Samuel Yebra Pimentel
Sábado, 28 de Abril de 2018

Un círculo de lectores para los astorganos

 

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Francis Bacon en 'De dignitate et argumentis scientiarum' pondera la escritura como instrumento para preservar y transmitir el saber, pues tenía conciencia de esa maravilla que es la cultura como algo que hay que mantener en cada generación, como algo que pudiera perderse, caer en el olvido. Hoy no existe ese temor, pero la posibilidad está ahí aunque no venga del lado del olvido, porque la sociedad en la que vivimos si no es de riesgo es sociedad de catástrofe, de conciencia de fin de mundo.


En la tercera fase del conocimiento en la que nos encontramos, en opinión de  de Raffaele Simone, la manera de acceso a los conocimientos ha cambiado, siendo ahora más visual que escrita.


Si como parece, el modo de acceso al mensaje influye en su contenido, “la escritura nos permite un saber más articulado, más refinado, más complejo” que el que obtenemos a partir de imágenes; además como decía Lamberto Maffei en su ‘Alabanza de la lentitud’, el modo lineal de acceso al saber  funciona al paso y a la manera de procesar del cerebro, permitiendo más facilmente la conceptualización contra la diseminación nietzschiana.


Se ha producido un cambio en la naturaleza del saber, posiblemente con mayor desorden mental, mayor desarticulación, con muchos vacíos en la linealidad y un desplazamiento del lenguaje a formas menos precisas y mal estructuradas.


Y sin embargo cada día se publican más libros, da lo mismo que sean impresos o digitales, y por ello habría que suponer que los lectores/as abundan, a pesar del descenso comprobado de la capacidad de lectura o de la desalfabetización funcional. No se entiende muy bien esto, no cuadran los datos, tal vez se deba a la necesidad editorial de publicar más y más lo que obliga a imprimir esa cantidad de libros que quedarán sin leer.


En Astorga los libreros/as se quejan de que ya no se compran ni leen libros como antes. Se venden algunas novedades, algunos Best Sellers. Todos/as leen lo mismo.


Recientemente, lleva ya cuatro meses, ha surgido como por encanto en Astorga, un ‘círculo de lectores’ que viene a ser como un ‘círculo de tiza caucasiano’ protector de la lectura. De momento pertenecen a él unas veinte personas que leen durante un mes un libro para luego comentarlo. Se reúnen e intercambian sus puntos de vista. La idea es aprovechar a los autores accesibles por ‘Tardes de autor’ o a aquellos que se tengan más a mano, para leer uno de sus libros y comentarlo con el propio escritor de una manera desenfadada, como se hacía en el Banquete de Platón, hablar de una manera natural de lo que es más profundo e importante ante un aperitivo y unas libaciones.


El 'Club de Lectores Marcelo Macías' hasta ahora se reúne un martes al mes a las cinco y media de la tarde en el salón de un restaurante de la ciudad, estando abierto a quienes quieran participar.


En su último encuentro llevaron leído ‘El raro extravío del viajante Eterio en el pinar de Xaudella’ de Andrés Martínez Oria, y fue una delicia comprobar las múltiples lecturas que admite el relato y que el escritor allí presente en ningún caso desmintió.

 

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