El otro maltrato
![[Img #40823]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2018/5315_barcelona-segundo-y-tercer-dia-158.jpg?34)
“…Pero a mí lo que me preocupa es el otro maltrato, el que no deja marcas en la piel”. (Walter Riso)
Existe una violencia frecuente y terca que usa como arma las palabras, las miradas y los gestos, que no deja marcas en el cuerpo, ni heridas visibles, pero que daña emocionalmente y duele. Me refiero a la violencia psicológica contra las mujeres. Una violencia casi imperceptible por silenciosa, desconocida en ocasiones, que deja con cada insulto y cada humillación una huella que mina su autoestima y la incapacita.
En ocasiones las parejas discuten, se regañan e incluso se insultan, pero suelen terminar en perdón, tolerancia y compromisos para mejorar. El abuso psicológico es distinto, no es un desliz puntual, sino una forma de relacionarse en la que el maltratador persigue que la mujer rompa con su familia, con sus amistades y el trabajo, intenta que rompa con su pasado, sus recuerdos y relaciones, y arremete contra su forma de ser con críticas y reproches, en privado y en público, contra sus aficiones, sus gustos, sus defectos, etc. Táctica que suele conseguir un verdadero lavado de cerebro que la anula y que suele ser una antesala de los golpes y otro tipo de agresiones físicas.
“Si tienes que anularte o destruirte para que tu pareja sea feliz, estás con la persona equivocada” (Walter Riso. Doctor en Psicología)
Todo esto es lo que sufrió Cristina durante los años que vivió con su pareja, un hombre que la gritaba, insultaba y acosaba, que le hacía la vida imposible, al que disculpó en muchas ocasiones y al que no era capaz de denunciar. La incomprensión y la incredulidad le hicieron desistir de hacerlo en algunas ocasiones que lo intentó.
Un día, después de un episodio de extrema crueldad, cargada de valor y acompañada por su hermana, decidió denunciarlo en la Comisaría. Cristina no pudo demostrar la violencia psicológica a la que estaba sometida y al no llevar estigmas físicos, el juez no decretó orden de alejamiento. Ella se vio obligada a dejar la casa donde vivían. Actualmente recibe un seguimiento psicológico y con la ayuda de algún medicamento está logrando salir de la depresión en la que desembocó su situación.
Uno de los aspectos más dañinos del maltrato psicológico es la difícil detección del mismo y el desamparo que viven las mujeres, ya que ante la carencia de secuelas físicas, en muchas ocasiones los jueces dejan sin medidas cautelares o en libertad al maltratador y a las mujeres desprotegidas.
Adela denunció a su marido por violencia psíquica y física, en la última riña éste la había empujado, tirado del pelo y un golpe en la nariz que la había hecho sangrar. El juez lo exculpó diciendo que la agresión física había sido un episodio aislado y de las psíquicas se limitó a decir que no estaban suficientemente demostradas.
Muchas sentencias de este tipo se deben a la falta de diligencia por parte de los juzgados para investigar de oficio lo denunciado por las mujeres y no dejarlas a los pies de los caballos, teniendo que ser ellas las que aporten evidencias y promuevan actuaciones, para que la investigación avance. No debemos obviar que los casos de violencia machista suelen ser el fruto de una violencia psicológica y sexual, habitual en un contexto de miedo, control y poder, y no se entiende porqué con estos datos, se deja en manos de las victimas la condena, dentro del proceso probatorio.
Hundidas anímicamente, sin apenas autoestima, el calvario judicial forma parte de esa estructura asfixiante y patriarcal que tanto las han hecho sufrir y que parece no tener fin.
Deben cambiar las leyes para proteger más a las mujeres víctimas de violencia machista, se debe educar a los hombres a no ser violentos, se debe instruir a los jueces para que entiendan la violencia sobre las mujeres, y no solo la que presenta daños físicos, si no también esa otra violencia silenciosa, la violencia psicológica.
