Javier Gutiérrez (Saberius)
Jueves, 16 de Noviembre de 2017

La intrahistoria de nuestro cine (I): Rodrigo Cortés

 

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Mi primer encuentro con Rodrigo fue cuando él todavía era muy joven, a raíz de una invitación a su propia casa para visionar sus primeros cortometrajes en Súper 8, donde también asistieron amigos como Antonio Martínez, realizador de cortometrajes experimentales y de belleza singular, en el mismo formato, Ana Domingo o Fernando Fernández, a la sazón Director de Fotografía. En sus imágenes pudimos apreciar asombrosos homenajes al cine mudo, con intertítulos incluidos y planos que ya entonces mostraban una impronta única, o secuencias editadas al hilo de un ajustado tempo narrativo cuya capacidad expresiva cortaba el aliento. Tanto su peculiar versión de ‘La metamorfosis’ kafkiana como El descomedido y espantoso caso del victimario de Salamanca, destacaban su talento embrionario y a la par, una sensibilidad especial en el uso del soporte también conocido como ‘pequeño celuloide’, tanto en color como en blanco y negro. El segundo corto suponía además todo un homenaje al cine negro y a los primeros filmes mudos o del cine silente, o a las propuestas de la Hammer en sus incipientes producciones sonoras. Después lucharía contra viento y marea para sacar adelante su primer cortometraje en 35 mm., Yul, una insólita y divertida tragicomedia sobre un personaje que se presentaba como un ser “demasiado inocente”, con una existencia predestinada, quizá afectado de por vida tras una “mala lactancia” o marcado por un capricho materno cuyos efectos comenzaba a recibirlos “con peligroso efecto retardado”… Resultó multipremiado en diversos festivales de nuestra geografía…

 

Llegarían otros encuentros hasta que se produjera un acontecimiento de tamaña importancia… Quien esto os relata, realizaba en la misma ciudad un programa para la televisión digital sobre cortometrajistas titulado “¡Qué grande es el corto!” y decidimos dedicarle a Rodrigo un doble capítulo, analizando y emitiendo tanto sus cortos en Súper 8 como un ‘Yul’ ‘telecinado’ de 35mm; tratando de esclarecer a su vez el fenómeno que había supuesto en los festivales esta última producción en formato corto, ya un género en sí mismo. Y lo hicimos mediante esclarecedoras entrevistas cuya originalidad residía en que los encuentros tenían lugar en los mismos escenarios de sus rodajes y en los que los mismos realizadores detallaban con profusión, y en el caso de Rodrigo también con una epatante locuacidad, todos sus entresijos…

 

Ocurrió también que trataba de sacar adelante un ambicioso proyecto más próximo al mediometraje, titulado ‘Quince días’, pero el Festival de Almería le había ofrecido su completa financiación si lo rodaba allí, y el alcalde de la ciudad en la que entonces residía se comprometió en un conocido programa de radio, ante una locutora que se ha convertido ahora en una célebre reportera de Antena 3, a ofrecerle una considerable suma si lo hacía en aquella ciudad donde se había iniciado como cineasta… El ‘mandamás’ no cumplió y Rodrigo ya había cerrado el presupuesto y comprometido su pago por adelantado… Entonces apenas dudamos en dedicar un programa completo a Rodrigo sobre este caso de flagrante incumplimiento e injusticia por las ingentes deudas que le acarrearían al joven cineasta a partir de aquél momento. Tras horas de grabación y edición, la dirección de la televisión nos comunicó que no se podía emitir… No hubo más que hablar: al día siguiente presenté mi renuncia ante un medio que utilizaba maniobras de censura y Rodrigo Cortés recorrería todos los festivales de España con su ya célebre camiseta: “A mí el alcalde me debe… millones”. Su cortometraje fue el más premiado en la Historia del Cine Español y, al poco tiempo, esta cadena de televisión se declaró en suspensión de pagos y tuvo que cerrar.

