Juan Uriel Mijo
Sábado, 16 de Noviembre de 2013

La piedra de Camus a la protesta de Lou Reed


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La muerte de Lou Reed no ha provocado ningún análisis de sus canciones.


La 'peña', lamentándose de no haber nacido en otro lugar como en la frase de Woody Allen: “mi único lamento es no haber sido otro”, se empeña (aquí se trata de musicalidad) en hablarnos en España de 'rock and roll'...como estilo de vida o protesta o forma artística de plasmar miméticamente la vida desde un punto de vista 'pasota', o desde una angustia obvia (lo siento mi querido Albert Camus, caes bien pero eres sólo obviamente guay).


Soy adolescente y nadie quiere echarme un polvo o no quiero trabajar en su fábrica porque la vida es más que la gris subsistencia de una rutina que ya no tiene que gobernarse por las pautas de antaño: acumulo años en el cole, me aprendo un oficio, me caso y me agobio con responsabilidades en forma de retoños y frío, hamburguesas de parrilla los fines de semana y, de paso, dejo mi juventud y mis potencias creativas en el tintero del bulevar de los sueños rotos. O sea: ¿Qué es el 'rocanrol'...cuando no es un pasodoble o un tango o un cuadro de Munch?, y ¿quiénes forman parte de esa peña? Sí; ¡ya! Perdón.


Los periodistas de ámbito nacional y los de las tierras que vieron nacer un tipo de música, el ‘rock and roll’. No hay tal cosa sin electricidad, o moda o, sobretodo, actitud. Yo no me meto con la peña porque sé que les encanta el rock. Pero ya que estamos entre el centenario de Albert y la muerte de Lou, cabe celebrar un gran fallo por parte de la 'peña': su afán de señalar el 'p/luto' significado de sus aportaciones a nuestras vidas sin examinar sus contenidos o sus herencias desde una perspectiva artesana. 


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No voy a entrar en la vida y la obra de Camus porque no sé si cantaba bien por mucho que hayan querido destacar su afición al fútbol (¿Y el sexo? Por qué ha de interesarme el dato de que sirvió de portero y desconocer si era un buen tortero...), pero sí voy a decir que Don Albert era fotogénico y bastante ‘cool’. Lou y los de su quinta sólo se distinguen de los existencialistas en cuanto a su falta de paciencia. No escribas, grita. (Y si no sabes cantar, haces un Sinatra drogado, soporífero y frenético a la vez.)


No. Yo no me meto con la 'peña' porque la 'peña' escriba sobre el rock como si yo escribiera sobre una buena tortilla de Betanzos sin saber lo que es un huevo. Me molesta que el rock se haya considerado algo más allá de las canciones. Y lo es. Pero sí procede preguntarse lo siguiente: ¿Lo importante es bueno meramente por ser importante? Lou tiene unas canciones hermosísimas. Y la 'peña' es incapaz de hablar de arte. Habla de su influencia, de los 60, deWarhol’, de ‘Bowie’, de ‘Iggy’, y (los más eruditos) de su mujer Laurie Anderson. Pero es de pedantes preguntarse qué es lo que nos engancha musicalmente.


Yo no sé si Lou es importante o si su muerte cierra una época. Me fastidia (me duele en el alma) que la moda nos hable de arte sin examinar su arte. El rock es un arte que vibra entre el corazón y la entrepierna. Es decir que hace lo que no hacía Beethoven, que quedó magníficamente entre el corazón y el alma. Luego vienen las letras. Las palabras en el rock son quejicas y vernáculas. Se escupen y copulan el ritmo de protesta que es la espina dorsal de una música simple y potente. 


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Y lo bueno es (hablando de lo que sí a veces les roza a la 'peña') que si no te enteras del léxico de la calle (neoyorkina), sientes la gasolina y la angustia y la pasión y, sobre todo, el ahora del momento: existes. Luego hablaremos de esencias. ‘Perfect Day’, ‘Sweet Jane’, ‘Caroline Says’, ‘Heroin’ etc., son canciones que merecen una lupa estética más allá de que si Lou era vanguardista o un ‘gender bender’ (transformador de las expectativas convencionales asociadas con un género u otro, puesto que no vamos a limitarnos a dos de ellos) o un rebelde con causa, los jóvenes levantiscos contra la idea de sus 'papis' de drogarlos en alguna clínica que erradicara la homosexualidad o la insumisión.


La poética de la generación de Lou encarnaba la ira sin exegesis pero, eso sí, con los años, ellos- sobre todo ‘Loopy Lou’ (Lou el Loco)- han querido venir a Gijón a jugar al golf. No hay nada como el dinero para hacerte mayor y tranquilo. Ah Lou, no ha habido un accidente de coches lo suficientemente glamouroso para mantener tu estatus icónico fuera del alcance de la 'peña' que casi no ha leído Camus.


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