Aidan Mcnamara
Sábado, 05 de Diciembre de 2020

Los puentes culturales

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En el mundo anglófono el estilo de supervivencia se centra en la casa más que en el piso. La serie Los Simpson, en este sentido, no miente. Por eso Papa Noel baja por la chimenea en vez de subir por el ascensor. Con una lógica aplastante aquí, dentro de la tradición, los Reyes Magos siguen vigentes y no pasa nada. A pesar del virus de algunos militares jubilados, España va bien. De hecho, una cosa es un escaño legítimo y otra bien distinta son los discursos rancios, románticos del chauvinismo periférico y no muy periférico: difícil es concebir este periódico sin toda la tecnología inventada y diseñada en el extranjero. Por no hablar de las máquinas maravillosas que encuentro en mis excursiones ocasionales a los ambulatorios. Hasta la policía conduce coches de marcas raras.

 

La cooperación entre naciones es más visible que nunca a pesar de algunos políticos necesitados de pelucas más convincentes. Lo que quiero decir es que prefiero que me tachen de ‘socialcomunista’ que de ‘fachatotalitario’. Y Papa Noel no es de Londres ni Los Reyes Magos proceden de Madrid.

 

La búsqueda de narrativas purificadoras, de esencias castizas huele a la nostalgia por el hecho religioso, pero puede ser meramente un indicio de infancias marcadas por puritanismos autoritarios machistas. ¿Quién ya querría vivir en una sociedad donde una mujer tiene que pedir permiso a su padre o marido para obtener un pasaporte?

 

Es más, España es un país tan tolerante culturalmente que en el autobús se pueden escuchar canciones en inglés y ver basura de ‘restaurantes’ de comida rápida. Sin ir más lejos, la televisión está saturada de productos importados y, sin embargo, es imposible disfrutar de la variedad regional de todas las cadenas del ámbito estatal con un ‘paquete’ de, por ejemplo, Telecable, una empresa de mi barrio.

 

Los jóvenes, de la comarca que sea, tienen sus Nintendos, sus Gameboys y sus Plays. Que este puente sirva para recordar que se admite tanto La Inmaculada Concepción, (concepto de dudoso rigor científico), como la entendible celebración de la Constitución, un documento escrito y por lo tanto susceptible a revisión. Es el puente que para mí cobra un cargo poético-simbólico: une todas Las Españas, es un nexo de una tolerancia loable, un logro que no debemos dar por descontado, a pesar de las provocaciones de unos ancianos que seguro llevan marcapasos no Made in Spain.

 

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