José N. Fuertes Celada
Domingo, 09 de Junio de 2019

El medio no es el masaje

Max Alonso. Astorga a través de sus autores. Lobo Sapiens; León 2019

 

 

 

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Estamos ante un libro largo, de 466 páginas, que se proclama como “Una cierta historia de la ciudad. Astorga a través de sus autores. Interpretación de la biblioteca asturicense.”

 

La biblioteca asturicense se nos dice ya está publicada en la web del Ayuntamiento de Astorga. Lo que ahora se esperaría es que este nuevo escrito hiciera la historia de Astorga a partir de aquella biblioteca. No es así. O lo es solo en parte, pues cada autor cuenta o descuenta y Max no lo cuenta, sino que dice que lo cuentan. Para esa historia habríamos de acudir a los textos de los autores citados, que son muchos.

 

El índice es muy prolijo y compondría una visión aparentemente heterodoxa de Astorga. Pero tampoco esto es cierto, en todo caso sería heterodoxa en el abordaje, no en los contenidos, que vienen a ser salvo excepciones los de siempre.

 

Los capítulos se ordenan mediante epígrafes cuya numeración no se interrumpe hasta llegar al final con el 132.7.

 

En  el epígrafe 3.7 se dice: “Es la muralla de la misma ciudad de la que venimos hablando y se trata, no de vender el alma, sino de recuperarla, recuperando sus muros como esencia de su pasado y como propuesta fecunda y enriquecedora del presente. El no hacerlo así, sí que sería perderla.”

 

Este desplazamiento del alma, ‘esencia’, desde las personas a la excelencia de la ciudad, algo que no pasaría de tropo, pretende demostrar por vía inversa que la ciudad poseería un alma que inscribe ya en el nonato, en el nacido en ella. Algo bastante dudoso. Estas cualidades se van a rastrear en los literatos, teólogos, artistas, teatreros, empresarios, etcétera que aquí fueron o se hicieron. Pululan entre estas expresiones del alma astorgana pocos mendigos, pobres de solemnidad, delincuentes, priscilianistas, barraganas, campesinas. Por ejemplo, cuando un carpintero es tomado en consideración será porque habrá participado en una representación teatral, no por la hechura de sus muebles.

 

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El capítulo II. En el pasado.

 

Comienza con la enumeración de los ‘Canónigos de la pequeña Atenas’, que así se llegó a considerar Astorga en la primera mitad del siglo XVIII.

 

Semejan estos canónigos un inmenso ejército de resucitados a la cola del juicio de los ángeles acusadores para que Dios los salve o los condene. Este Ángel los llamaría uno a uno por su nombre para que desaparezcan más allá donde comienza otra luz más poderosa. No exageremos, aquí la justicia o la injusticia será para lo que quede de sus obras materiales o inmateriales. Cuanto más lejos en el tiempo más nada. No exageremos, esto no es lo que es este libro, que siempre les concederá la última gracia. Entonces tal como en el juicio universal de Giovanni Papini de todos de los que hubiera memoria tendrán esa suprema apelación.

 

Veamos: Coro de canónigos, nómina de obispos. Cuando íbamos acostumbrándonos a estas enumeraciones, de pronto se suspenden para hablar de una probable teatralización de Plauto, de Terencio o Séneca en los orígenes romanos de Astorga. A continuación, en este mismo capítulo, llevado por la evocación creativa comenta como teatralización la Pastorada de Andiñuela para seguir con obras teatrales representadas, o de tema astorgano, desde el siglo XV hasta el XIX. Pero entonces en el parágrafo 17 nos encontramos con: ‘La  quema de libros de Don Quijote y otros’, donde el cura y el barbero del Quijote expurgan el ‘Jardín de flores curiosas’ del ¿astorgano? Antonio de Torquemada. La orgía crematoria nos llevará a quemas de libros que fueron famosas a lo largo de la historia, la de Babelsplazt en Berlín en 1933 o la de Diocleciano en el 292 o la del año 212 antes de Cristo en China. Además se aprovechará el capítulo (no hemos salido del II) para proporcionarnos la clasificación de los libros, incunables, renacentistas, etcétera. Para continuar con la alabanza de un libro que salvaría de la quema: ‘Roma contra astures y cántabros’ de Eutimio Martino. Prosigue el capítulo con el teatro en el siglo XIX en Astorga (Luis Alonso Luengo sea sordo y ciego) y actividades populares y culturales; pero ojo, en el siglo XXI en Astorga todavía habría congresos como el de Ricardo Gullón, Leopoldo María Panero, o la  presentación en la casa Panero (2017) de tal y tal libro. Los conciertos en la Catedral, etcétera. Fin.

 

De este jaez son cada capítulo de este libro. Una especie de hilván perpetuo que se deja llevar por la cercanía temática, familiar o evocativa. Una obra de erudición desaliñada como diría Cervantes del ‘Jardín de flores curiosas’.

