Patrilínea feminista: La mística de la masculinidad
![[Img #42217]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2019/9890_orgullo-1.jpg)
¿Cuál es la diferencia de la mujer? Yo no estoy tan seguro: Cualidades como formadoras, la ética compasiva, el pensamiento contextual. Algo que también se postulaba en la época Victoriana, ‘la de la inferioridad mental de la mujer’.
Pero, si fuera así ¿Cuáles serían sus causas? ¿Creen ustedes que un gobierno exclusivo de mujeres generaría un modelo más amable de vida pública? Una hipótesis aún por comprobar. Tal vez esas cualidades específicamente femeninas pasen a día de hoy inadvertidas. ¿Qué les parecería para un futuro gobierno de Sánchez, tras las próximas elecciones, un gobierno de ministras en las que él pasará a segundo plano? Un experimento más que mental que estaría bajo la lupa de todo el mundo.
En estos días en las manifestaciones hemos visto que se reivindica el reconocimiento del ‘trabajo del cuidado’, un trabajo tradicionalmente femenino que como ya decía por los 90 Gloria Poal Marcet, en ‘Entrar, quedarse, avanzar’, no contabiliza en el PIB de las naciones.
Todavía se mantiene el peligro de que solamente se considere trabajo el cuidado realizado por cuenta ajena y continuemos con el ensalzamiento de ‘la dedicación a la vida’ y el cuidado familiar realizado por la mujer, sin equipararlo económicamente al trabajo realizado para el mercado. A lo mejor lo que hemos logrado es un reconocimiento sin pasta de la labor de la mujer en el hogar que hasta ahora les había sido negado. (Lo que no dejaría de ser una variante sentimental del confinamiento de la mujer en su familia, en su patrilínea de antañones primos cruzados. Yo añadiría que por la causa y al resplandor de la hoguera.)
Algo de esto vino a proponer un cierto feminismo de la diferencia norteamericano, de antes del fin del milenio, Carol Guillian en ‘Una voz diferente’. Esta diferencia reconocible en la mujer si no estaba en la naturaleza, procedería de la cultura. Pero la cultura es la que ha mantenido a la mujer en ese estado de postración. Regresar a naturaleza como forma de explicación de unos supuestos comportamientos diferentes puede ser un arma peligrosa en manos de políticos de tendencias ‘masculinistas’.
Elizabeth Wolgast afirma por ejemplo que “la igualdad puede llegar a ser discriminatoria contra las mujeres si no satisface sus especiales necesidades.” Una manera eufemística de reivindicar lo biológico. Este asunto (lo biológico) solo debería de considerarse cuando los derechos sociales y la igualdad de oportunidades estuvieran totalmente garantizados.
No somos dos especies afirma Zella Luría, tan solo dos sexos.
Pero hay otra posible deriva a esa determinación social del género asociado a los sexos, y es la posibilidad de escapar a ella. Manifestando las constricciones sociales que fijan los papeles y valores transmitidos.
Son dos posicionamientos ante la diferencia. La reacción asume la primera forma, ama la naturaleza, aunque no para de agredirla y contaminarla; el otro permite reinventar otras maneras más justas de participar en la vida social, ciudadana y privada (es más existencial, la mujer no nace, se hace, mejor dicho ha sido hecha.)
Los primeros son los muditos de Vox, el PP de Casado y la nueva parodia hiperlíquida e hiperbórea de Ciudadanos, que pretenden secuestrar los valores de la familia, cuando de lo único que hablan es de un específico modo de entenderla. Solo uno de los modos y no parece que sea el más justo. (Por eso cuando los dirigentes del PP hablan de proteger a la mujer están pensando en proteger esa forma tradicional de familia. Solo tímidamente hablan de tareas compartidas al 50% por supuesto que de otras formas de familia ni hablar. Tal vez tengan urgencia de algún máster de antropología cultural, con asistencia controlada y trabajo final.)
Los predicadores de la nueva cultura del macho, los trifálicos de protésico pelo en pecho y mares de testosterona, coño, si se miraran, tendrían que verse a sí mismos, tras las manifestaciones del 8 de Marzo, al margen de la sociedad. Intentan reponer un orden social que ya sólo existe en su imaginación.
