El Maragato Cordero en el Congreso de los Diputados ( II )
![[Img #41515]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2019/1972_mendizabal0003.jpg)
(...)
El señor Domenech contesta a Santiago Alonso Cordero y a los que hablaron con él: Baeza, Acebo y Arce, como consecuencia de esta comparación de provincias. Domenech aseguró que no se atacaba allí impuesto, que se había hecho la distribución según la proporción que habían mandado las Diputaciones Provinciales.
Este fue el primer encuentro de oratoria que define al ‘Maragato’ como hombre positivo, comercial, del dato. Defensor de su provincia, de sus propios intereses y perfecto razonador. En pocas palabras sintetiza una visión muy objetiva de la provincia de León y de sus escasos aprovechamientos de sus fuentes de riqueza, por el contraste comercial con Valladolid y los puertos de Asturias. Todo esto lo conocía por propia experiencia de arriero. Utiliza la cita de alta conferencia, transmite la voz del pueblo sobre la longitud de la Guerra Carlista, y se profesa liberal, anticarlista y con unas tremendas ganas de terminar la contienda cuanto antes.
Para la Navidad, en la antevíspera de fin de año, se leen ante las Cortes dos proposiciones de Santiago Alonso Cordero, una sobre los bagajes. A nadie más que a Cordero le había afectado el problema del traslado de bagajes desde toda la parte de la Península. Tenía una experiencia enrabietada, y da cuenta de ella en una proposición. Pero aún hay más, este mismo día del 29 se lee otra proposición del mismo ‘Maragato’ sobre el modo de reemplazar los quintos “cuando en un pueblo haya un quebrado de número en la quinta”. Se alzaba con esta manifestación, porque veía en sus pueblos de Maragatería las haraganerías y zancadilladas que se cometían al amparo de una ley, que en muchos casos, en su aplicación se convertía en injusta.
Como es preceptivo, al día siguiente, 30 de diciembre, se leyó por segunda vez “la proposición del Señor Cordero, sobre regularizar el servicio de bagajes”.
![[Img #41513]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2019/9834_escanear0001.jpg)
¿Qué presentaba a las Cortes nuestro flamante diputado? Tenemos el documento. Podemos reproducir de nuevo su discurso. Es este: “Señores, hace mucho tiempo que tenía deseos de presentar la proposición que acaba de leerse; y si lo he suspendido fue por ver a las Cortes ocupadas en discutir otros asuntos de mayor importancia tales como las bases de reforma, las medidas extraordinarias; pero ahora que ya las veo desembarazadas de todo esto, creo de mí deber llamarles la atención sobre los graves perjuicios que se sufre en el servicio de bagajes y la monstruosa diferencia con que se da en unas provincias respecto de otras. En algunas está sumamente arreglado, sin necesidad de ley alguna; pero en otras hay indecible arbitrariedad cuál es la que se ve en la Corte. En la Corte, señores, donde debía darse ejemplo de regularidad y buen orden. Pero desgraciadamente no es así. En esta provincia es donde se usan mayores arbitrariedades y tropelías y no está muy lejos el día en que se verifique una muy notable.”
“El lunes pasado a un infeliz arriero, en el puerto de Guadarrama, porque reconvino a un soldado para que descargarse su cólera en una acémila, diciéndole se exponía a romper la caja del fusil y tendría que pagar al regimiento, le costó la vida, quedando en el sitio. Esto es un abuso intolerable y la carga de bagajes no debe dar lugar a ellos. Debe sufrirla, cada uno en su provincia, hacerla como se hace en otras, por cuarteles o contratas. De este modo, nadie se excusa. Así sucede en mi provincia, donde no hay privilegios. Todo el mundo contribuye al servicio, hasta gustoso. Pero en Madrid, aunque hay que buscar bagajes, se hace de un modo casi increíble a no verlo. Además, desde que hay muchas mulas para paseo y para coches, que se exceptúan de esta tarea, no sé por qué; y lo que es peor es que hay muchas en las posadas que no sirven para la carga de bagajes, pero sí para salir a robar a los transeúntes; además de esto se buscan con una arbitrariedad espantosa. Si se necesitan veinte, se reparten los alguaciles en su busca, de un modo raro. Uno se encarga de buscar las veinte que verdaderamente se necesitan, y los demás se reparten por las calles donde hay posadas, para sacar dinero y he visto hasta sacar media onza por dejar libre una galera ya cargada. Dejo aparte otros excesos que pasan por los pueblos, pues podría citar muchos ejemplos sobre el particular y me contentaré con uno solo de un pobre trajinero de Labajos a quién han arruinado enteramente, porque tratando de escapar con su carro desde las Rozas, y el alguacil del pueblo oponérsele, tuvo la desgracia de romper con la rueda un muslo a este y las resultas le han costado caro; las mulas y más de 6000 reales en que tuvo que vender la poca hacienda que tenía. Yo, señores, no sé hablar con frases pomposas, pero digo la pura verdad. Soy amigo de remediar las desgracias o evitarlas. Soy enemigo de todas arbitrariedad, de toda vejación, mayormente cuando no es necesaria y por lo tanto para no molestar más, diciendo que mi proposición no tiene más objeto que el que se regularize esa carga de bagaje que ahora pesa desigualmente sobre las provincias”.
