De la mascarilla al antifaz de dormir
![[Img #49510]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2020/5205_max-firma.jpg)
Apenas hay un dedo del uno al otro. La mascarilla más que evitar que nos contagien evita que contagiemos y a la vez es un pequeño obstáculo para respirar cuando el empeño del maldito virus es que no respiremos. El antifaz de dormir, puesto sobre los ojos, tiene una parecida función. Nos priva de ver la luz…y la vida, que es que es para lo que vemos. Para captar la realidad. A cambio nos potencia el sentido del oído. Lo malo es que si hemos dejado de ver voluntariamente solo escucharemos lo que queremos oír: a nosotros mismos. En la voz de nuestros líderes, malvados y malos políticos, que tantos hay, no escucharemos nada más que patrañas y allá nosotros si nos despeñamos.
Un antifaz para dormir con el que muchos zombis caminan con él puesto guiándose felices por los mensajes engañosos. ¿Se imaginan un gobierno presidido por Chuky como un ridículo aznarín? O por tantas ministras ejemplares de sanidad como Celia Villalobos, Leire Pajín, Ana Mato o Dolors Montserrat, entre las ínclitas. Poco es lo que tenían que decir y encima no sabían decirlo. Que bien hace Salvador Illa mirando sin verlas y haciendo bien su trabajo, como tantas otras ministras y ministros que en este Gobierno han sumado sus comparecencias con brillantez, elegancia y eficacia. Pasaron los tiempos de la mala leche faltona de Acebes. De la rapiña de Rato y Zaplana, absorbidos por sus personales afanes. De las majaderías y falsedades de Mayor Oreja o Fernández. De las intemperancias de Álvarez Cascos. Los tiempos de Aznar, empeñado en volver camuflado en esperpénticos ninots.
Cuando se practican con saña los navajazos barriobajeros al vicepresidente Iglesias, un político que ha podido decir inconveniencias en tiempos pasados, como el mismo ha reconocido y ha pedido perdón, consciente de que a ellos les incomodara. ¿Acaso no las han dicho de él mucho más garrafales sus detractores y nunca han pedido perdón, lo que inevitablemente da una prueba de su mala calaña? Él está ahora donde está como consecuencia del juego democrático y hay que juzgarle por lo que hace, esforzarse porque el virus haga el menor daño posible a los ciudadanos y preocuparse por ayudar a la mayoría y a los que siempre son los perdedores a que por una vez no lo sean impunemente y en la medida de lo posible cuenten con lo necesario para sobrevivir.
Puede ser que estas políticas no les gusten a los que han hecho lo contrario y a los más desamparados les han dejado a su suerte, para poder ejercer con ellos la caridad y ganar indulgencias. Suena más, en su lugar, la justicia social de la que ya hablara en otros momentos precursores León XIII. Eso toca por una única razón, que se llama democracia.
La derecha de la derecha está junto a la ultraderecha que está fuera de tiempo y más fuera de lugar. EL Gran Maestro se dedica a echar las culpas no a ETA ni a Rubalcaba sino directamente a Sánchez y al PSOE, a los que cargan con los muertos, hasta les han llamado asesinos, incapaces de ver a ese minúsculo bichito que sí que es asesino y que lo que correspondía era la unión de todos para acabar con él.
Los mamporreros de Aznar se parapetan tras los muertos -¿Por qué no hacerlo si ya están muertos? Además ¿No nos hemos puesto la corbata negra por ellos?-. Aprovechan el dolor de los vivos y el decaimiento por la impotencia para distraerles y dejar avanzar al miserable, como los que se lo consienten, bichejo. No han advertido que los muertos se evitan yendo contra él, no con las artes de los malos políticos por muchos seguidores que con su populismo de trumpistas, no confundir con trampistas, cosechen. Sin importarles que mueren personas.
Los ‘nazionalistas’ del PNV y los también independentistas de ERC, pusieron por delante en algún momento sus reivindicación territoriales, cuando lo que les preguntaba el Gobierno era si se podía ampliar el Estado de Alarma por quince días para seguir en la lucha de todos. Salir por la tangente es, aparte de un chantaje, un golpe vil contra la salud de los ciudadanos y el bien general. Como lo es el de VOX por su incapacidad para estar dentro del juego y obligando a reconocer que los ciudadanos no les debemos nada, por impedir mantener nuestra salud protegida. Es lo que se les ha pedido y no tienen disculpa quienes por tres veces han negado su consentimiento. Que ellos se sigan comiendo sus propias heces.
Como el penoso espectáculo de los ‘cacerolos’ del barrio de Salamanca exigiendo sus privilegios medievales como derechos, que el virus no los respeta y se los arrebata. Echan la culpa al Gobierno, sin advertir que lo que está mal no es que ellos los pierdan sino que los tengan. Su icónica presidenta les alienta en la absurda batalla que solo dejará víctimas. Las del bicho y la bicha, también montada en un caballo blanco.