Es entonces cuando liberan la retórica melismática que desvirtuando expresiones de origen feminista las retuerce:
“A favor de la vida” es una forma sutil de oponerse a la decisión de la mujer a tener o no tener hijos. También las exenciones de impuestos a partir de tantos o cuantos más hijos; o el paternalismo en favor de la maternidad como forma de impedir el ascenso de la mujer en el mundo laboral (PP)
Surgen de pronto, y para fines electoralistas, feminismos alternativos que se apellidan liberales. Arguyendo que la verdadera libertad puede consistir en entrar en la jaula por decisión propia, como se diría de la heroína y de tantas dependencias auspiciadas desde la presión económica: “Libérate de la dependencia del feminismo”. Libérate de tu libertad y... Pero no se te ocurra intentar liberarte de tu presunta naturaleza femenina, de tu instinto maternal en esa forma que te hace dependiente del macho. Pactarás con él tu dependencia. Parirás con dolor. No cometerás actos impuros. No fornicarás etc.
Algo tendrá esa domesticación de negativa, también para quienes la proponen, cuando pintarrajean: “no es violencia de género es violencia doméstica” con lo que tampoco podrán decir que el movimiento feminista es un movimiento contra la familia, al menos mientras ese autobús proclame la violencia doméstica como existente y tal vez dada por la naturaleza agresiva del sapiens sapiens ¿A qué forma de domesticación se están refiriendo? Como en los perros (...) que diría Panero.
De la sexualidad, en esa concepción exigua de entender la familia, en la cual se reproduce con harta frecuencia la ‘violentación de la esclava por el amo’, ni hablar. Del sexo y la afectividad, ni hablar, y precisamente ahora que hemos perdido los confesionarios. Este es el verdadero origen del nuevo desorden amoroso. La escasez de educación en afectividad y sexualidad.
Beverly LaHalle, una feminista de la reacción, procedente de las filas evangélicas, manifiesta en ‘The act of marriage: The beauty of sexual love’, -una variante para monjitas y obispillos de ‘El goce de amar’-: “Tu Padre Celestial colocó el clítoris donde está para que disfrutes de él”. Para nada más dejar de escribir esa frasecita, dirigir un contraataque contra el feminismo movilizando a un gran ejército de mujeres con la intención de recluirlas en el hogar. Garantizado un clítoris más neurótico y proclive a fantasías, eso será. ¿De qué hablarían en sus grupos de 'plegaria y acción', dando rienda suelta un clítoris poseso y en posesión de su amo y señor?:
“Señor nuestro, te pedimos que la Ley de Violencia de Género sea revocada por las Cortes que salgan de las elecciones del 28 de abril.” “Te pedimos, oh Señor, que confundas los planes de nuestros enemigos, especialmente los de Sánchez, Iglesias y los de los ‘golpistas catalanes’.” Eso será.
“Las almas de los hombres han sido desmanteladas.” Cuando el feminismo ganara todas las batallas nos habríamos quedado sin amor, insatisfechas y vacías, sin esa maravilla de amor impregnada del poder y sumisión. Con esa vaciedad propia de la esclava recién manumitida ¿Qué amor es ese del rey que se expresa en la sumisión de las súbditas?
Parodiando desde sus antónimos el dictamen de Michael Lewin en “Feminism and Freedon”, un ¿miembro? de la reacción masculinista: “Por descontado que ningún cuerpo de ideas puede acertar en todas las cosas (...) sin embargo, aún cuando el feminismo haya podido causar algún mal ‘per accidens’, no pienso hacerles perder el tiempo atacando las subvenciones a las casas de acogida para mujeres maltratadas; del mismo modo que si estuviera hablando del nazismo no insistiría en los buenos ratos que pasaron algunos supervivientes de Auschwitz ni en elogiar la eficacia del Ciclón B durante el régimen de Hitler.”
Pronto veremos, si dios no lo remedia, cursillos y mastercillos acreditados por Yale, aunque fueren en Majadahonda, como los que impartía Robert Bly, destinados a convertir a los ’calzonazos’ en ‘hombres de verdad’. Toda una mística de la masculinidad.
