Luis Martínez Rodríguez
Viernes, 05 de Agosto de 2016

Reflexiones sobre Democracia

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He estado dudando sobre si debía escribir estas líneas desde el mismo día que leí el artículo relacionado con la tala indiscriminada de robles en la localidad de Tabuyo del Monte. Finalmente, he decidido que necesito compartir mis reflexiones sobre el funcionamiento de las instituciones democráticas al nivel que yo las conozco. Quiero dejar claro que, a pesar de ser concejal del CRA en el Ayuntamiento de Luyego, lo que aquí expreso es una opinión personal que no he consultado ni con compañeros ni simpatizantes.

 

No tengo muy claro por dónde empezar, pero supongo que lo mejor es explicar lo que ha hecho rebosar el vaso de mi paciencia. El caso es que siendo vecino de Tabuyo del Monte me he tenido que enterar por la prensa de lo que estaba ocurriendo en mi propio pueblo. Esto no quiere decir que no supiera absolutamente nada, los rumores se extienden por las sociedades rurales con facilidad. Pero los rumores no son información y, por tanto, no suelo darles demasiada credibilidad.

 

En mi opinión la INFORMACIÓN es uno de los pilares sobre los que se deben asentar los sistemas democráticos. En este sentido es obligación de todos los representantes públicos el informar a la población de las gestiones que se llevan a cabo, de las vicisitudes que afectan al patrimonio de todos, de las oportunidades que se le presentan a la sociedad para su desarrollo y evolución, de la toma de decisiones,…Y en este punto tengo que hacer un ejercicio de autocrítica, como representante público que soy, por no haber ejercido esta labor con el debido ahínco.

 

Por otro lado, el hecho de enterarme de la tala de los robles cuando ya no hay solución me molesta enormemente puesto que mi implicación con estos montes es muy grande y trasciende lo meramente profesional (trabajo en el sector forestal) alcanzando un nivel emocional. Sé que no volveré a ver los robles centenarios que se mencionan en el artículo y siento rabia al pensar que podría haber hecho algo por evitarlo. Debería haber hecho algo por informarme, debería haber exigido la información a los que la tenían, debería haber ejercido mi derecho como ciudadano y no haberme dejado llevar por la comodidad de poder echarle la culpa a los que gobiernan por no haberme informado. Soy consciente, por estar en contacto con el vocal de la Junta Vecinal en la oposición, de que la información no ha llegado siquiera a sus manos, pero también lo soy de que yo podría haber hecho mucho más como ciudadano por conseguirla.

 

Considero, haciendo referencia a lo dicho en el párrafo anterior, que es muy grave que todos los representantes electos de una misma institución no tengan acceso al mismo tiempo a toda la información que concierne a dicha institución. En este sentido confieso, por haberlo padecido en carne propia, que es muy desagradable llegar a una sesión plenaria sin conocer parte de la información o sin haber tenido tiempo para meditar sobre los asuntos a tratar en ella. Tengo muy presente que soy concejal en la “oposición”, pero en mi imaginario la palabra oposición en democracia no tiene nada que ver con confrontación o beligerancia sino que prefiero relacionarlo con la representación de las minorías, a las que también hay que escuchar y para las que también hay que gobernar.

 

Y aquí ya llegamos a otro de los que considero que son los pilares de la democracia, me refiero al DEBATE. Creo que tanto los que gobiernan como los que no lo hacemos deberíamos practicar mucho más el arte de la puesta en común, la escucha y la discusión de ideas, conceptos y propuestas en lugar de encastillarnos en nuestros propios preceptos. Personalmente estoy harto de asistir a las sesiones plenarias a que me informen de decisiones ya tomadas y en las que solo se espera de mí que me “oponga”, o lo que es lo mismo, que vote en contra solo por mi condición de “oposición”. Y es que no es este mi concepto de democracia. Yo prefiero tener la información con tiempo suficiente para estudiarla con mis compañeros y con personas afectadas para preparar propuestas que después pueda exponer en la sesión plenaria y sobre las que pueda hablar con todos los concejales, no solo con el portavoz del grupo, porque solo somos siete personas, no somos más de trescientos como en el congreso, no debería ser complicado que todos expresáramos nuestras opiniones. Y quiero que las propuestas de la oposición también sean escuchadas y valoradas porque representan los intereses de parte de la población, y como decía antes hay que gobernar para todos, no sólo para los que me han votado.

 

Relacionado con esto último aparece otro concepto que considero primordial en la democracia, es el de lo PÚBLICO. Lo público como algo que pertenece a toda la sociedad y que no se puede repartir en partes individuales, que pertenece a todos y todas pero de lo que no te puedes llevar tu parte porque tiene que persistir en el tiempo. Y es por ello que cuando se toman decisiones que afectan a lo que es de todos hay que tener en cuenta la opinión y las necesidades de todos. No se deben tomar decisiones sobre el patrimonio común como si fuera el propio por mucha que sea la confianza en la propia capacidad para gestionar porque a pesar de no ser creyente considero la soberbia un grave pecado.

 

Además hay que tener en cuenta que las decisiones que tomamos acarrean consecuencias a corto, medio y largo plazo. Y aquí aparece otro de los problemas que creo que existen en nuestra democracia, y no es otro que el de tomar decisiones pensando en los réditos electorales, o lo que es igual, en el corto plazo.

 

En mi trabajo solemos tratar con especies de árboles que frecuentemente superan nuestra esperanza de vida, por tanto tengo claro que los resultados de los tratamientos selvícolas que yo hago a día de hoy acarrearan consecuencias que seguramente no llegue a ver, su rentabilidad económica y social no se obtendrá el año que viene ni al siguiente. Sin embargo, si se continúan llevando a cabo las transformaciones que el monte necesita en cada momento, la recompensa llegará y la sociedad la disfrutará aunque yo ya no pueda verlo. De esta misma forma creo yo que tenemos que trabajar los representantes de las instituciones, pensando en futuro, nada más y nada menos.

 

Para finalizar me gustaría destacar la figura del concejo, un instrumento que funcionaba muy bien en nuestra zona para tratar los conceptos básicos de los que he hablado en este artículo. En los concejos se informaba de las normas que regían la vida cotidiana de los pueblos, se debatía sobre los principales problemas y soluciones que se presentaban en estas sociedades y también se tomaban decisiones sobre la gestión del patrimonio común. Creo que el concejo es, a pesar de los defectos, fácilmente subsanables, que desde nuestro punto de vista del siglo XXI podamos sacarle (un solo representante por cada casa que solía ser el padre de familia o las presiones caciquiles) un instrumento democrático perfecto para el tamaño de nuestras sociedades rurales que ha funcionado incluso cuando no existía la democracia en este país. Está claro que sería complicado llevar a concejo todas y cada una de las decisiones que se toman en un pueblo, pero al menos debería funcionar como órgano consultivo para las más importantes.

 

Por poner un ejemplo, si en Tabuyo se hubiera hecho un concejo ante el primer indicio de tala indiscriminada y se hubiera informado a la población, quizá no hubiéramos llegado a este punto porque alguien podría haber dado una idea para solucionarlo, pero sobre todo porque la población se habría enterado de la magnitud del problema y se habría implicado en solucionarlo sin tener en cuenta a quién votó cada uno en las últimas elecciones. Y esto no es un farol por mi parte, ha quedado demostrado en los últimos incidentes que han afectado a nuestros montes: tanto en el incendio del pasado año como en el de 2012, cuando toda persona luchó según sus capacidades por preservar el patrimonio de todos. Yo, a pesar de todas las discrepancias con los actuales regidores, puedo asegurar que no me habría quedado de brazos cruzados.

 

Para terminar, sólo quiero añadir que espero que estas palabras sean entendidas como una reflexión personal que debería servir de crítica constructiva para todos los que formamos parte de las instituciones de estas comarcas, porque de nuestras decisiones dependerá la pervivencia de nuestras sociedades y las condiciones de vida de sus miembros.

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