Si Franco levantara la cabeza… diría:
![[Img #46622]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2019/6443_familia-francos.jpg)
“Españoles ya sabía yo que no podía dejaros solos, sin una dirección firme y sólida como la que yo he ejercido en vuestra tutela con enorme éxito, por cierto, durante los 36 años en los que he manejado el timón de vuestro país. Digo ‘vuestro’, digo ‘nuestro’ y digo más con todo orgullo, digo ‘Mi’ país.
Quiero recordaros que he sido un gran padre para vosotros, para todos vosotros, un padre autoritario, decidido y tenaz, que es lo que hacía falta en esta Casa. Porque España es una gran casa que andaba huérfana de una dirección enérgica y clara. Y Yo, Yo, Francisco Franco, aquel al que llamaban Paquita por mi voz atiplada, o Poquitín porque mi estatura era insuficiente, aquel a quien su padre despreciaba porque me refugiaba llorando en las faldas de mi madre cuando me regañaba, aquel que para mi familia era el infeliz simplón, aquel os ha demostrado a todos que de Paquita nada, que he sido el Gran Pacote.
No he necesitado anchas espaldas, ni medir más de metro y medio, ni ser un tenor para llegar a lo más alto, a la cúspide, a Generalísimo de todos los ejércitos y a Dictador de vuestros destinos, los destinos de todos los españoles. ¿Quién podría aspirar a más? ¿Paquita yo? ¡Y un cuerno! ¡El Gran Pacote!
El Gran Pacote, Francisco Franco, que soy yo, tuve huevos (vaaale, huevo) de levantarme en armas con la panda de amigotes que habíamos hecho en Africa, por eso nos llamaban los africanistas. Todos aprendimos a ser fuertes y duros y salvajes en aquella guerra contra los moros de Ad el Krim al Hatabi. Nos forjamos para un futuro glorioso y lo conseguimos. Hablo de mis amigos Mola, Varela, Sanjurjo, Goded, Millán Astray, Queipo de Llano… todos llegamos a Generales en un pis pas, sin guardar turno, porque supimos ser bávaros y feroces.
Habíais montado la marimorena desde que se fue el díscolo rey Alfonso XIII al que el presidente del Senado Montero Ríos le llamó el africanista por su oscura implicación en el conflicto con Marruecos. Pero en realidad los verdaderos africanistas fuimos nosotros. Y… de África a España.
Tuvimos que poner en marcha un sunami de autoridad para establecer el orden en la inmensa confusión cívica, social y espiritual en la que os encontrabais. No fue muy difícil porque teníamos el principal material de guerra en nuestras manos y además una gran experiencia de matar… ufff. También tuve que dejar por el camino a algunos amigos porque, ya se sabe, los amigos a veces te quieren hacer sombra y yo no quería sombras ninguna, quería dirigir yo solo Mi Casa, es decir, España. Porque como soy el más español de todos los españoles considero que España mi gran y única casa. Por eso cuando conseguí eliminar a los que me incomodaban en Mi Casa, que fueron muchos en la guerra y otros muchos después de la guerra, me sentí tranquilo, glorioso y poderoso. Yo y mi mujer Carmencita os íbamos a llevar por el buen camino.
Carmencita también se sentía muy bien en su Gran Casa, y los joyeros le regalaban todas las joyas que a ella le gustaban, y le gustaban muchas y mucho, por eso tenía numerosos y grandes collares de perlas estupendas. Qué suerte tenía mi Carmencita y qué contenta estaba con aquellos regalos.
Bueno, y mi queridísima y única hija…, qué encanto de niña, qué sencilla y feliz fue su vida. Qué bien casó con el Marqués de Villaverde, un cirujano lince para los negocios como él sólo. Qué listo fue y cómo supo aprovechar todas las circunstancias y hacer magníficas y pingües operaciones de grandes beneficios que hoy disfrutan con holgura todos mis nietos. ¡Qué excelente y despierta familia tuve! Han sabido bien aprovechar lo que les proporcioné. Ahora tienen todos bien resuelta la vida. Mi nieta Carmencita, la tercera Carmencita de la familia, ha sido bastante díscola pero ahora es noble, bueno, quiero decir, que ha entrado en el gran libro de la nobleza con el título de mi nombre y lo lleva con orgullo. Un gran honor para ella y para mí.