![[Img #42217]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2019/9890_orgullo-1.jpg)
¿Cuál es la diferencia de la mujer? Yo no estoy tan seguro: Cualidades como formadoras, la ética compasiva, el pensamiento contextual. Algo que también se postulaba en la época Victoriana, ‘la de la inferioridad mental de la mujer’.
Pero, si fuera así ¿Cuáles serían sus causas? ¿Creen ustedes que un gobierno exclusivo de mujeres generaría un modelo más amable de vida pública? Una hipótesis aún por comprobar. Tal vez esas cualidades específicamente femeninas pasen a día de hoy inadvertidas. ¿Qué les parecería para un futuro gobierno de Sánchez, tras las próximas elecciones, un gobierno de ministras en las que él pasará a segundo plano? Un experimento más que mental que estaría bajo la lupa de todo el mundo.
En estos días en las manifestaciones hemos visto que se reivindica el reconocimiento del ‘trabajo del cuidado’, un trabajo tradicionalmente femenino que como ya decía por los 90 Gloria Poal Marcet, en ‘Entrar, quedarse, avanzar’, no contabiliza en el PIB de las naciones.
Todavía se mantiene el peligro de que solamente se considere trabajo el cuidado realizado por cuenta ajena y continuemos con el ensalzamiento de ‘la dedicación a la vida’ y el cuidado familiar realizado por la mujer, sin equipararlo económicamente al trabajo realizado para el mercado. A lo mejor lo que hemos logrado es un reconocimiento sin pasta de la labor de la mujer en el hogar que hasta ahora les había sido negado. (Lo que no dejaría de ser una variante sentimental del confinamiento de la mujer en su familia, en su patrilínea de antañones primos cruzados. Yo añadiría que por la causa y al resplandor de la hoguera.)
Algo de esto vino a proponer un cierto feminismo de la diferencia norteamericano, de antes del fin del milenio, Carol Guillian en ‘Una voz diferente’. Esta diferencia reconocible en la mujer si no estaba en la naturaleza, procedería de la cultura. Pero la cultura es la que ha mantenido a la mujer en ese estado de postración. Regresar a naturaleza como forma de explicación de unos supuestos comportamientos diferentes puede ser un arma peligrosa en manos de políticos de tendencias ‘masculinistas’.
Elizabeth Wolgast afirma por ejemplo que “la igualdad puede llegar a ser discriminatoria contra las mujeres si no satisface sus especiales necesidades.” Una manera eufemística de reivindicar lo biológico. Este asunto (lo biológico) solo debería de considerarse cuando los derechos sociales y la igualdad de oportunidades estuvieran totalmente garantizados.
No somos dos especies afirma Zella Luría, tan solo dos sexos.
Pero hay otra posible deriva a esa determinación social del género asociado a los sexos, y es la posibilidad de escapar a ella. Manifestando las constricciones sociales que fijan los papeles y valores transmitidos.
Son dos posicionamientos ante la diferencia. La reacción asume la primera forma, ama la naturaleza, aunque no para de agredirla y contaminarla; el otro permite reinventar otras maneras más justas de participar en la vida social, ciudadana y privada (es más existencial, la mujer no nace, se hace, mejor dicho ha sido hecha.)
Los primeros son los muditos de Vox, el PP de Casado y la nueva parodia hiperlíquida e hiperbórea de Ciudadanos, que pretenden secuestrar los valores de la familia, cuando de lo único que hablan es de un específico modo de entenderla. Solo uno de los modos y no parece que sea el más justo. (Por eso cuando los dirigentes del PP hablan de proteger a la mujer están pensando en proteger esa forma tradicional de familia. Solo tímidamente hablan de tareas compartidas al 50% por supuesto que de otras formas de familia ni hablar. Tal vez tengan urgencia de algún máster de antropología cultural, con asistencia controlada y trabajo final.)
Los predicadores de la nueva cultura del macho, los trifálicos de protésico pelo en pecho y mares de testosterona, coño, si se miraran, tendrían que verse a sí mismos, tras las manifestaciones del 8 de Marzo, al margen de la sociedad. Intentan reponer un orden social que ya sólo existe en su imaginación.