“Si amarte implica hacer a un lado mi amor propio, mi vínculo contigo es tóxico: no me interesa”. (Walter Riso)
![[Img #40823]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2018/5315_barcelona-segundo-y-tercer-dia-158.jpg?34)
“…Pero a mí lo que me preocupa es el otro maltrato, el que no deja marcas en la piel”. (Walter Riso)
Existe una violencia frecuente y terca que usa como arma las palabras, las miradas y los gestos, que no deja marcas en el cuerpo, ni heridas visibles, pero que daña emocionalmente y duele. Me refiero a la violencia psicológica contra las mujeres. Una violencia casi imperceptible por silenciosa, desconocida en ocasiones, que deja con cada insulto y cada humillación una huella que mina su autoestima y la incapacita.
En ocasiones las parejas discuten, se regañan e incluso se insultan, pero suelen terminar en perdón, tolerancia y compromisos para mejorar. El abuso psicológico es distinto, no es un desliz puntual, sino una forma de relacionarse en la que el maltratador persigue que la mujer rompa con su familia, con sus amistades y el trabajo, intenta que rompa con su pasado, sus recuerdos y relaciones, y arremete contra su forma de ser con críticas y reproches, en privado y en público, contra sus aficiones, sus gustos, sus defectos, etc. Táctica que suele conseguir un verdadero lavado de cerebro que la anula y que suele ser una antesala de los golpes y otro tipo de agresiones físicas.
“Si tienes que anularte o destruirte para que tu pareja sea feliz, estás con la persona equivocada” (Walter Riso. Doctor en Psicología)
Todo esto es lo que sufrió Cristina durante los años que vivió con su pareja, un hombre que la gritaba, insultaba y acosaba, que le hacía la vida imposible, al que disculpó en muchas ocasiones y al que no era capaz de denunciar. La incomprensión y la incredulidad le hicieron desistir de hacerlo en algunas ocasiones que lo intentó.
Un día, después de un episodio de extrema crueldad, cargada de valor y acompañada por su hermana, decidió denunciarlo en la Comisaría. Cristina no pudo demostrar la violencia psicológica a la que estaba sometida y al no llevar estigmas físicos, el juez no decretó orden de alejamiento. Ella se vio obligada a dejar la casa donde vivían. Actualmente recibe un seguimiento psicológico y con la ayuda de algún medicamento está logrando salir de la depresión en la que desembocó su situación.
Uno de los aspectos más dañinos del maltrato psicológico es la difícil detección del mismo y el desamparo que viven las mujeres, ya que ante la carencia de secuelas físicas, en muchas ocasiones los jueces dejan sin medidas cautelares o en libertad al maltratador y a las mujeres desprotegidas.
Adela denunció a su marido por violencia psíquica y física, en la última riña éste la había empujado, tirado del pelo y un golpe en la nariz que la había hecho sangrar. El juez lo exculpó diciendo que la agresión física había sido un episodio aislado y de las psíquicas se limitó a decir que no estaban suficientemente demostradas.
Muchas sentencias de este tipo se deben a la falta de diligencia por parte de los juzgados para investigar de oficio lo denunciado por las mujeres y no dejarlas a los pies de los caballos, teniendo que ser ellas las que aporten evidencias y promuevan actuaciones, para que la investigación avance. No debemos obviar que los casos de violencia machista suelen ser el fruto de una violencia psicológica y sexual, habitual en un contexto de miedo, control y poder, y no se entiende porqué con estos datos, se deja en manos de las victimas la condena, dentro del proceso probatorio.
Hundidas anímicamente, sin apenas autoestima, el calvario judicial forma parte de esa estructura asfixiante y patriarcal que tanto las han hecho sufrir y que parece no tener fin.
Deben cambiar las leyes para proteger más a las mujeres víctimas de violencia machista, se debe educar a los hombres a no ser violentos, se debe instruir a los jueces para que entiendan la violencia sobre las mujeres, y no solo la que presenta daños físicos, si no también esa otra violencia silenciosa, la violencia psicológica.
“Si amarte implica hacer a un lado mi amor propio, mi vínculo contigo es tóxico: no me interesa”. (Walter Riso)