![[Img #41514]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2019/1729_escanear0002.jpg)
![[Img #41512]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2019/2869_escanear0003.jpg)
Después de esta defensa, el señor Fontán pidió que, puesto que se había mandado pasar a la Comisión de Diputaciones Provinciales, se despachará con urgencia.
¿No han reafirmado ustedes ese gesto de honradez del maragato con el dato concreto? Santiago Alonso Cordero, el humanitario. Ha captado la anécdota del pueblo en estos casos sangrientos. Se ha proclamado horro de pomposidades retóricas, pero de una entereza que admira: “Digo la pura verdad”. Santiago Alonso Cordero, en aquel ambiente de politiquería era un profético. Un descubridor de los males del pueblo bajo, que pretendía que fueran eliminados desde las altas esferas.
Pero la sesión de este día, casi final de año era ‘corderiana’. Otra proposición fue leída después de la defensa de la anterior. Se lee por segunda vez la proposición, como es de rigor y está establecido en el Reglamento de las Cortes Españolas. La tal proposición fue entregada a una Comisión Especial de Cortes, ya en funcionamiento la de Reemplazos Especiales. Su propuesta se formula en estas palabras leídas por el secretario: “Que el pueblo a quien haya correspondido o correspondiese un quebrado de quinto y echa suerte con otro y haya quedado libre, no tenga luego obligación a reemplazarlo; y para que el pueblo a quien, en igual caso, hubiese tocado la suerte pueda redimirla, mediante la cantidad que las Cortes tengan a bien acordar.”
(Continuará)
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El señor Domenech contesta a Santiago Alonso Cordero y a los que hablaron con él: Baeza, Acebo y Arce, como consecuencia de esta comparación de provincias. Domenech aseguró que no se atacaba allí impuesto, que se había hecho la distribución según la proporción que habían mandado las Diputaciones Provinciales.
Este fue el primer encuentro de oratoria que define al ‘Maragato’ como hombre positivo, comercial, del dato. Defensor de su provincia, de sus propios intereses y perfecto razonador. En pocas palabras sintetiza una visión muy objetiva de la provincia de León y de sus escasos aprovechamientos de sus fuentes de riqueza, por el contraste comercial con Valladolid y los puertos de Asturias. Todo esto lo conocía por propia experiencia de arriero. Utiliza la cita de alta conferencia, transmite la voz del pueblo sobre la longitud de la Guerra Carlista, y se profesa liberal, anticarlista y con unas tremendas ganas de terminar la contienda cuanto antes.
Para la Navidad, en la antevíspera de fin de año, se leen ante las Cortes dos proposiciones de Santiago Alonso Cordero, una sobre los bagajes. A nadie más que a Cordero le había afectado el problema del traslado de bagajes desde toda la parte de la Península. Tenía una experiencia enrabietada, y da cuenta de ella en una proposición. Pero aún hay más, este mismo día del 29 se lee otra proposición del mismo ‘Maragato’ sobre el modo de reemplazar los quintos “cuando en un pueblo haya un quebrado de número en la quinta”. Se alzaba con esta manifestación, porque veía en sus pueblos de Maragatería las haraganerías y zancadilladas que se cometían al amparo de una ley, que en muchos casos, en su aplicación se convertía en injusta.
Como es preceptivo, al día siguiente, 30 de diciembre, se leyó por segunda vez “la proposición del Señor Cordero, sobre regularizar el servicio de bagajes”.