Es entonces cuando liberan la retórica melismática que desvirtuando expresiones de origen feminista las retuerce:
“A favor de la vida” es una forma sutil de oponerse a la decisión de la mujer a tener o no tener hijos. También las exenciones de impuestos a partir de tantos o cuantos más hijos; o el paternalismo en favor de la maternidad como forma de impedir el ascenso de la mujer en el mundo laboral (PP)
Surgen de pronto, y para fines electoralistas, feminismos alternativos que se apellidan liberales. Arguyendo que la verdadera libertad puede consistir en entrar en la jaula por decisión propia, como se diría de la heroína y de tantas dependencias auspiciadas desde la presión económica: “Libérate de la dependencia del feminismo”. Libérate de tu libertad y... Pero no se te ocurra intentar liberarte de tu presunta naturaleza femenina, de tu instinto maternal en esa forma que te hace dependiente del macho. Pactarás con él tu dependencia. Parirás con dolor. No cometerás actos impuros. No fornicarás etc.
Algo tendrá esa domesticación de negativa, también para quienes la proponen, cuando pintarrajean: “no es violencia de género es violencia doméstica” con lo que tampoco podrán decir que el movimiento feminista es un movimiento contra la familia, al menos mientras ese autobús proclame la violencia doméstica como existente y tal vez dada por la naturaleza agresiva del sapiens sapiens ¿A qué forma de domesticación se están refiriendo? Como en los perros (...) que diría Panero.
De la sexualidad, en esa concepción exigua de entender la familia, en la cual se reproduce con harta frecuencia la ‘violentación de la esclava por el amo’, ni hablar. Del sexo y la afectividad, ni hablar, y precisamente ahora que hemos perdido los confesionarios. Este es el verdadero origen del nuevo desorden amoroso. La escasez de educación en afectividad y sexualidad.
Beverly LaHalle, una feminista de la reacción, procedente de las filas evangélicas, manifiesta en ‘The act of marriage: The beauty of sexual love’, -una variante para monjitas y obispillos de ‘El goce de amar’-: “Tu Padre Celestial colocó el clítoris donde está para que disfrutes de él”. Para nada más dejar de escribir esa frasecita, dirigir un contraataque contra el feminismo movilizando a un gran ejército de mujeres con la intención de recluirlas en el hogar. Garantizado un clítoris más neurótico y proclive a fantasías, eso será. ¿De qué hablarían en sus grupos de 'plegaria y acción', dando rienda suelta un clítoris poseso y en posesión de su amo y señor?:
“Señor nuestro, te pedimos que la Ley de Violencia de Género sea revocada por las Cortes que salgan de las elecciones del 28 de abril.” “Te pedimos, oh Señor, que confundas los planes de nuestros enemigos, especialmente los de Sánchez, Iglesias y los de los ‘golpistas catalanes’.” Eso será.
“Las almas de los hombres han sido desmanteladas.” Cuando el feminismo ganara todas las batallas nos habríamos quedado sin amor, insatisfechas y vacías, sin esa maravilla de amor impregnada del poder y sumisión. Con esa vaciedad propia de la esclava recién manumitida ¿Qué amor es ese del rey que se expresa en la sumisión de las súbditas?
Parodiando desde sus antónimos el dictamen de Michael Lewin en “Feminism and Freedon”, un ¿miembro? de la reacción masculinista: “Por descontado que ningún cuerpo de ideas puede acertar en todas las cosas (...) sin embargo, aún cuando el feminismo haya podido causar algún mal ‘per accidens’, no pienso hacerles perder el tiempo atacando las subvenciones a las casas de acogida para mujeres maltratadas; del mismo modo que si estuviera hablando del nazismo no insistiría en los buenos ratos que pasaron algunos supervivientes de Auschwitz ni en elogiar la eficacia del Ciclón B durante el régimen de Hitler.”
Pronto veremos, si dios no lo remedia, cursillos y mastercillos acreditados por Yale, aunque fueren en Majadahonda, como los que impartía Robert Bly, destinados a convertir a los ’calzonazos’ en ‘hombres de verdad’. Toda una mística de la masculinidad.






