Javier Huerta
Sábado, 01 de Agosto de 2020

Nuestros mayores

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Pocas alegrías, contadas buenas noticias durante el tiempo pasado de confinamiento. Una de ellas, recibir la octava entrega del proyecto Luz, o “sinfonismo español iluminado”, una idea del director de orquesta José Luis Temes, bien conocido de los astorganos por haberse ocupado en una entrega anterior de Evaristo Fernández Blanco. Entonces la magnífica Obertura dramática de nuestro compositor –una suerte de Guernica musical, como me gusta decir, por lo bien que evoca la épica grandiosa y terrible a la vez de la guerra– servía de fondo musical a las entrañables y solidarias imágenes de los médicos y sanitarios encargados de atender a los neonatos del Hospital de la Paz. Lo peor y lo mejor de la humanidad -Caín y Abel era su título- reunidos en este largo videoclip que Temes presentó en el Teatro Gullón y que, sin duda, ha de ser una de las aportaciones audiovisuales de mayor interés que se muestren en la Casa Panero, cuya musealización,  después de tantas idas y vueltas –otro motivo de alborozo–, es ya inminente.

           

Esta nueva entrega del proyecto Luz tiene como protagonista musical a la compositora María Teresa Prieto. Nacida en Oviedo, en 1896, marchó a México, junto a su familia, en 1936, horrorizada por el criminal ambiente que se vivía en Asturias tras el frustrado golpe militar. Pero de convicciones liberales como era, la compositora no quiso regresar a España luego de la victoria de Franco, de modo que su caso pudiera recordarnos el de otras figuras de la época, que no se sintieron cómodas en ninguna de las dos Españas enfrentadas sin piedad en la guerra: intelectuales y artistas que no aceptaron la tiranía de los vencedores, pero que tampoco comulgaron con las alternativas no menos totalitarias y violentas de parte de los vencidos.

 

En América, Prieto estudió con maestros como Manuel Ponce, Carlos Chávez y el gran Darius Milhaud. Tía del violonchelista Carlos Prieto, conoció también en México a otro transterrado genial, Igor Stravinsky, y de la dirección de alguna de sus piezas se ocuparon directores de tanto prestigio como Erik Kleiber. De la Obra sinfónica completa, de Teresa Prieto, hay una estupenda grabación de Temes al frente de la orquesta de Córdoba. Son composiciones fechadas entre 1940 y 1967: Sinfonía asturiana, Chichen Itzá, Sinfonía de la danza prima, El palo verde y Tema variado y fuga, en estilo dodecafónico, que nos habla de la inquietud vanguardista de esta compositora apenas conocida entre nosotros. Excelente muñidora de elementos tradicionales y renovadores –de Milhaud a Berg–, su música destila siempre nostalgia de las patrias perdidas, la chica y la grande, Asturias y España.

           

Nuestros mayores: es el título de este octavo capítulo de Luz. No podía ser más oportuno el tema en medio de la terrible circunstancia por la que hemos pasado. De las casi 45000 víctimas españolas de la pandemia, la mayor parte han sido ancianos, hombres y mujeres de una generación ejemplar que ofrendó más que recibió y que han tenido la peor muerte posible, en el silencio y el desvalimiento más absolutos. Así es que, aun cuando Temes no pensara en estas personas, el videoclip que comento es –a mi juicio– el mejor homenaje que podía hacérseles: lejos de la frialdad de las ceremonias oficiales, sucedáneos de funerales en fríos espacios concebidos para otros fines y no para dar rienda suelta al dolor y a la tristeza; o también a la esperanza, ideal al que apuntan siempre –pese al dolor y la tragedia– las Luces que hasta el momento nos ha ido brindando Temes.

           

Mientras escuchamos la bellísima Impresión sinfónica, de María Teresa Prieto, escrita en 1941, desfilan las imágenes de los mayores casados que siguen amándose, de los solitarios que pasean las calles de su barrio, de los que comparten juegos y distracciones en los centros de la tercera edad, de los que ya no pueden valerse por sus propios medios, de los que, enfermos de alzheimer, tienen en la música que escuchan a través de sus cascos un buen remedio para demorar el olvido total en que van cayendo. Y a la legión anónima de viejos que van pasando ante nuestros ojos sucede la intervención de otros que continúan activos y en plenitud creadora: el pianista Joaquín Achúcarro, la organista Montserral Torrent, las actrices Nuria Espert y Lola Herrera, el filosofo Emilio Lledó… En medio de este emotivo –hasta la lágrima– videoclip, menciona Temes la palabra sabia de uno de nuestros más grandes y lúcidos ancianos contemporáneos, don Miguel de Unamuno: “Mal futuro espera a las sociedades que no ven en los ancianos a los mejores maestros del pensamiento y las artes”.

 

PS. Como está disponible en YouTube, no creo pecar de indiscreto facilitándoles el enlace a esta octava entrega de Luz:

 

https://www.youtube.com/watch?v=IMlu3Z5tUpE&t=910s

 

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