¿Qué presentaba a las Cortes nuestro flamante diputado? Tenemos el documento. Podemos reproducir de nuevo su discurso. Es este: “Señores, hace mucho tiempo que tenía deseos de presentar la proposición que acaba de leerse; y si lo he suspendido fue por ver a las Cortes ocupadas en discutir otros asuntos de mayor importancia tales como las bases de reforma, las medidas extraordinarias; pero ahora que ya las veo desembarazadas de todo esto, creo de mí deber llamarles la atención sobre los graves perjuicios que se sufre en el servicio de bagajes y la monstruosa diferencia con que se da en unas provincias respecto de otras. En algunas está sumamente arreglado, sin necesidad de ley alguna; pero en otras hay indecible arbitrariedad cuál es la que se ve en la Corte. En la Corte, señores, donde debía darse ejemplo de regularidad y buen orden. Pero desgraciadamente no es así. En esta provincia es donde se usan mayores arbitrariedades y tropelías y no está muy lejos el día en que se verifique una muy notable.”
“El lunes pasado a un infeliz arriero, en el puerto de Guadarrama, porque reconvino a un soldado para que descargarse su cólera en una acémila, diciéndole se exponía a romper la caja del fusil y tendría que pagar al regimiento, le costó la vida, quedando en el sitio. Esto es un abuso intolerable y la carga de bagajes no debe dar lugar a ellos. Debe sufrirla, cada uno en su provincia, hacerla como se hace en otras, por cuarteles o contratas. De este modo, nadie se excusa. Así sucede en mi provincia, donde no hay privilegios. Todo el mundo contribuye al servicio, hasta gustoso. Pero en Madrid, aunque hay que buscar bagajes, se hace de un modo casi increíble a no verlo. Además, desde que hay muchas mulas para paseo y para coches, que se exceptúan de esta tarea, no sé por qué; y lo que es peor es que hay muchas en las posadas que no sirven para la carga de bagajes, pero sí para salir a robar a los transeúntes; además de esto se buscan con una arbitrariedad espantosa. Si se necesitan veinte, se reparten los alguaciles en su busca, de un modo raro. Uno se encarga de buscar las veinte que verdaderamente se necesitan, y los demás se reparten por las calles donde hay posadas, para sacar dinero y he visto hasta sacar media onza por dejar libre una galera ya cargada. Dejo aparte otros excesos que pasan por los pueblos, pues podría citar muchos ejemplos sobre el particular y me contentaré con uno solo de un pobre trajinero de Labajos a quién han arruinado enteramente, porque tratando de escapar con su carro desde las Rozas, y el alguacil del pueblo oponérsele, tuvo la desgracia de romper con la rueda un muslo a este y las resultas le han costado caro; las mulas y más de 6000 reales en que tuvo que vender la poca hacienda que tenía. Yo, señores, no sé hablar con frases pomposas, pero digo la pura verdad. Soy amigo de remediar las desgracias o evitarlas. Soy enemigo de todas arbitrariedad, de toda vejación, mayormente cuando no es necesaria y por lo tanto para no molestar más, diciendo que mi proposición no tiene más objeto que el que se regularize esa carga de bagaje que ahora pesa desigualmente sobre las provincias”.
Después de esta defensa, el señor Fontán pidió que, puesto que se había mandado pasar a la Comisión de Diputaciones Provinciales, se despachará con urgencia.
¿No han reafirmado ustedes ese gesto de honradez del maragato con el dato concreto? Santiago Alonso Cordero, el humanitario. Ha captado la anécdota del pueblo en estos casos sangrientos. Se ha proclamado horro de pomposidades retóricas, pero de una entereza que admira: “Digo la pura verdad”. Santiago Alonso Cordero, en aquel ambiente de politiquería era un profético. Un descubridor de los males del pueblo bajo, que pretendía que fueran eliminados desde las altas esferas.
Pero la sesión de este día, casi final de año era ‘corderiana’. Otra proposición fue leída después de la defensa de la anterior. Se lee por segunda vez la proposición, como es de rigor y está establecido en el Reglamento de las Cortes Españolas. La tal proposición fue entregada a una Comisión Especial de Cortes, ya en funcionamiento la de Reemplazos Especiales. Su propuesta se formula en estas palabras leídas por el secretario: “Que el pueblo a quien haya correspondido o correspondiese un quebrado de quinto y echa suerte con otro y haya quedado libre, no tenga luego obligación a reemplazarlo; y para que el pueblo a quien, en igual caso, hubiese tocado la suerte pueda redimirla, mediante la cantidad que las Cortes tengan a bien acordar.”
(Continuará)