Tres poemas: Pilar Blanco
![[Img #45484]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2019/8241_670-autofoto-munecas-018.jpg)
ONCE (De ‘Raíces de la sangre’. 2014)
En un mundo de imágenes
no hay más ley que los reflejos:
mirar es devorar y ser mirado
ser devorado.
Pere Gimferrer
Lo espeso y lo transparente. Lo que cuesta atravesar, porque se resiste a dejar de ser suyo, y lo que se exhibe en todos sus recovecos.
Latir del corazón en el escaparate de las vértebras.
¿Qué escoger? ¿Qué podrías mostrar de ti? ¿Hasta dónde debe llegar la huida?
Ahora ya no cantas para nadie. Ante nadie te tiendes. La mañana te roza con dedos fríos.
Soledad.
Cada día es la tumba del día que se ha ido, cada mirada tiembla desde la angostura de los párpados. Mientras el exterior esplende en sus otoños, se recoge la memoria del aliso y del roble, del haya y el castaño. Para ti, que habitas un presente sin imágenes.
Claridad verdinegra. Vas desnuda a través de ese grumo inaugural del alba. Bajo ella, la hierba crece deprisa. Bajo los altos árboles nada crece.
Caen las escamas de la piel. Cae el liquen que blanquea los troncos. Cae lo superfluo. Muere.
Quedan solo la savia, la médula. El adentro.
Sé hierba que renace. Muere, brota de nuevo. Tallos verdes, descanso para el pie del que atraviesa el bosque. La vida.
Otro amor que pise sobre ti. Que sobre ti remanse y se detenga.
Amor oscuro. Amor de luz.
Pon tus labios
sobre mi herida.
No puedes aliviarla, pero sí
hacerla florecer.
Nunca entiendas el mundo. Desde su desmesura o su pequeñez, desde la fuerza que te expulsó de él a la que te impulsa a intentarlo de nuevo. Guirnaldas de hojarasca en el pelo. El cuerpo impregnado de resina y pinaza. Las manos sin ofrenda.
Volver como viniste: despojada, interrogante. Aprendiendo a perder.
Vienes del cuerpoatierra. Resiste.
No te rindas.
De ‘Vigía de tu paso’. 2018.
Otro modo de ser humano y libre.
Otro modo de ser.
Rosario Castellanos
Abruma
la mordedura rabiosa del dolor,
la quemadura dulce, casi niña,
que ha venido a quedarse,
que se sienta a mi mesa e interroga.
Si no sé lo que quiere
Si no sé lo que quiere con sus ojos
Si no sé lo que quiere con sus ojos decirme.
Si he perdido la mano con la que retenía,
el pie con el que huyo,
la lengua en la que invoco: “¿y yo qué soy?”,
qué
soy
(yo mismo el más perdido
sin arena y desierto, sin abismo
de código insondable)…
Me abruma
la rabia mordedora del dolor,
la urgencia por abrirme de par en par la carne,
el cuerpo en alma viva.
Y saber que el gusano
de este desasosiego se fortalece en mí.
Yo lo alimento.
Los que fuimos ceniza (Inédito)
He colocado arena bajo los párpados. He colocado tiza, brasas hirientes, filo oxidado
que arañe hasta el no ver.
He rasgado, he hendido. Busca tú la sutura que nadie advierte. La que deja muñón.
Aquí hay una carencia. El mar también se ha ido.
En la arena buscan las aves su alimento. Conchas, cuencas vacías hallan.
La luz busca en mis ojos lo que un día retuve.
Las secuencias, fragmentos, mudez balbuceada.
Alimento de antaños el fracaso. Ya fue, y es solamente
el hambre del que espera.
ONCE (De ‘Raíces de la sangre’. 2014)
En un mundo de imágenes
no hay más ley que los reflejos:
mirar es devorar y ser mirado
ser devorado.
Pere Gimferrer
Lo espeso y lo transparente. Lo que cuesta atravesar, porque se resiste a dejar de ser suyo, y lo que se exhibe en todos sus recovecos.
Latir del corazón en el escaparate de las vértebras.
¿Qué escoger? ¿Qué podrías mostrar de ti? ¿Hasta dónde debe llegar la huida?
Ahora ya no cantas para nadie. Ante nadie te tiendes. La mañana te roza con dedos fríos.
Soledad.
Cada día es la tumba del día que se ha ido, cada mirada tiembla desde la angostura de los párpados. Mientras el exterior esplende en sus otoños, se recoge la memoria del aliso y del roble, del haya y el castaño. Para ti, que habitas un presente sin imágenes.
Claridad verdinegra. Vas desnuda a través de ese grumo inaugural del alba. Bajo ella, la hierba crece deprisa. Bajo los altos árboles nada crece.
Caen las escamas de la piel. Cae el liquen que blanquea los troncos. Cae lo superfluo. Muere.
Quedan solo la savia, la médula. El adentro.
Sé hierba que renace. Muere, brota de nuevo. Tallos verdes, descanso para el pie del que atraviesa el bosque. La vida.
Otro amor que pise sobre ti. Que sobre ti remanse y se detenga.
Amor oscuro. Amor de luz.
Pon tus labios
sobre mi herida.
No puedes aliviarla, pero sí
hacerla florecer.
Nunca entiendas el mundo. Desde su desmesura o su pequeñez, desde la fuerza que te expulsó de él a la que te impulsa a intentarlo de nuevo. Guirnaldas de hojarasca en el pelo. El cuerpo impregnado de resina y pinaza. Las manos sin ofrenda.
Volver como viniste: despojada, interrogante. Aprendiendo a perder.
Vienes del cuerpoatierra. Resiste.
No te rindas.
De ‘Vigía de tu paso’. 2018.
Otro modo de ser humano y libre.
Otro modo de ser.
Rosario Castellanos
Abruma
la mordedura rabiosa del dolor,
la quemadura dulce, casi niña,
que ha venido a quedarse,
que se sienta a mi mesa e interroga.
Si no sé lo que quiere
Si no sé lo que quiere con sus ojos
Si no sé lo que quiere con sus ojos decirme.
Si he perdido la mano con la que retenía,
el pie con el que huyo,
la lengua en la que invoco: “¿y yo qué soy?”,
qué
soy
(yo mismo el más perdido
sin arena y desierto, sin abismo
de código insondable)…
Me abruma
la rabia mordedora del dolor,
la urgencia por abrirme de par en par la carne,
el cuerpo en alma viva.
Y saber que el gusano
de este desasosiego se fortalece en mí.
Yo lo alimento.
Los que fuimos ceniza (Inédito)
He colocado arena bajo los párpados. He colocado tiza, brasas hirientes, filo oxidado
que arañe hasta el no ver.
He rasgado, he hendido. Busca tú la sutura que nadie advierte. La que deja muñón.
Aquí hay una carencia. El mar también se ha ido.
En la arena buscan las aves su alimento. Conchas, cuencas vacías hallan.
La luz busca en mis ojos lo que un día retuve.
Las secuencias, fragmentos, mudez balbuceada.
Alimento de antaños el fracaso. Ya fue, y es solamente
el hambre del que espera.