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Apenas hay un dedo del uno al otro. La mascarilla más que evitar que nos contagien evita que contagiemos y a la vez es un pequeño obstáculo para respirar cuando el empeño del maldito virus es que no respiremos. El antifaz de dormir, puesto sobre los ojos, tiene una parecida función. Nos priva de ver la luz…y la vida, que es que es para lo que vemos. Para captar la realidad. A cambio nos potencia el sentido del oído. Lo malo es que si hemos dejado de ver voluntariamente solo escucharemos lo que queremos oír: a nosotros mismos. En la voz de nuestros líderes, malvados y malos políticos, que tantos hay, no escucharemos nada más que patrañas y allá nosotros si nos despeñamos.
Un antifaz para dormir con el que muchos zombis caminan con él puesto guiándose felices por los mensajes engañosos. ¿Se imaginan un gobierno presidido por Chuky como un ridículo aznarín? O por tantas ministras ejemplares de sanidad como Celia Villalobos, Leire Pajín, Ana Mato o Dolors Montserrat, entre las ínclitas. Poco es lo que tenían que decir y encima no sabían decirlo. Que bien hace Salvador Illa mirando sin verlas y haciendo bien su trabajo, como tantas otras ministras y ministros que en este Gobierno han sumado sus comparecencias con brillantez, elegancia y eficacia. Pasaron los tiempos de la mala leche faltona de Acebes. De la rapiña de Rato y Zaplana, absorbidos por sus personales afanes. De las majaderías y falsedades de Mayor Oreja o Fernández. De las intemperancias de Álvarez Cascos. Los tiempos de Aznar, empeñado en volver camuflado en esperpénticos ninots.
Cuando se practican con saña los navajazos barriobajeros al vicepresidente Iglesias, un político que ha podido decir inconveniencias en tiempos pasados, como el mismo ha reconocido y ha pedido perdón, consciente de que a ellos les incomodara. ¿Acaso no las han dicho de él mucho más garrafales sus detractores y nunca han pedido perdón, lo que inevitablemente da una prueba de su mala calaña? Él está ahora donde está como consecuencia del juego democrático y hay que juzgarle por lo que hace, esforzarse porque el virus haga el menor daño posible a los ciudadanos y preocuparse por ayudar a la mayoría y a los que siempre son los perdedores a que por una vez no lo sean impunemente y en la medida de lo posible cuenten con lo necesario para sobrevivir.
Puede ser que estas políticas no les gusten a los que han hecho lo contrario y a los más desamparados les han dejado a su suerte, para poder ejercer con ellos la caridad y ganar indulgencias. Suena más, en su lugar, la justicia social de la que ya hablara en otros momentos precursores León XIII. Eso toca por una única razón, que se llama democracia.
La derecha de la derecha está junto a la ultraderecha que está fuera de tiempo y más fuera de lugar. EL Gran Maestro se dedica a echar las culpas no a ETA ni a Rubalcaba sino directamente a Sánchez y al PSOE, a los que cargan con los muertos, hasta les han llamado asesinos, incapaces de ver a ese minúsculo bichito que sí que es asesino y que lo que correspondía era la unión de todos para acabar con él.
Los mamporreros de Aznar se parapetan tras los muertos -¿Por qué no hacerlo si ya están muertos? Además ¿No nos hemos puesto la corbata negra por ellos?-. Aprovechan el dolor de los vivos y el decaimiento por la impotencia para distraerles y dejar avanzar al miserable, como los que se lo consienten, bichejo. No han advertido que los muertos se evitan yendo contra él, no con las artes de los malos políticos por muchos seguidores que con su populismo de trumpistas, no confundir con trampistas, cosechen. Sin importarles que mueren personas.
Los ‘nazionalistas’ del PNV y los también independentistas de ERC, pusieron por delante en algún momento sus reivindicación territoriales, cuando lo que les preguntaba el Gobierno era si se podía ampliar el Estado de Alarma por quince días para seguir en la lucha de todos. Salir por la tangente es, aparte de un chantaje, un golpe vil contra la salud de los ciudadanos y el bien general. Como lo es el de VOX por su incapacidad para estar dentro del juego y obligando a reconocer que los ciudadanos no les debemos nada, por impedir mantener nuestra salud protegida. Es lo que se les ha pedido y no tienen disculpa quienes por tres veces han negado su consentimiento. Que ellos se sigan comiendo sus propias heces.
Como el penoso espectáculo de los ‘cacerolos’ del barrio de Salamanca exigiendo sus privilegios medievales como derechos, que el virus no los respeta y se los arrebata. Echan la culpa al Gobierno, sin advertir que lo que está mal no es que ellos los pierdan sino que los tengan. Su icónica presidenta les alienta en la absurda batalla que solo dejará víctimas. Las del bicho y la bicha, también montada en un caballo blanco.






