Redacción
Martes, 22 de Octubre de 2013
"Me voy decepcionada, indignada por no tener ninguna oportunidad en mi país para trabajar"
Paricia Fernández Gómez, de 26 años, no es un dato estadístico aunque forme parte de la retahíla de datos sobre los jóvenes españoles sin expectativas laborales que ha decidido hacer la maleta, coger el avión y marcharse a Londres, a donde llega este miércoles después de salir del aeropuerto de Oviedo a las 15 horas. Para nosotros, esta joven astorgana no es un tanto por ciento, es la constatación de que los hijos de nuestros conocidos y vecinos se están marchando, de que nuestra tierra vuelve a desangrarse.
Las estadísticas nos dicen que el número de jóvenes españoles que ha emigrado al extranjero ha aumentado un 41% desde que empezó la crisis en 2008, en la mayoría de los casos empujados por la falta de perspectivas laborales que ofrece un país en el que la tasa de paro juvenil se sitúa en el 56%. La astorgana encaja en este perfil, pero lo que no nos dice el Instituto Nacional de Estadística es que “llegó un punto” –asegura la joven- “en que me planteé qué estoy haciendo con mi vida. Me levantaba por las mañanas y no tenía un objetivo, no iba hacia ningún lado. Y claro, ese vacío, yo que soy una persona activa, que me gusta tener la cabeza ocupada y hacer cosas, es muy frustrante. Acabas entrando en un bucle donde a nivel personal vas decayendo mucho, no te apetece hacer absolutamente nada, no tienes ánimo para hacer nada… Te sientes muy decaída, muy decepcionada, muy indignada con todo, por no tener ninguna oportunidad en mi país para poder desempeñar la carrera para la que me he estado preparando todos estos años”.
Según el barómetro del mes de febrero del Real Instituto Elcano, la nueva emigración española es muy cualificada y la disposición a marcharse aumenta significativamente con el nivel académico. Si entre los jóvenes con estudios primarios el porcentaje es del 35%, entre los universitarios se incrementa hasta el 65%. En el grupo de edad de la joven maragata -los menores de 30 años- dos de cada tres (67%) ha barajado la posibilidad de irse. Y se van porque no hay hueco para ellos en el mercado laboral, pero también reprochan la precariedad y los sueldos de miseria, “lo triste es que no nos valoren, que no nos quieran, que prefieran tener a una persona de cualificación media para pagarle menos y no valorar a toda esta gente que está súper preparada, que se lo ha currado mucho y que se tiene que ir de su país. Pues así nos va a ir, en vez de quedarnos con lo mejor, si por coste preferimos la mediocridad, vamos a tener un país mediocre”, señala indignada.
En 2008, cuando el monstruo de la crisis se desperazaba, Patricia se dedicaba a ‘engordar’ un currículum sacado a pulso con becas, la última le sirvió para lograr con excelente nota un máster en intervención y mediación familiar, antes las había conseguido para estudiar Magisterio en Salamanca. Con su currículum actualizado con cada curso y cada práctica realizada, se ha recorrido Madrid, Barcelona, Castellón, León…, “yo me he movido todo lo que he podido, porque es bastante vergonzoso encontrarme con casi 27 años y que me estén manteniendo mis padres, y más cuando llevo toda mi vida preparándome, focalizándome en un tema para poder desempeñarlo. Llega un momento en que no te sale trabajo, lo único en hostelería, así que para trabajar en hostelería me voy a Londres, que mato dos pájaros de un tiro y aprendo el idioma, que es requisito indispensable para que pueda trabajar en un colegio”, relata muy segura.