 

Nacía entonces también SIMBIOSIS, nuestra asociación internacional en defensa de la libertad de expresión artística, que defendía proyectos de verdadero interés cultural y se posicionaba contra la manipulación, la censura y el plagio, que llevaría a cabo numerosas muestras de cortos y largos, merced a acuerdos con los servicios de Actividades Culturales de las Universidades de nuestro país y parte del extranjero, fundaciones e instituciones internacionales y espacios museísticos como el MUSAC… Muchos de sus entonces cortometrajistas acabarían transformándose en reconocidos cineastas a nivel internacional. Pero a esto dedicaremos otro capítulo…

 

Unos años más tarde ambos fuimos invitados a participar en la Filmoteca de Castilla y León, en el homenaje a las célebres ‘Conversaciones de Salamanca’ auspiciadas por Basilio Martín Patino, y en nuestras ponencias, cómo no, y más con aquella constitución asociativa, hubo una referencia a aquél amargo capítulo sobre la asombrosa censura acaecida en nuestros tiempos desde un medio que se patrocinaba con el lema de una supuesta transparencia, junto a otros incumplimientos institucionales… A la palestra salieron también quienes bajo ningún concepto querían que se volvieran a tocar aquellos temas sobrevenidos, quizá por la sempiterna cuestión de ‘intereses creados’, y trataban de desacreditar por todos los medios nuestras honestas intervenciones… Pero nosotros sabíamos que, una vez más, habíamos actuado correctamente, que nada de esto debía ocultarse, por mor de la verdadera transparencia… Y lo mejor de todo fue, finalmente, la solicitud formal de asesoramiento en esta materia que nos manifestó el delegado cultural de la Junta de Castilla y León de aquél momento… Por entonces existía un gran desconocimiento en nuestra Comunidad en torno a las necesidades de las producciones cinematográficas y sobre todo si se trataba de llevar a cabo un modelo sostenible en el que se respetaran diferentes tipos de propuestas sin favorecer, como había sido la tónica hasta la fecha, a las supuestamente ‘comerciales’ ante otras iniciativas o propuestas más próximas a una experiencia artística y cultural de primer orden. Llegaríamos después a alcanzar acuerdos también con centros docentes, facultades e instituciones internacionales para la defensa de los Derechos Humanos…

 

Después llegaría la invitación al aniversario de la SEMINCI, que cumplía medio siglo de andadura, y el acuerdo de filmación de una de las secuencias principales de la producción más emprendedora de SIMBIOSIS por aquél momento, con la participación incluso de actores del cine independiente internacional. Pero esto ya forma parte de la asociación, a la que dedicaremos un capítulo aparte…

 

Con su portentoso mediometraje ‘Quince Días’, Rodrigo se adentraba en el falso documental. Narraba la compleja historia de un personaje que el propio cineasta había anunciado como el reverso de ‘YUL’, protagonizado por un avispado Castor Vicente Zamacois como un pícaro de nuestro tiempo, de asombrosa memoria y reflejos, acreedor de una insospechada capacidad de reacción y sobre todo de evasión, que trataba de rebelarse contra la sociedad de consumo jugando con sus mismas cartas para destapar y desmontar la falsedad de las técnicas publicitarias, los venta a plazos y el inicio del poli-endeudamiento de la ciudadanía que tantas desgracias acarrearía durante los siguientes años… Quizá todo se debiera, de nuevo, a un trauma de la infancia no superado, pero no vamos a permitirnos hacer ningún ‘spoiler’, por respeto a aquellos que aún no lo hayan visionado…

 

Fue el cortometraje más premiado y además alcanzó los mayores galardones en un programa como ‘Versión Española’, que emitiría más adelante su ópera prima, y donde el propio Rodrigo, entrevistado por Cayetana Guillén Cuervo comentaría, cómo no, el surrealista asunto de la deuda que aquél alcalde había contraído con él…  

 

Algún año más tarde Rodrigo trataría de sacar adelante su primer largometraje, coproducido por la productora gallega Continental Producciones, junto al apoyo de Filmax, y que se titularía Concursante. El actor argentino Leonardo Sbaraglia sería su protagonista y junto a él, auténticos descubrimientos interpretativos del momento como Miryam Gallego o Fernando Cayo, después consagrados en nuestras series (‘Águila Roja’, ‘La señora’), midiéndose al lado de actores de amplia experiencia como Chete Lera o Luis Zahera. Logró llevarlo a cabo mediante una especial originalidad en la puesta en escena, en su esmerada dirección de actores, en su fotografía y, sobre todo, merced a un asombroso montaje y banda sonora de su ya inseparable Víctor Reyes.

