Esteban Carro Celada
Domingo, 15 de Julio de 2018

Un negocio de arriería en Santiago Millas (VII)

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(...)

 

Estamos en vísperas de nuevos acontecimientos. Santiago Alonso Cordero espera extender el negocio, ampliando la conducta que ya no será solo la de Galicia y ambas Castillas, sino el País Vasco y aún de Francia.

 

Ha metido pliego y está esperando que le den respuesta, en este sentido insta a Francisco a que se traslade a la Corte. Era una nueva experiencia de la compañía y desea inaugurar él  mismo esta conducta que seguramente se hará desde Burdeos, pasando por las principales capitales vascas. Da la impresión, por el conjunto de cartas, de que a Francisco no le ha sentado bien la cosa. Es algo que le saca de sus casillas. Sorprendemos en una carta el problema en su momento aún álgido, cuando no se ha resuelto: “Nada tengo que decir sino que te portes bien, pues habiendo dado orden con tanta prisa que vinieses ni te has meneado. Gracias a que aún nada se ha resuelto por haberse opuesto el Ministro de Hacienda (20 de abril de 1833), pero todavía no se sabe en qué quedará, por lo que conviene te dispongas a venir a esta, a la mayor brevedad, pues si saliese, no sé cómo había de dejar la Caja abandonada por marchar.”

 

Santiago también está haciendo su casa de Santiago de Millas. Se lo menciona a Bernardino en la carta de estos días: “Se ha opuesto el ministro de Hacienda, sin embargo puede resolver de un momento a otro, además que necesito irme para la obra de casa.”

 

Se trata de que ha presentado pliego para la contrata de la Real Conducta.

 

Conocemos que la liquidación presentada por Santiago Alonso Cordero fue aprobada. 

 

 

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¿Qué sucederá? No hemos de esperar mucho al desenlace de esta nueva aventura económica de los Alonso Cordero. En tanto la conducta se organiza en sus diferentes variantes: Pedro a Galicia, Miguel la conducta de Castilla por Salamanca, mientras que Gabriel la emprenderá por la línea de Valladolid partiendo de Santiago de Millas, “para seguir desde allí viaje, según las órdenes”. (27 de  abril de 1833).

 

Miguel llegará hasta Labajos lo mismo que Gabriel, pero aquel le entregará la conducta a este para volverse inmediatamente a Santiago de Millas, mientras Miguel sigue hasta la Corte. Y aquí en la Corte nos testifica Santiago que consigue la negociación de 150 medias onzas portuguesas a ocho reales y que “la plata suelta y las barras se han fundido; a cuya operación hemos asistido personalmente, haciéndolo todo dos barras.”

 

Un incidente turba las buenas relaciones amistosas con toda España. Hasta este mismo incidente será borrado, y quedará en tablas.

 

El suceso lo provoca una carta, desde Orense, por parte de Santiago Sáenz Martínez. Extractamos algunos párrafos que plantean el nudo gordiano. Asegura que “ha sido sumamente extraño el lenguaje poco regular y arreglado que hemos usado con su amigo don Manuel de la Cuesta”. Frente a esta inculpación alegan los maragatos la presencia del dependiente de la compañía y de otro caballero. “No ha habido tales quejas, sino que usted no tuviera confianza para pedirnos, con cuatro letras, el favor, que se lo concedíamos, sin que presentara una letra a la vista.” Luego  tercia  el argumento y dan una explicación de por qué el Señor Cuesta ha pretendido enrevesar la conversación mantenida con ellos. El trueque de la conversación habrá sido “con el objeto de enemistar: acaso quejoso de si ha visto o no nuestra correspondencia, particularmente cuando el asunto de los decimales con que así persuadir a usted de esta verdad y esté persuadido de que no deseamos sino complacerle y seguir toda la amistad y buena armonía que hasta ahora hemos disfrutado.”

 