 

El capítulo III. ‘En los siglos XIX y XX’, contiene, entre otras muchas cosas más, un breve resumen de la historia de la educación en Astorga. Los maragatos. Viajeros por Astorga. El origen de los maragatos. Patrimonios perdidos de  Astorga.

 

Siguiendo con la comparecencia enjuiciadora universal, pasarán por nómina los Franco, Ángel López de Anitua, autor del sugerente título: ‘El  ciprés de la reina’. Álvaro López García, sacerdote y cuentista; Domingo Franco Botas, autor de’ Memoria sobre la situación higiénica en Astorga’; Gabriel Franco López, ministro de Hacienda en el gobierno republicano. A continuación se convoca al coro de los escritores teatrales, Ángel López Anitua, Santiago Alonso Garrote. También los diversos intérpretes de las obras de estos y de otros autores. Ángel Julián Rubio, los Ovalle y el trío gallego: Andrés Martínez Salazar, Marcelo Macías y Antolín López Peláez, de por medio de esta terna iría dándoles ‘la hora’ el relojero Losada.

 

‘El  teatro y la enseñanza en el siglo XX’, es el Capitulo IV

 

Y para el juicio universal ‘papiniano’, que aquí no es un juicio sumarísimo, sino casi siempre amable y con ánimo recuperador, Ramón Ramos, seudónimo de Francisco Ramos Cadenas, farmacéutico que estrenó ‘Albura de almas’, José Aragón Escacena, Pompeyo Pérez Benito, Magín Revillo y Gonzalo Goy que preludiaban su condena con ‘La estufa’; Felix Cuquerella. Los Aragón serán juzgados por veleidades teatrales, novelescas y antropológicas, según vayan entrando que para la insondable divinidad el teatrero, el novelista y el antropólogo formarían una sola persona.

 

La nómina de canónigos del siglo XX también pasará revista. Principales son: Pedro Rodríguez López, autor del ‘Episcopologio asturicense’, Melitón Amores… Músicos, canónigos o no canónigos, Antonio Celada, José María Álvarez, Evaristo Fernández, Venancio García Velasco. Sin olvidarnos de Ricardo Sabugo y Augusto Quintana, etcétera. Nómina de sacerdotes y religiosos Venancio Blanco Blanco, categorizado también como músico o el Padre Blanco llamado Martín Blanco García, autor de una célebre historia de la literatura en el siglo XIX, o Gregorio Rodríguez Fernández autor de un diccionario tagalo. Olegario Silva ¿será juzgado entre pintores o entre los poetas?; aunque la profesión de fe no fuera más que un modo de ordenar las muchedumbres convocadas a juicio.

 

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El capítulo V: Los maragatos. De donde la Pregunta principal y metafísica. La Maragatería ¿Qué es?

 

Capítulo VI. Las  décadas. Aborda el siglo XX desde sus décadas. De los años 20 a los 30 el teatro y la revistas juveniles La saeta y Humo.

 

Más sobre el teatro y el arte lírico en los 30 con recuentos exhaustivos de los actores y actrices que participaron en tantas obras como se representaron. El golpe de Estado contado en la versión oficial franquista. Versiones más actualizadas del asunto y del de las enfermeras de Somiedo se dan en otra parte.

 

El desvío vamos descubriendo es el modo de narrar particular de este libro. El desvío no deja de ser una heterodoxia. Cees Nooteboom, en el desvío a Santiago lo reivindica como el mejor sentido de la escritura de viajes. Aquí el desvío del presente capítulo nos conduce al origen del Radio Nacional en la Guerra Civil y el NODO. Recuperamos el teatro en la década de los 40 y 50 ¿A qué  tanto teatro, es que en Astorga por estas fechas no habrá habido nada más que destacar? De nuevo otro elenco de enjuiciables con el primer coro de novelistas entre los que destacarían Prieto del Egido y tal vez Concha Espina. Nuevo meandro para hablar de la boda maragata y sus tratamientos fílmicos y televisivos. (La ley de asociación ‘humeana’ es de oca a oca, de Concha Espina a la boda maragata, de boda maragata a sus representaciones fílmicas, de lo que fue real a sus avatares.)

 

Habíamos perdido pie, nos habíamos distraído por tan larga espera en la cola del juicio universal y final. Ahora, en la hora de todos, le toca a los maestros entre los cuales comanda Matías Rodríguez, autor de la historia de Astorga, Primo Primero Blanco, Emilio Crespo Cano y Ricardo García Escudero, autor de Por tierras maragatas. Luciano Claro Blanco no entraría en la nómina de maestros, aunque en esta cola venga como maestro de la novela histórica por su obra ‘Bajo las cumbres de Europa’, de bien reciente publicación. Cuando le llegue la vez a la llamada del Ángel lo expulsará para la cola que le corresponda, que no es esta.

 

En los 60 parece que ya hubo otra cosa, el Cineclub ‘Jastor’ y la puesta en marcha de Radio Popular. Otro desvío para un itinerario turístico a través de los nombres de las calles astorganas.

 

Capítulo VII: Paneros y Gullón. De cabeza al infierno ya desde sus revistas juveniles.

 

Capítulo VIII. Astorganos han sido. Aunque algunos de los mencionados todavía coleen. Extensa nómina de astorganos de todos los tiempos, seguimos tras los apellidos. Que si los Quintana, los Carro Celada. Clamor de clarines convocando a juicio a los Enseñantes, que deben de ser raza distinta de los maestros, que ya pasaron revisión. Echo de menos a los ahorcados y a las rabizas, pues tal vez no le deben dar pensión. Dios me perdone.

 

Capítulo IX. Periodistas y periodismo: Ni la extensa nómina de periodistas  asturicenses ni Antonin Artaud podrán jamás acabar con el juicio de Dios. Los claros clarines nos aturden sin saber si es por nosotros. Lorenzo López Sancho, Juan Carlos Villacorta, José Luis Martín Descalzo, Magín Revillo, los periodistas del primer tercio del siglo XX. De aquí descansamos un poco de la fila para observar las nuevas derivas del periodismo en Astorga, donde convive la prensa en papel con 'las nuevas' digitales. Todo está en todo que ya lo dijo Anaxágoras, y ya se diera cuenta de la necesidad de un 'Nous' ordenador para orientar mezcolanza tal.

 

Capítulo X. La Astorga de hoy. Coro descorazonador de literatos y de poetas chirles y hebenes. Como no, otra vez en cabeza los Panero, como diría hoy en día Don Jorgito, ¡basta ya de los ‘paneros’!. Pues toma tres o triaca. En fin; coro de músicos, de artistas plásticos, cineastas y grandes cineastas, fotógrafos, historiadores, abogados, alcaldes y autores. En lo de los alcaldes aborda el tema de Enredadera desde un punto de vista ‘pilatosiano’. El Ángel enfilaría al autor del presente libro para con los desengañados de los periodistas hueros y le interrogaría por tales indulgencias a los regidores insensatos y relapsos.

 

 

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-¿Estáis seguros de que en aquella acérrima defensa de la astorganidad no os movieron también razones y cálculos políticos?, Les dice el Ángel del juicio final a los ediles espurios, en este escrito exonerados y solo tachados de débiles e ‘intontos’. -Harto mejor sería que buscaseis con humilde severidad vuestras culpas y que dejaseis a otros el cuidado de mostrar sus virtudes para con Astorga. Coro de emprendedores etc.

 

Capítulo XI. El fin de siglo. Vuelta al teatro con la enumeración de los participantes en 'La del soto del parral'. Clarínazos para los periodistas astorganos que participaron en el teatro.

 

Capítulo XII. El nuevo milenio. Comienza con un recorrido sentimental evocatorio por Astorga para terminar en lamentos a lo François Villón. ¿Qué fue? ¿Qué se hizo? ¿Do están las flores de antaño? Luego vienen sueños que no matan. El museo de la estación recordando lo que fue la ‘Ruta de la Plata’ entre Plasencia y Astorga. Dinamizar el barrio de Puerta Rey, recuperando el edificio de la harinera. Y nueva pregunta metafísico-práctica ¿Qué puedo hacer yo por mi ciudad?

 

Pasarán a la llamada del Ángel los pescaderos y otros negociantes. En ‘Homenajes’ salva a Gerardo Fernández Moreno, Miguel Carro Verdejo, Ildefonso Cortés y Balbina de Paz. El Ángel  les permitirá entrar en la memoria de la vida eterna. A Carro Verdejo y a los maestros porque tras un discurso del alcalde republicano en favor de la infancia, los niños pudieron comer por primera vez naranjas. Súbito 'La Esfinge maragata' que viene y va como los Panero en Guadiana interminable.

 

Capítulo XIII. La llamaban España. Debería de constituir un libro aparte, pues tiene cabida de todo, desde los nacionalismos españoles hasta los Decreta. Por ser casi un libro exento repite cosas y asuntos tratados anteriormente. De interés especial serían los apartados que se refieren a la población que perdemos y a la que aquí se queda.

 

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Este libro es un recorrido discontinuo por una serie de laberintos, donde el teatro viene a ser como una aguja de navegar a los que sientan Astorga en el alma ¿Define lo que es Astorga a través de quienes la han vivido y escribieron? Opino que no, que la define en la perspectiva del autor que nos adentra no a través de los escritos y los vínculos de nadie, sino a través de ventanas que llevarían, de abrirlas, a esas lecturas o hazañas.

 

En fin otra clave que ordenaría la lectura es pensar que los capítulos, cada capítulo llevaría el orden propio de un informativo televisivo, tarea a la que se dedicó Max y que lo hizo al parecer muy bien. Ahora le faltaría darse cuenta que el medio es el masaje.

 

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