Ángel Alonso Carracedo
Sábado, 18 de Mayo de 2019

Periodismo de caciques

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La última edición de los premios de periodismo Ciudad de Astorga-Maite Almanza, concedidos por el Ayuntamiento de la muy noble y leal, ha sido ejemplo de lo que no debe hacerse con un galardón de estas características. Iniciativas así deben servir para cimentar el prestigio de una profesión, muy deteriorado en los últimos años por causas endógenas y exógenas. Obviamente, la cuestión que nos ocupa se inscribe en las primeras.

 

Estos premios, que prolongan una larga trayectoria astorgana de fomento de la buena prensa que cultivó y cultiva la ciudad desde décadas con firmas prestigiosas y cercanas,  hoy, con la última decisión, se encaminan a trayectos desdibujados de los pretendidos en origen, así como el de honrar el nombre de una profesional, que ejerció el magisterio de la actualidad bien contada en la humilde trinchera de una pequeña ciudad fabricante de historias con la única épica de la cotidianidad. De todos es conocida la presencia activa en estos galardones de un Diario de León que parece manejar con mano férrea de cacique la elección de ganadores. Para muestra ese botón recién cosido de que las dos categorías en disputa han ido a parar a sendos profesionales de ese medio. Ello redunda, no puede caber duda, en el desprestigio de premio y convocante.

 

Voy al hecho acaparador, sin otra lectura. Eludo, de forma consciente, juzgar la valía y méritos de los galardonados. Ni debo, ni quiero tener opinión al respecto. Nada más lejos que sembrar duda alguna sobre sus merecimientos. Y a éste factor, añado el de una sospechosa complicidad de afinidades, del tipo que sean, entre el periódico de marras y la corporación local, en un remedo de conveniente do ut des. Ambos, con esta estrategia, han liquidado de un plumazo la célula esencial de la credibilidad: ser y parecerlo.

 

No puedo ocultar, no me da la gana hacerlo, que esta columna destila enfado. No se trata de un recurrente ataque de cuernos. Que nadie apele a semejante estado de ánimo. Es, simplemente, el enojo por lo que entiendo una tomadura de pelo. He participado en este premio como parte de un colectivo de periodistas leoneses radicados en Madrid que, desde 1997, luchamos desde el foro capitalino, plaza difícil, por poner a la provincia de León, a toda la provincia de León, en el sitio que, por historia y potencial, le corresponde, lejos de esa España vacía a la que parece condenada, y  que solo se recuerda en las campañas electorales. No tenemos estacionalidades ni oportunismos: lo nuestro es un día a día.  Y si de trayectoria profesional se trata, a nuestros nombres unimos el desempeño en medios de primera línea nacional e internacional, con misiones informativas en la vanguardia de grandes acontecimientos. Pero también queremos proclamar nuestra causa por algo tan humilde, pero digno, como el amor a nuestra tierra. Jamás hemos pedido subvenciones o ayudas económicas a organismos provinciales. Nuestros actos, reuniones y almuerzos con leoneses ilustres de todos las parcelas sociales se han sufragado rascando nuestros bolsillos. 

 

Acudimos con toda la ilusión al único foro que nos podía dar algo de visibilidad (concepto tan de moda): este premio periodístico enraizado en nuestra propia tierra, con el nombre de mi ciudad. Un reconocimiento repleto de orgullo que nos ha sido negado por las ínfulas acaparadoras de este Diario de León. Peco de subjetivo, muy claro, pero creo que, sin ese afán, hubiéramos merecido este galardón.

 

Hace una semana, el todavía alcalde de Astorga, Arsenio García, loaba en Madrid a su  ciudad como plataforma de hombres de letras, entre los que se incluyen, naturalmente, periodistas. Acudió a la capital para promocionar una prueba deportiva que, seguro, dará lustre al municipio. Buscó la expansión fuera de las lindes propias, precepto obligado en todo impulso a una iniciativa que necesita de ensanche. El Círculo de Periodistas Leoneses en Madrid ha hecho el camino inverso, el de tratar de ser profeta en su tierra, al tiempo que renovar y animar su vocación de embajador de León, de los que no anda muy sobrados,  en la Villa y Corte. Mal casan las palabras y hechos de este primer edil si su corporación y el periódico amigo comparten la caciquil estrategia del juanpalomismo.

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