Tomás Néstor Martínez
Domingo, 13 de Diciembre de 2020

El color como disculpa, la palabra como imagen con figura

 

Juan Carlos Mestre. Los antecedentes penales del blanco. Selección y prólogo de Raquel Ramírez de Arellano. El Sastre de Apollinaire, Madrid 2020

 

 

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¡Qué complicado seleccionar en la obra creativa de Juan Carlos Mestre poemas, grabados, pinturas, esculturas u objetos artísticos! Cada uno de ellos mantiene un microcosmos libre de dictados que nieguen la utopía; reúne palabras-faro, color y sueños, versos abiertos, es decir, variaciones de un sorprendentee indomable lenguaje creativo.

 

Tengo dudas de la idoneidad de las palabras de Horacio, ut pictura, poesis, aplicadas a la obra gráfica -léase textos,pintura, grabados- de Mestre; la rutina (re)creativa nunca tendrá asiento en su obra; cada pieza creada rompe las costuras de la costumbre, de lo esperado; no permite quedar ajustada a normas porque “escribo con imágenes fugadas del sueño y pinto con palabras que desobedezcan la teoría canónica de las formas. Me siento radicalmente ajeno a ese tipo de clasificaciones estéticas, esa obsesión por lo compartimentado que lleva siglos intentando poner orden en los lenguajes de la creación artística”. (Filandón, 29-11-2020, p. 49).

 

En esta convocatoria o antología los poemas dialogan sobre la manifestación artística desde cualquiera de las perspectivas de la mirada, “Unos dibujan ángeles cayendo desde un extraño mundo como copos de nieve / Otros hacen garabatos de los que cuelgan adornos de verdad, medias palabras de algo así como peces de seda /…/ Poco antes de borrarse del todo el Sol echa un vistazo a las cabras y a los cangrejos” (Tierra de los significados). En los versos de estos poemas-¿versos o líneas de un pentagrama? Me permito modificar momentáneamente las palabras de Horacio y proponerle ut musica, poesis-, la mirada desciende hasta una realidad nacida del momento anterior al sueño; en ella el poeta se mueve ante la memoria de las formas y el rostro en el que permanece reflejado hasta el último suspiro individual o colectivo de cuantos aguardan la catástrofe nunca anunciada. Es necesario saber mirar para descubrir qué se esconde a la mirada, “Miro la cal incurable, las comarcas destruidas por los impostores, el individuo desenterrado en el soto de las pequeñas aldeas, la dulzura del último trono en los corrales podridos de la patria” (Oficio de mirar). ¡Cuánta vida más allá de los puntos cardinales!

 

Desconozco si el color es anterior al poema o aguarda en la trastienda a la espera de figuras mudas cuya ausencia de palabras da por finalizado el cuadro. No obstante, en bicicleta llega cada día el poeta con su cestilla de pan caliente acomodado entre el pincel y la palabra; sentados  a la mesa, tratarán de hallar el color que (des)ordene el cuadro del poema. “Miro la blancura, la condición del blanco, el pensamiento de su nada en la luminosidad vacía” (Oír lo blanco). La blancura, lo blanco parecen estar a la espera de un perfil, de la aparición de una figura, de la sublimación del vacío o de la llegada de la palabra que reduzca los espacios ocupados por lo blanco, aún sin mancha.

 

En el poema ‘Cerámica con figuras sobre fondo blanco’ se pregunta José Ángel Valente “Cómo no hallar / alrededor de la figura sola / lo blanco. / … /Cómo no hallar / alrededor del loto / lo blanco/ … / Cómo no hallar / alrededor de la palabra única / lo blanco / … / El fondo es blanco”. Color este que sobrevive parapoder diferenciar fondo y sombra.

 

Balthus, Miró, Picasso, Leonora Carrington, Picabia, Max Ernst, Dubuffet…, pintura y palabra, color y cadencia sonora encaminan hacia el resurgimiento de la desobediencia exclaustrada en la que el creador es quien desbarata lo preestablecido. En ‘Sermón de la ceniza’ Mestrecon la palabra desordena a Pablo y la pintura para que, tras el derribo del orden, poetas y pintores levanten la nueva realidad desde su mundo creativo. “Entra pablo con su azada de colores a desvestir lo perenne y socava las galerías,…, destripa los ángulos,…, promulga la sombra que precedió al objeto, ingenia la pobreza como expresión del duelo, la vertical del dolor, el círculo del miedo común que nos consagra”. Mediante la palabra el poeta es capaz, en el mismo acto de escritura, de ir imponiendo orden en las palabras que proclamaban desorden.

 

Mestre y la pintura, pintores y poemas convocados a este cenáculo de descontentos e insurgentes proponen con voces múltiples caminos nuevos que ignoren la retórica acartonada de una creación artística encorsetada en cánones y palabras, imágenes y metáforas que olvidan a cuantos han sido condenados durante años por los chamanes del birlibirloque sentados en el banco del mercantilismo a malvivir en el desván de la cacharrería inútil. En esta antología los vientos soplan con otro hálito: la creación artística como liberación y recuperación de los sueños sin intermediarios ni mercaderes.

 

                                                                                 

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