Roberto Prada Gallego
Sábado, 18 de Mayo de 2019

La tercera España

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Empezar un texto evocando un poema es un ejercicio de pedantería que no lo rebajaría ni decir que acabo de practicar el placer onanista. Así que allá que voy. Como esto sólo lo leo yo, no hace falta que diga que su autor es Luis Alberto de Cuenca. Diré cosas incorrectas desde el punto de vista político. Por ejemplo: que Pedro Sánchez ha ganado las elecciones. Es broma. Ojalá.

 

Escribe Uriarte en sus maravillosos diarios que no hay nada más erróneo para medir la inteligencia de alguien que preguntarle por sus ideas políticas. Y estoy de acuerdo. Así que tampoco me pregunten a mí ni saquen conclusiones de interpretaciones casi seguro erróneas. Por explicarme mal yo, por supuesto, no por su falta de entendimiento o razonamiento, querido lector, queridísima lectora.

 

 Uno de los problemas que tenemos en España es el de que la izquierda piensa de la derecha que es inmoral, ignorante e idiota. Y otro problema es que piensa lo mismo la derecha de la izquierda. En estas elecciones, por ejemplo, ha sacado el mayor número de diputados un partido que se presentaba bajo una falacia. La de que había dos bandos. Resumiendo, en uno los constitucionalistas y en otro los independentistas. Y en medio estaba él, Sánchez y el diálogo. Bueno pues eso es mentira. No son dos bandos equiparables, ni son dos bandos. No estamos en un debate ideológico sino pre-político. Unos son demócratas y otros totalitarios.

 

 Vivimos en un mundo complejo en el que las etiquetas engañan y personas reaccionarias o revolucionarias se tienen como adalides del progresismo. Nadie representa mejor los valores republicanos de Libertad, Igualdad y Fraternidad en este país que el Rey. Sostiene Andrés Trapiello en Las armas y las letras que la Guerra Civil no fue una guerra entre dos Españas, sino la determinación de dos Españas minoritarias, sectarias y fanatizadas por acabar con otra, esta sí mayoritaria, tercera España. Cómo explicar de otro modo la Transición; ese pacto de reconciliación en el que cupieron todos. Respetando a los muertos y hablando a los vivos. Y es que incluso en un obituario no es de recibo ponerse a hablar a quien no lo va a leer.

 

Estar de acuerdo con exhumar los cuerpos de las cunetas no equivale a pasar como luchadores por la libertad y la democracia a víctimas del franquismo. Podemos olvidar que la guerra la ganaron tanto los falangistas como los comunistas. Y si no miren el número de militantes de unos y de otros antes y al acabar la guerra.

 

No pase por equidistante el mero intento de ser ecuánime y valorar la transformación de un país que pasó de su mayor suicido moral a sus años de mayor progreso. España es una nación de ciudadanos libres e iguales en el que políticos de todos los partidos y hasta el cuñado del Rey han acabado en la cárcel. Sólo en ciertos territorios parece haber sometimiento y alergia a la libertad. Es importante tener en cuenta que es en aquellos donde menor apego tienen a la Constitución del 78.

 

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