En su último día en Astorga, Patricia se ha dedicado a ultimar los preparativos: revisar que la maleta no exceda el peso para no tener problemas en el aeropuerto, ha comido con sus abuelos para despedirse y el nudo de nervios ya ni lo siente porque desde hace días no le ha abandonado. Poco a poco comienza a convertirse en una emigrante que desembarcará en Londres con el billete de ida consumido y sin vuelta. Al hablar con ella, una se da cuenta de la velocidad a la que hemos tenido que cambiar el ‘chip’ en este país, hace un lustro mirábamos por encima del hombro a los inmigrantes que llegaban a nuestras comarcas para trabajar y ahora son nuestros hijos los que se van. A la joven astorgana la palabra emigrante “me suena…, ahora es cuando soy realmente consciente de ella, cuando entiendo por qué están hacinados en un piso, porque yo voy a estar hacinada en un piso, me voy a ir a una casa donde vamos a ser 10 personas viviendo. Ahora es cuando entiendo por qué se van de su país a prosperar y hacer algo con su vida, porque tienen que comer. ¿Qué me dice la palabra emigrante?: dos cojones. Ahora es cuando los admiro muchísimo, veo el gran sacrificio y le doy muchísimo valor a lo que hacen”.
Patricia se va para trabajar en lo que salga, “no se me caen los anillos por nada”, puntualiza. Tiene en su cabeza registrado desde hace semanas qué deberá hacer para regularizar su situación. Lo primero conseguir el National Insurance Number (NIN), el equivalente al número de la Seguridad Social española, que le abrirá las puertas laborales en Inglaterra, "ahora con esto de los recortes en Sanidad tengo 90 días de cobertura, si después pasa algo..., búscate la vida". Con la determinación que muestra y la seguridad con la que transmite sus ganas de “vivirlo todo” no cabe duda que va a salir adelante, “estoy abierta a vivir un montón de experiencias, quiero aprender, sumegirme en su cultura. Mi objetivo es aprender inglés y volver a trabajar de lo mío aquí, pero no sé cuándo”.
A unas horas para que el vuelo Oviedo-Londres despegue con Patricia dentro, la muchacha nos deja esta reflexión a quienes nos quedamos viendo cómo, poco a poco, se va la generación mejor preparada de nuestra historia: “en algún lugar está tu sitio, el caso es encontrarlo y luchar por él y por mejorar para sentirse bien consigo mismo, para ir logrando méritos por tu propio pie, que no te lo den todo hecho. Yo tengo unos padres que se han hartado de currar para darnos a mi hermana y a mí unos estudios. Llevo la lección bien aprendida”.
Más información:
![[Img #5877]](upload/img/periodico/img_5877.jpg)
Las estadísticas nos dicen que el número de jóvenes españoles que ha emigrado al extranjero ha aumentado un 41% desde que empezó la crisis en 2008, en la mayoría de los casos empujados por la falta de perspectivas laborales que ofrece un país en el que la tasa de paro juvenil se sitúa en el 56%. La astorgana encaja en este perfil, pero lo que no nos dice el Instituto Nacional de Estadística es que “llegó un punto” –asegura la joven- “en que me planteé qué estoy haciendo con mi vida. Me levantaba por las mañanas y no tenía un objetivo, no iba hacia ningún lado. Y claro, ese vacío, yo que soy una persona activa, que me gusta tener la cabeza ocupada y hacer cosas, es muy frustrante. Acabas entrando en un bucle donde a nivel personal vas decayendo mucho, no te apetece hacer absolutamente nada, no tienes ánimo para hacer nada… Te sientes muy decaída, muy decepcionada, muy indignada con todo, por no tener ninguna oportunidad en mi país para poder desempeñar la carrera para la que me he estado preparando todos estos años”.
Según el barómetro del mes de febrero del Real Instituto Elcano, la nueva emigración española es muy cualificada y la disposición a marcharse aumenta significativamente con el nivel académico. Si entre los jóvenes con estudios primarios el porcentaje es del 35%, entre los universitarios se incrementa hasta el 65%. En el grupo de edad de la joven maragata -los menores de 30 años- dos de cada tres (67%) ha barajado la posibilidad de irse. Y se van porque no hay hueco para ellos en el mercado laboral, pero también reprochan la precariedad y los sueldos de miseria, “lo triste es que no nos valoren, que no nos quieran, que prefieran tener a una persona de cualificación media para pagarle menos y no valorar a toda esta gente que está súper preparada, que se lo ha currado mucho y que se tiene que ir de su país. Pues así nos va a ir, en vez de quedarnos con lo mejor, si por coste preferimos la mediocridad, vamos a tener un país mediocre”, señala indignada.
