Coherencia/incoherencia
![[Img #43184]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2019/278_photofunia-1553561312-ok.jpg)
Probablemente sea por la edad, pero, hace ya un tiempo, que mis esfuerzos se centran en tratar de ser coherente, al menos, ser lo más coherente que pueda como manera de entender la vida y la forma de relacionarme con las personas con las que de una forma u otra forma interactúo.
Comenzaré por lo básico. ¿Qué es la coherencia? Nuestro diccionario la define como: “relación, conexión o unión de unas cosas con otras”. Un eminente psicólogo, en uno de los cursos de actualización que nos impartió no hace mucho tiempo, nos decía que “ser coherente es poseer la facultad de la coherencia y que por lo tanto una persona es coherente en tanto que sus ideas y hechos hayan sido consecuentes en el tiempo”. Eso no significa ser un negado o no aceptar nuestras equivocaciones. Ser coherente también es asumir errores y responsabilizarnos de decisiones tomadas.
En algún lugar leí que “lo malo de intentar quedar bien con todo el mundo, es que quedas fatal contigo mismo”.
Las personas podemos mostrar coherencia en nuestras actitudes o todo lo contrario. Cuando una persona dice una cosa pero hace la contraria, muestra una contradicción que genera una sensación de poca coherencia frente al interlocutor, al que decepciona porque le había generado falsas expectativas.
Falta de coherencia es decir hoy blanco y si mañana me resulta más conveniente optar por el negro. Inadmisible aunque frecuente, pero repetido hasta la saciedad en la clase política, por ejemplo. En este caso, un político será coherente si no realiza promesas imposibles de cumplir ni distorsiona la realidad. Incoherencia es ir a manifestarte por un planeta más limpio y tirar el envoltorio del bocadillo al suelo o dejar sembrado el suelo de botellas y porquería en la primera fiesta a la que asistas. Incoherencia es pedir libertad y respeto y desnudarte en el altar de una iglesia. Incoherencia es criticar a los que viven en chalets con piscinas y luego comprarse uno de esas características. Incoherencia es utilizar mentiras con nuestros hijos y recriminarle que ellos lo hagan. No es coherente llegar a presidente por la puerta de atrás pactando con el populismo, cuando antes has dicho que jamás lo harías. Incoherente es que parte de tu vida hayas criticado el comportamiento o la forma de ser de una persona y luego la idolatres por intereses personales.
Estos son solo algunos ejemplos de lo que es una persona incoherente. Una persona que al no poder mantener sus propias ideas y convicciones, pierde la autoridad sobre sí mismo y sobre los demás. Lo que le invalida como modelo a seguir.
Una personalidad coherente, es una filosofía de vida, tan sencilla que a veces nos olvidamos de aplicarla. Otras veces la ignoramos por intereses pretendidos. Se dice que se cae en la incoherencia cuando existe una falta total de coherencia entre varias ideas o acciones, cuando se dice una cosa y se realiza otra que contradice lo dicho, algo con lo que, para nuestra desgracia, nos estamos acostumbrando a vivir.
“Uno se convierte en lo que defiende, si defiende la necedad sin duda acabará siendo un necio”.
Probablemente sea por la edad, pero, hace ya un tiempo, que mis esfuerzos se centran en tratar de ser coherente, al menos, ser lo más coherente que pueda como manera de entender la vida y la forma de relacionarme con las personas con las que de una forma u otra forma interactúo.
Comenzaré por lo básico. ¿Qué es la coherencia? Nuestro diccionario la define como: “relación, conexión o unión de unas cosas con otras”. Un eminente psicólogo, en uno de los cursos de actualización que nos impartió no hace mucho tiempo, nos decía que “ser coherente es poseer la facultad de la coherencia y que por lo tanto una persona es coherente en tanto que sus ideas y hechos hayan sido consecuentes en el tiempo”. Eso no significa ser un negado o no aceptar nuestras equivocaciones. Ser coherente también es asumir errores y responsabilizarnos de decisiones tomadas.
En algún lugar leí que “lo malo de intentar quedar bien con todo el mundo, es que quedas fatal contigo mismo”.
Las personas podemos mostrar coherencia en nuestras actitudes o todo lo contrario. Cuando una persona dice una cosa pero hace la contraria, muestra una contradicción que genera una sensación de poca coherencia frente al interlocutor, al que decepciona porque le había generado falsas expectativas.
Falta de coherencia es decir hoy blanco y si mañana me resulta más conveniente optar por el negro. Inadmisible aunque frecuente, pero repetido hasta la saciedad en la clase política, por ejemplo. En este caso, un político será coherente si no realiza promesas imposibles de cumplir ni distorsiona la realidad. Incoherencia es ir a manifestarte por un planeta más limpio y tirar el envoltorio del bocadillo al suelo o dejar sembrado el suelo de botellas y porquería en la primera fiesta a la que asistas. Incoherencia es pedir libertad y respeto y desnudarte en el altar de una iglesia. Incoherencia es criticar a los que viven en chalets con piscinas y luego comprarse uno de esas características. Incoherencia es utilizar mentiras con nuestros hijos y recriminarle que ellos lo hagan. No es coherente llegar a presidente por la puerta de atrás pactando con el populismo, cuando antes has dicho que jamás lo harías. Incoherente es que parte de tu vida hayas criticado el comportamiento o la forma de ser de una persona y luego la idolatres por intereses personales.
Estos son solo algunos ejemplos de lo que es una persona incoherente. Una persona que al no poder mantener sus propias ideas y convicciones, pierde la autoridad sobre sí mismo y sobre los demás. Lo que le invalida como modelo a seguir.
Una personalidad coherente, es una filosofía de vida, tan sencilla que a veces nos olvidamos de aplicarla. Otras veces la ignoramos por intereses pretendidos. Se dice que se cae en la incoherencia cuando existe una falta total de coherencia entre varias ideas o acciones, cuando se dice una cosa y se realiza otra que contradice lo dicho, algo con lo que, para nuestra desgracia, nos estamos acostumbrando a vivir.
“Uno se convierte en lo que defiende, si defiende la necedad sin duda acabará siendo un necio”.