Merece la pena transcribir toda la carta: “Revisamos Su estimada del 29 del pasado y dejando a un lado asuntos de conformidad le manifestamos contestar al contenido de su escrito del 10 en sentido equivocado pues en él no hacíamos si no referida respuesta que dábamos a usted.  Franco Orense del Padrón diciéndole teníamos propósito de dirigirle letra a 20 días vista,(...) Y que cuando fuese esta moneda le abonaríamos de hecho el 2%, más el fijar este cambio nada tenía que ver con usted por ser solo relación de lo escrito al otro y deseosos de no separarnos jamás de la amistad y buena armonía que seguimos ansiosos de que nos dijese su parecer, dispuestos así encontráramos por su parte alguna aunque pequeña queja separarnos de esto, pues siempre que se reduzca su cuota alcanzando cambio de 3/4% nos acomodaba se hiciese por su mediación, dándole la preferencia bajo este supuesto confiábamos procurara reducir la calderilla a fin de que se hayan prontos todos los fondos para cuando se presente nuestro comisionado Pedro García Matanzo. Nos ha sido sumamente extraño el lenguaje poco regular y arreglado que hemos usado con un amigo de Don Manuel de la Cuesta, y como ignoramos cual sea, nos es a nosotros muchísimo más extraño no tanto que el referido señor Cuesta haya escrito lo que le haya parecido, sino el que usted nos haya hecho tan poco favor que nos crea capaces de hablar ni tratar mal a nadie, pues bien sabe estamos acostumbrados a tratar con comerciantes y diremos a usted literalmente lo que pasó a presencia del dependiente y otro caballero que se hallaba en esta casa. Se presentó con la letra y se le dijo era corriente, entrando en Conversación extrañábamos que teniendo nosotros fondos en poder de usted no nos la dirigiese, contestó que necesitaba usted fondos en esta y entonces nos dimos por quejosos como lo hacemos de que no haya dispuesto de las cantidades que pudiese necesitar, pues no deseamos sino complacerle según le tenemos demostrado y le dijimos que si era cierto necesitaba fondos con solas dos letras que hubiera puesto le hubiésemos entregado todo cuanto hubiese sido necesario. No pasó ni más ni menos que lo que le dejamos dicho y se conoce que el señor de Cuesta ha trocado la conversación con el objeto de enemistar, acaso quejoso de si ha visto no una correspondencia, particularmente cuando el asunto de decimales con que así persuadirse usted de esta verdad y este persuadido de que no deseamos sino complacerle y seguir toda la amistad y buena armonía que hasta ahora hemos disfrutado, por lo que consideramos tanto este punto como el anterior concluido.”

 

 

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Otro asunto importante y casi de relámpago sale ahora en estas jornadas febricitantes de Santiago Alonso Cordero. Escribe a Mondoñedo, por si el corresponsal es capaz de poner “en La Coruña y Ferrol algunas partidas de 20000 duros o acaso más, para asuntos del Real Servicio, aunque no hubiese fondos nuestros si podría disponerlos por usted o por su cuenta corriente, escoltados con Carabineros desde esa, abonándole el 1% nosotros.” Es una operación que desea hacer en pocas horas, casi por correo. A la par le escribe a Juan Francisco Barrié de la Coruña: “Habiendo necesitado ayer ( 7 de mayo de 1833) para remitir por extraordinario el Señor Intendente General de Marina 20000 duros en letras para un asunto del Real Servicio, no pudieron encontrar sino 3000 que libró el banco, 6000 de los tres Iribarren... por cuya razón me obligaron a que les facilitase y habiendo hecho presente que, dentro de 4 o 6 días después de la llegada del correo, podría ponerlos, por tener un comisionado recaudando millón y medio de Reales por toda Galicia, se me arguyó sino tenía casa donde pudiesen suplirlos, por tan corto tiempo”.  Y es el señor Barrié quién les hace este favor.

 

Pero Santiago Alonso Cordero moviliza todos los resortes. Manda una carta para que el comisionado Matanzo no se detenga en Lugo. Escribe a su cuñado Bernardino para este asunto de los 220000 reales. Le comunica que les abonan, en la operación un dos y medio por cien. Por si no llega el dinero le manda que entre todos los familiares de Santiago Millas reúnan 11000 duros. Bernardino se pone en camino. Escribe a Santiago, a su cubículo de Madrid, desde Trabadelo.  A  Bernardino le suben cantando, en lo alto del puerto de Piedrafita estas palabras de la carta de su cuñado: “Ya ves,  estamos comprometidos con el Señor Intendente General de Marina y con todo el ministerio. Bien conoces también lo pagan. Por cuyas razones, no se puede retardar ni un solo cuarto de hora y yo no admito excusa alguna.”

 

La carta es enorme, larguísima: “Va repetido veinte veces para no errar”. Flota en ella una especie de animada ingenuidad, por la operación. Un deseo de prestigio para hacerlo bien. Y remueve varias personas, colocando en batería diversas soluciones, muy meditada por si alguna falla. En la posdata agrega: “Roldán anda listo y con deseos de que yo me marche, lo que ya no verificaré, sin que él lo haga primero. Mucho se pierde por no estar todos aquí porque son gastos en todas partes y la ganancia sale solamente de esto. Soriano volvió a Bilbao, San Sebastián, Vitoria y Burgos y solo del primer punto trae más de tres millones; ya te avisaré de todo y más que desea”.

 

En este sentido acabamos de ver cómo los negocios iban con toda prosperidad en este momento, “abriéndose un abanico de posibilidades con la encomienda de la conducta para diversos organismos oficiales en la zona Vasco Navarra y Este de Castilla.”

 

 

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Parte del tiempo lo dedica a mandar a un chico para colocar 564 doblas portuguesas, valoradas en 170 reales cada una. En Santiago de Millas no escriben. Acaba de celebrarse “la función de mayo” y él le desea mejoría, porque se han sometido a una sangría física “Tanto tú, le dice a Bernardino, como hermana, os habrán sangrado y me alegraré que estéis enteramente buenos”.

 

Continuará en septiembre.

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