundición campaneril a la sombra de la catedral. El párroco por este tiempo anda enfermo y es Cordero uno de los que tienen que inspeccionar obras y actividades, siempre que está de vuelta en el pueblo. Tiene tiempo para todo. El tenebrario consume ese año tres libras de cera y el ruido de las tinieblas es apabullante. En la obra que se hace en el año de 1826 en San Miguel, los gallegos comen sopas y rompen algunas vasijas. La renta de la huerta del Olmón se rebajópor causa de la sequía de 1830 a 1831. Paga bien elposeedor de la capellanía de San Lucas de Destriana. Vende 21 palos de negrillo de la huerta el Cañal. Se colocan cerradura y dos llaves nuevas para que no roben la iglesia. Veinte reales y seis maravedíes es el presupuesto de ramos en el domingo de palmas. Mucho debían de voltear las campanas porque no hay año en que el herrero no tenga que intervenir para asegurarlas, también lo hace el carpintero con su clavazón. Se derretía mucho incienso. En el 1831 se descompone la maza de la campana de San Miguel. El Jueves Santo hay cera amarilla y blanca. Antonio Franco Alonso, en 1833 canónigo de León y antes párroco de Santiago de Millas, gracias a la gestión de Cordero, termina de pagar una deuda de más de 1543 reales. En el año 1834 , último de los que aparece Cordero como pequeño cacique clerical del pueblo hay ropas para los gallegos que retejan San Pedro. El sacristán continúa ingresando siete fanegas por barrio.

 

 

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¿Se había ya perdido todo el ímpetu de aquella visita pastoral de Don Guillermo? ¿El nuevo párroco, Don Patricio Rubio, había decepcionado? Los mayordomos entregaron al cura párroco las cantidades que cobraban de su administración ordinaria. Y así en el año 1832, un año y pico antes de trasladarse definitivamente a Madrid, Santiago Alonso Cordero es el contador ante quien rinde cuentas el párroco Patricio Rubio Martínez. Don Patricio era desprendido y el maragato le animaba con su respaldo. Contaba con una cantidad de 11267 reales y acometió obras por más de 20000

 

Tratemos de conocer un poco lo que pasaba por las iglesias y ermitas de Santiago de Millas.

 

En la ermita de San Miguel, que hacía de parroquial en el bario de abajo, en el año 1826 se coloca canteado en las bóvedas, que amenazaban ruina, se aplicaron tres cargaderos a la torre. Los nueve carros de losa costaron 105 reales, pero también se recubrió parte con teja. Se blanqueó, embaldosó, repello de cal por fuera con franjas de blanqueo. El hojalatero de Astorga, Bernardo Álvarez construyó tres candelabros grandes y dos pequeños y se pusieron vidrieras en las ventanas y cristales en las sacras. Francisco Ballesteros doró y pintó más o menos rústicamente la custodia, después la peana de San Miguel, el cascarón de los Remedios, el crucifijo encarnado. La cal vino de Carrocera. Hubo nuevas vinajeras y tuvo nuevas andas el Jesús el Nazareno.

 

A la ermita de San Pedro se le hicieron nuevos frisos de añil en los que se gastaron dos arrobas de aceite, así como su retejo y blanqueo. De todo maneja los correspondientes recibos el contador que toma cuentas a su párroco.

 

 

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En la ermita de la Vera Cruz se hizo la operación del rayado de paredes, encalado y blanqueo. Con 50 adobes ensancharon la mesa del altar de Nuestra Señora. se asentaron vidrios nuevos en la capilla mayor y Tirso Luengo vendió piedra con destino a la ermita. Se alargó la ermita 26 pies. Juan Garrido y Santiago Fernández quitaron escombros de la antigua torre derruida, la rehicieron y colocaron su veleta. se protegió con veletas y alambreras. Hubo que colocar varios escaños en la iglesia.

 

Quizá la obra más decisiva de estos años en que interviene Cordero es la de la iglesia parroquial.

 

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