El IES Río Órbigo de Veguellina por carnestolendas
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Este viernes fue un día diferente en el IES Río Órbigo de Veguellina. Los alumnos acudieron disfrazados a clase y las clases no serían las habituales de cualquier viernes del curso. Había, eso, sí multitud de alternativas.
Un taller de cocina comandado por mujeres de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos, donde aprendieron a preparar algunos platos básicos, como el pisto o la tortilla, con los que luego saciarían el hambre sus compañeros a lo largo de la mañana.
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![[Img #34755]](upload/img/periodico/img_34755.jpg)
El sentido educativo de algunos de esos talleres pretendía modificar estereotipos; así las chicas en un taller de igualdad realizaron tareas de fontanería, mientras que los chicos aprendían a tejer con las manos.
![[Img #34756]](upload/img/periodico/img_34756.jpg)
![[Img #34758]](upload/img/periodico/img_34758.jpg)
También se realizaron cursos de programación con Scratch, de periodismo fotográfico, además de un cineforum.
El disfraz consiste en ser otro/a preservando la intimidad, más íntima si cabe. Las tareas cotidianas, en consonancia con el carnaval, también merecen de cuando en cuando desmontarse. Ese desorden vertiginoso y caótico nos hace desearla vuelta a lo cotidiano con mayor renuevo y pujanza.
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![[Img #34767]](upload/img/periodico/img_34767.jpg)
La mañana finalizó con un cuentacuentos a cargo de Manuel Ferrero centrado en los objetivos del milenio.
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Este viernes fue un día diferente en el IES Río Órbigo de Veguellina. Los alumnos acudieron disfrazados a clase y las clases no serían las habituales de cualquier viernes del curso. Había, eso, sí multitud de alternativas.
Un taller de cocina comandado por mujeres de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos, donde aprendieron a preparar algunos platos básicos, como el pisto o la tortilla, con los que luego saciarían el hambre sus compañeros a lo largo de la mañana.
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El sentido educativo de algunos de esos talleres pretendía modificar estereotipos; así las chicas en un taller de igualdad realizaron tareas de fontanería, mientras que los chicos aprendían a tejer con las manos.
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También se realizaron cursos de programación con Scratch, de periodismo fotográfico, además de un cineforum.
El disfraz consiste en ser otro/a preservando la intimidad, más íntima si cabe. Las tareas cotidianas, en consonancia con el carnaval, también merecen de cuando en cuando desmontarse. Ese desorden vertiginoso y caótico nos hace desearla vuelta a lo cotidiano con mayor renuevo y pujanza.
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La mañana finalizó con un cuentacuentos a cargo de Manuel Ferrero centrado en los objetivos del milenio.






