Max Alonso
Sábado, 25 de Abril de 2020

Zombis y Thomas Jefferson

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Los fundadores de la democracia norteamericana se preocuparon de crear la figura del cuarto poder, la prensa, como controladora de los otros tres poderes. Jefferson llegó a decir: “Prefiero prensa sin gobierno que gobierno sin prensa.” Trump se lo cargó porque le molestaba. ¿Qué está pasando?

 

Los bulos que cuelan van en proporción directa a la ignorancia de la persona que los encaja, por lo que es un buen termómetro para medir lo ignorante que es uno. Es verdad que donde más disparates se colocan es en las redes, donde las aportaciones son más personales. Esto va a favor de los medios, que aunque tampoco se escapan ocurre que en cuanto hay una organización profesional son más comedidos. Dependen de su audiencia y si se desprestigian les abandonan. O sucede lo contrario. Sus seguidores buscan alimentar su miseria e inyectarse  directamente en vena. Como los drogadictos.

 

En los tiempos del confinavirus las redes agotan muchas veces por los disparates que se dicen. Hasta el extremo de que hay quien se lamenta de que no regrese la liga, convencido de que con ella sus seguidores se desfogan y con eso baja el nivel de la desmesura. La gente perdió el pudor. Se dejan llevar por el miedo y la rabia  y en temas políticos siguen el mal ejemplo de los líderes, que en algunos casos han batido records.  Conseguir la aceptación de las malas ideas es más fácil entre seguidores de menor nivel cultural. Buen principio para la demagogia y el populismo.

 

Los zombis son muertos resucitados, es decir en realidad seres que no están vivos, aunque intentan comportarse como tales y cada vez abundan más porque será verdad que una persona se convierte en zombi cuando un zombi le muerde. Abundan tanto que a veces parece que estamos en tierra de zombis. No estoy hablando de aquí, que muy bien pudiera ser,  sino de España y del mundo.

 

Aquellas personas que se agarran a una ideología como a un salvavidas y caminan con ella porque se sienten seguros, renuncian en realidad a estar vivos y son zombis. Se les reconoce porque van agarrados al flotador, como los niños que no saben nadar en la piscina. El sociólogo norteamericano Talcott Parsons dijo, ya hace muchos años,  que una ideología es un sistema de prejuicios que te incapacitan para pensar por ti mismo y encontrar tu verdad. Quienes se entregan a ellas hasta el extremo de confiarles la propia vida, se invalidan para vivirla y aunque no se lo crean son auténticos zombis, muertos vivientes.

 

Al frente de las ideologías están sus líderes y cuando uno renuncia  a pensar por sí mismo, tan necesario como el respirar, se convierte en muerto porque es el líder el que le muerde y le convierte en zombi. Esto cobra todo su sentido con el tema tan de actualidad de las fake news, un anglicismo inútil, que sigue una moda ridícula en la que no hace falta refugiarse. Está muy claro lo que se quiere decir: desinformación. Menos confundirse con las formas de distribuirla por las nuevas tecnologías. La información es el objeto del periodismo. La desinformación no lo es. Solo son mentiras y calumnias proferidas con intención de engañar en busca del propio beneficio, en muchos casos emitidas desde la cobardía del anonimato, y otros supuestos delictivos recogidos en los códigos. No tiene  por qué tener un tratamiento diferente. Basta con acudir a los tribunales y que el juez procedente aplique la ley con todas sus consecuencias.

 

Montar un debate interesado para enturbiar las aguas y confundir solo tiene explicación cuando se trata de líderes mediocres que solo quieren proseguir con sus manipulaciones, -el mismo Jefferson a la manipulación sobre la mente del hombre le llamaba tiranía-, que desgraciadamente ahora tanto abundan en estos momentos de la política irresponsable de la confrontación. Cuando los zombis se encuentran felices en su condición, pero no son más que muertos. 

 

La democracia es el poder de la mayoría y es ésta la que no funciona. El mismo Thomas Jefferson decía “que esta no es más que el gobierno  de las masas, donde un 51 % de la gente puede lanzar por la borda los derechos del otro 49 %”. Esta es la clave cuando  los malos políticos se pelean sin reparos por los votos con el todo vale porque son malos gobernantes. La culpa es de quien los elige y ¿esto quién lo corrige?

 

 

 

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