 

El guión, además, proponía un análisis en torno a la falacia de los premios estentóreos que llegaban a promocionarse desde diversas instancias y, por ende, terminaría componiendo una admirable parábola sobre el feroz capitalismo que padecía nuestra sociedad contemporánea, ofreciendo además, una de las más acertadas y esclarecedoras teorías en torno a el ‘modus operandi’ de la banca en nuestros tiempos, las situaciones de ‘abusos de poder’ y las llamadas ‘operaciones de mala praxis’ que se dan en su seno, y que a veces incluyen la usurpación de los ahorros de sus clientes a través de los engañosos intereses o mediante envenenados productos financieros. De muchos de ellos hemos sido testigos recientemente… En la película se desarrolla además la connivencia entre los grandes premios de los concursos y el necesario endeudamiento con la correspondiente entidad financiera que en realidad termina arruinando al protagonista supuestamente agraciado…

 

Volvimos a coincidir en una mesa redonda en el Círculo de Bellas Artes junto a la proyección de su película y al lado de expertos economistas y miembros de asociaciones internacionales y en defensa de los Derechos Humanos en los que se enmarcaba el ciclo.

 

Hacía poco tiempo que acababa de estallar la crisis económica… Al finalizar el acto me confesó que la película definía muy bien el momento que entonces vivíamos, o mejor dicho ‘padecíamos’, y su película explicaba, por tanto, cómo podía haberse generado esta crisis… Sin embargo, las distribuidoras habían decidido relegarla rápidamente a la llamada ‘sesión golfa’ de los cines, pudiendo haberse estrenado como ‘la película de la crisis’. Comprendimos entonces que la distribución y exhibición era otro caballo de batalla en nuestro país, y que podía estar influenciada por otros intereses de otra índole.

 

Sin embargo, al poco tiempo llegó a sus manos el guión con el que nadie se atrevía: Buried, una película que él mismo decidió que transcurriera en el interior de un ataúd a lo largo de todo su metraje para dotarla de una mayor originalidad, ya que la idea inicial, tal y como estaba expuesta, hubiera parecido más el capítulo de una teleserie del momento. Y como, una vez más, adoraba los retos, logró, junto a la banda sonora de su imprescindible Víctor Reyes, una obra redonda, sin fisuras… Y con el protagonismo del actor de Hollywood Ryan Reynolds…

 

La película fue la sensación del festival de Sundance, quizá el más prestigioso del cine independiente de nuestros tiempos, al que acudieron ‘in extremis’, y donde numerosos representantes de distribuidoras, fascinados, pujaron por la compra de sus derechos…

 

El éxito incontestable de Buried le llevaría a poder rodar su siguiente proyecto, Luces Rojas, cuyo guión llevaba ya tiempo escrito, junto a sus actores soñados: Robert de Niro y Sigourney Weaver. También participaron otros, reconocidos en el cine ‘indie’, como Cillian Murphy, Elizabeth Olsen, Toby Jones o de nuevo Leonardo Sbaraglia.

 

De su argumento hemos hablado aquí, en un completo estudio sobre esta película en torno a los supuestos ‘fenómenos paranormales’ o ‘telequinesis’ que parecen poseer algunos ‘psíquicos’ o supuestos ‘médiums’ y el fraude que también aparece alrededor de todo ello. Tan sólo apuntamos localizaciones como el teatro Tívoli o la facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad de Barcelona. El resto ya es historia…

 

Actualmente, Rodrigo Cortés está a punto de estrenar el thriller psicológico Down a Dark Hall con el protagonismo de Uma Thurman.

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