“Chincha, chincha”, le diría a mi padre frotando los nudillos, tu Paquita la llorona ha sido Generalísimo de todos los Ejércitos, ha tenido poder absoluto sobre toda España durante 36 años y además tiene un título nobiliario, Duque, el más alto también. ¿Ahora te ríes de mí? No, ahora soy yo el que me río de todos los grandullones, tenores y machotes. Ahora me río del mundo y de los españoles que no creyeron en mi (y de los que creyeron, también).
Hoy en día algunos consideran que he sido tirano, abusivo, injusto, déspota, opresor… , que si esto, que si lo otro. Ahora. Ahora que estoy muerto y bien muerto. Cuando estaba vivo no me decían esas cosas. Pues claro que tuve que actuar para eliminar al enemigo, pero sobre todo al posible enemigo, a un enemigo futurible, a un germen de enemigo, y esto lo hice tranquila y calladamente, sin estridencias, una vez en el Poder. Esa fue mi mejor estrategia, la que me dejó 36 años gobernar con despreocupación, sin sobresaltos.
Y ahora ¿Porque estáis vuelta y vuelta con abrir la tumba del Valle de los Caídos? si en realidad es una tumba de atrezzo, es una tumba para que vayan allí a recordarme los que todavía me quieren, y los que no me quieren y van a regocijarse de que estoy ahí debajo, pero… “Chincha. Chincha”, que sigo siendo más listo que todos vosotros. No penséis que me iba a enterrar en un sitio donde no me ibais a dejar descansar en paz. Ni hablar. En realidad estoy tranquilamente descansando en otro lugar secreto que naturalmente mis nietos no quieren que se sepa y por eso están tocando las pelotillas con este tema, para daros que hacer y para que no me descubráis. No se cómo se ha enterado pero creo que también Joaquin Leguina sabe dónde estoy.
En fin, mis queridos españoles. Me he ido y no levantáis cabeza. Os veo muy dispersos. Me gustaría ayudaros de nuevo pero estoy bajo tierra, difícil. Espero que lo paséis bien levantando el pedruscón del Valle y que no me alteréis mi descanso eterno que ya trabajé mucho en mi vida para darme la satisfacción y daros un ejemplo de superación de pasar de la nada al todo. Amén.
Lo de ir bajo palio siempre me gustó aunque la religiosa era mi Carmencita. Amén.”
O témpora o mores
![[Img #46622]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2019/6443_familia-francos.jpg)
“Españoles ya sabía yo que no podía dejaros solos, sin una dirección firme y sólida como la que yo he ejercido en vuestra tutela con enorme éxito, por cierto, durante los 36 años en los que he manejado el timón de vuestro país. Digo ‘vuestro’, digo ‘nuestro’ y digo más con todo orgullo, digo ‘Mi’ país.
Quiero recordaros que he sido un gran padre para vosotros, para todos vosotros, un padre autoritario, decidido y tenaz, que es lo que hacía falta en esta Casa. Porque España es una gran casa que andaba huérfana de una dirección enérgica y clara. Y Yo, Yo, Francisco Franco, aquel al que llamaban Paquita por mi voz atiplada, o Poquitín porque mi estatura era insuficiente, aquel a quien su padre despreciaba porque me refugiaba llorando en las faldas de mi madre cuando me regañaba, aquel que para mi familia era el infeliz simplón, aquel os ha demostrado a todos que de Paquita nada, que he sido el Gran Pacote.
No he necesitado anchas espaldas, ni medir más de metro y medio, ni ser un tenor para llegar a lo más alto, a la cúspide, a Generalísimo de todos los ejércitos y a Dictador de vuestros destinos, los destinos de todos los españoles. ¿Quién podría aspirar a más? ¿Paquita yo? ¡Y un cuerno! ¡El Gran Pacote!
El Gran Pacote, Francisco Franco, que soy yo, tuve huevos (vaaale, huevo) de levantarme en armas con la panda de amigotes que habíamos hecho en Africa, por eso nos llamaban los africanistas. Todos aprendimos a ser fuertes y duros y salvajes en aquella guerra contra los moros de Ad el Krim al Hatabi. Nos forjamos para un futuro glorioso y lo conseguimos. Hablo de mis amigos Mola, Varela, Sanjurjo, Goded, Millán Astray, Queipo de Llano… todos llegamos a Generales en un pis pas, sin guardar turno, porque supimos ser bávaros y feroces.
Habíais montado la marimorena desde que se fue el díscolo rey Alfonso XIII al que el presidente del Senado Montero Ríos le llamó el africanista por su oscura implicación en el conflicto con Marruecos. Pero en realidad los verdaderos africanistas fuimos nosotros. Y… de África a España.
Tuvimos que poner en marcha un sunami de autoridad para establecer el orden en la inmensa confusión cívica, social y espiritual en la que os encontrabais. No fue muy difícil porque teníamos el principal material de guerra en nuestras manos y además una gran experiencia de matar… ufff. También tuve que dejar por el camino a algunos amigos porque, ya se sabe, los amigos a veces te quieren hacer sombra y yo no quería sombras ninguna, quería dirigir yo solo Mi Casa, es decir, España. Porque como soy el más español de todos los españoles considero que España mi gran y única casa. Por eso cuando conseguí eliminar a los que me incomodaban en Mi Casa, que fueron muchos en la guerra y otros muchos después de la guerra, me sentí tranquilo, glorioso y poderoso. Yo y mi mujer Carmencita os íbamos a llevar por el buen camino.
Carmencita también se sentía muy bien en su Gran Casa, y los joyeros le regalaban todas las joyas que a ella le gustaban, y le gustaban muchas y mucho, por eso tenía numerosos y grandes collares de perlas estupendas. Qué suerte tenía mi Carmencita y qué contenta estaba con aquellos regalos.
Bueno, y mi queridísima y única hija…, qué encanto de niña, qué sencilla y feliz fue su vida. Qué bien casó con el Marqués de Villaverde, un cirujano lince para los negocios como él sólo. Qué listo fue y cómo supo aprovechar todas las circunstancias y hacer magníficas y pingües operaciones de grandes beneficios que hoy disfrutan con holgura todos mis nietos. ¡Qué excelente y despierta familia tuve! Han sabido bien aprovechar lo que les proporcioné. Ahora tienen todos bien resuelta la vida. Mi nieta Carmencita, la tercera Carmencita de la familia, ha sido bastante díscola pero ahora es noble, bueno, quiero decir, que ha entrado en el gran libro de la nobleza con el título de mi nombre y lo lleva con orgullo. Un gran honor para ella y para mí.
“Chincha, chincha”, le diría a mi padre frotando los nudillos, tu Paquita la llorona ha sido Generalísimo de todos los Ejércitos, ha tenido poder absoluto sobre toda España durante 36 años y además tiene un título nobiliario, Duque, el más alto también. ¿Ahora te ríes de mí? No, ahora soy yo el que me río de todos los grandullones, tenores y machotes. Ahora me río del mundo y de los españoles que no creyeron en mi (y de los que creyeron, también).
Hoy en día algunos consideran que he sido tirano, abusivo, injusto, déspota, opresor… , que si esto, que si lo otro. Ahora. Ahora que estoy muerto y bien muerto. Cuando estaba vivo no me decían esas cosas. Pues claro que tuve que actuar para eliminar al enemigo, pero sobre todo al posible enemigo, a un enemigo futurible, a un germen de enemigo, y esto lo hice tranquila y calladamente, sin estridencias, una vez en el Poder. Esa fue mi mejor estrategia, la que me dejó 36 años gobernar con despreocupación, sin sobresaltos.
Y ahora ¿Porque estáis vuelta y vuelta con abrir la tumba del Valle de los Caídos? si en realidad es una tumba de atrezzo, es una tumba para que vayan allí a recordarme los que todavía me quieren, y los que no me quieren y van a regocijarse de que estoy ahí debajo, pero… “Chincha. Chincha”, que sigo siendo más listo que todos vosotros. No penséis que me iba a enterrar en un sitio donde no me ibais a dejar descansar en paz. Ni hablar. En realidad estoy tranquilamente descansando en otro lugar secreto que naturalmente mis nietos no quieren que se sepa y por eso están tocando las pelotillas con este tema, para daros que hacer y para que no me descubráis. No se cómo se ha enterado pero creo que también Joaquin Leguina sabe dónde estoy.
En fin, mis queridos españoles. Me he ido y no levantáis cabeza. Os veo muy dispersos. Me gustaría ayudaros de nuevo pero estoy bajo tierra, difícil. Espero que lo paséis bien levantando el pedruscón del Valle y que no me alteréis mi descanso eterno que ya trabajé mucho en mi vida para darme la satisfacción y daros un ejemplo de superación de pasar de la nada al todo. Amén.
Lo de ir bajo palio siempre me gustó aunque la religiosa era mi Carmencita. Amén.”
O témpora o mores