En 2008, cuando el monstruo de la crisis se desperazaba, Patricia se dedicaba a ‘engordar’ un currículum sacado a pulso con becas, la última le sirvió para lograr con excelente nota un máster en intervención y mediación familiar, antes las había conseguido para estudiar Magisterio en Salamanca. Con su currículum actualizado con cada curso y cada práctica realizada, se ha recorrido Madrid, Barcelona, Castellón, León…, “yo me he movido todo lo que he podido, porque es bastante vergonzoso encontrarme con casi 27 años y que me estén manteniendo mis padres, y más cuando llevo toda mi vida preparándome, focalizándome en un tema para poder desempeñarlo. Llega un momento en que no te sale trabajo, lo único en hostelería, así que para trabajar en hostelería me voy a Londres, que mato dos pájaros de un tiro y aprendo el idioma, que es requisito indispensable para que pueda trabajar en un colegio”, relata muy segura.
En su último día en Astorga, Patricia se ha dedicado a ultimar los preparativos: revisar que la maleta no exceda el peso para no tener problemas en el aeropuerto, ha comido con sus abuelos para despedirse y el nudo de nervios ya ni lo siente porque desde hace días no le ha abandonado. Poco a poco comienza a convertirse en una emigrante que desembarcará en Londres con el billete de ida consumido y sin vuelta. Al hablar con ella, una se da cuenta de la velocidad a la que hemos tenido que cambiar el ‘chip’ en este país, hace un lustro mirábamos por encima del hombro a los inmigrantes que llegaban a nuestras comarcas para trabajar y ahora son nuestros hijos los que se van. A la joven astorgana la palabra emigrante “me suena…, ahora es cuando soy realmente consciente de ella, cuando entiendo por qué están hacinados en un piso, porque yo voy a estar hacinada en un piso, me voy a ir a una casa donde vamos a ser 10 personas viviendo. Ahora es cuando entiendo por qué se van de su país a prosperar y hacer algo con su vida, porque tienen que comer. ¿Qué me dice la palabra emigrante?: dos cojones. Ahora es cuando los admiro muchísimo, veo el gran sacrificio y le doy muchísimo valor a lo que hacen”.
Patricia se va para trabajar en lo que salga, “no se me caen los anillos por nada”, puntualiza. Tiene en su cabeza registrado desde hace semanas qué deberá hacer para regularizar su situación. Lo primero conseguir el National Insurance Number (NIN), el equivalente al número de la Seguridad Social española, que le abrirá las puertas laborales en Inglaterra, "ahora con esto de los recortes en Sanidad tengo 90 días de cobertura, si después pasa algo..., búscate la vida". Con la determinación que muestra y la seguridad con la que transmite sus ganas de “vivirlo todo” no cabe duda que va a salir adelante, “estoy abierta a vivir un montón de experiencias, quiero aprender, sumegirme en su cultura. Mi objetivo es aprender inglés y volver a trabajar de lo mío aquí, pero no sé cuándo”.
A unas horas para que el vuelo Oviedo-Londres despegue con Patricia dentro, la muchacha nos deja esta reflexión a quienes nos quedamos viendo cómo, poco a poco, se va la generación mejor preparada de nuestra historia: “en algún lugar está tu sitio, el caso es encontrarlo y luchar por él y por mejorar para sentirse bien consigo mismo, para ir logrando méritos por tu propio pie, que no te lo den todo hecho. Yo tengo unos padres que se han hartado de currar para darnos a mi hermana y a mí unos estudios. Llevo la lección bien aprendida”.
Más información: