Esteban Carro Celada
Domingo, 04 de Mayo de 2014
Arriería Maragata: Diligencias del Poniente de España (XV)
En una carta se le indican a Ángel Íñigo Cabello los puntos más endebles de la organización diligenciera, la cual ha de enderezar. Un Juez ha embargado uno de los tiros en Árevalo, interrumpiendo la fluidez en la comunicación. Menudean los descuidos en el despacho de billetes. El servicio de mesa de la casa de comidas de Astorga continúa siendo deplorable. La nueva competencia de 'Generales' les obliga a renovar la vigilancia y no dejar pasar la mínima falta. Los zagales son gente de la carda y pendenciera. 'Generales' les arrebata tres de sus mejores mayorales; el contraataque consigue despojar a la otra empresa de cuatro de sus mayorales. Cipriano Martínez de Galapagar es un vivales que vende la caballería a la ida a una empresa y la desloma de vuelta con la empresa contraria. Guerra de los precios.
Los contratos de los tiros se renuevan. Hasta hay un desajuste. Los nuevos no llegan hasta el 20. Se ruega a Díez que, aunque ya hubiera caducado su contrato, los deje dos días más para poder realizar el empalme sin fisuras. las estaciones afectadas eran las de Mieres y Campomanes. Luego de la reunión al más alto nivel, para la que fue requerido expresamente Valentín Llamas, el de Villalón, se le extiende nombramiento de inspector de la línea a Ángel Íñigo y Cabello. En una carta se le indican los puntos más endebles de la organización diligenciera, la cual ha de enderezar: “Recomiendo muy particularmente que caminando en todas direcciones consiga que se haga un buen servicio, haciendo que los contratistas y socios de tiro hagan cumplir en sus paradas, con la mayor exactitud, que los zagales tengan enganchado para que se verifique el cambio a más tardar en diez minutos; que estos y los mayorales guarden la mayor compostura con los viajeros, prohibiéndoles blasfemar y usar de palabras indecentes, multándoles en casos en que lo crea de necesidad. Igualmente deberá vigilar las casas de comidas, escuchando las quejas que pueden dar los viajeros, informándose por sí mismo de la exactitud de ellas y haciéndose que se corrijan estas faltas”.
A la queja enviada por Benito García de Burgos contra el despacho de billetes en Valladolid, contesta con un elogio hacia Plácido Francisco Quintana. Rememora así el origen de esta compartida administración en Valladolid, con otra empresa, subsidiaria de ‘Diligencias’: “Desde que se estableció la empresa de Diligencias del Poniente de España, en el año 51, siempre ha sido administrador de Valladolid, Don Plácido Francisco Quintana, cuyo destino ha desempeñado con exactitud y con la misma he visto despachar y servir a la empresa de su digno cargo; por lo tanto he tenido disgusto de leer su comunicación y desearía se sirviese detallarme las faltas para ver de corregirlas”.
El 19 de junio, Miguel Chicharro sale de Madrid hacia Arévalo. El juez ha intervenido en el embargo un tiro de caballerías que interrumpe la comunicación fluida. Es el que va de San Cristobal a la Venta de Adanero. Facultado por la dirección se presenta al juez, con la documentación necesaria, para hacer comprender que el embargo ha sido contra empresa y contra la persona que como secundaria está dependiendo de la principal en Madrid. Lo preciso es que “no se demore el servicio público al que está destinado”.
El 19 ya está normalizado el servicio entre Mieres y Campomanes, así se efectúa el envío de una aparejada, para el tiro que, dependiente de la compañía, va al cuidado del Zagal Santiago Franco.
José Rodríguez ya vuelto de la Corte caracolea con el precio de los billetes. En Madrid están desorientados. No lo están sobre el pago del subsidio por el tiro de los socios especialmente santiagomilleses. Nueve son ilustrados sobre este punto, y todos ellos son de Santiago de Millas. Se les envía testimonio de haber satisfecho ese subsidio en conjunto.
Los descuidos en el despacho de billetes menudean. Esta ocasión la afectada es Madrid. Quien pone en la pista es la administración de León, a la cual le tocó deshacer el entuerto. Queda expresado en estas palabras de una carta, fechada en León: “En el viaje del 21 de junio que salió de Madrid con turno para Oviedo y La Coruña, se han dado para este último ocho asientos de interior y rotonda, pero habiéndose quedado un viajero han llegado siete, resultando que como en esta población hay que reunirlos, me hallé en el sensible trance de acudir a los viajeros con el objeto de que uno de ellos subiera al cupé”.
Es decir que se dio un billete más, que no se notó mientras que por la llanura cada cual corría en una diligencia distinta, pero que planteó los problemas al tener que ocupar todos los que se destinaban a La Coruña una misma diligencia, pues esos carruajes solo admitían seis personas, entre las dos clases.
Un repaso a la actuación de Astorga y no sale muy bien parada. Quizá una cierta ojeriza por la destitución del padre de Miguel. El caso es que se le atiza contra el “servicio de mesa de la casa de comidas que usted tiene”, por la poca amabilidad y limpieza, contra la falta de decisión al no consignar en la hoja de ruta las seis horas de retraso del zagal. Le dan, con este motivo, instrucciones oportunas a Ángel Íñigo y Cabello que se halla en La Coruña. Ha de examinar “las casas de comidas, el servicio, viandas, prontitud y aseo con que se sirve, así como el que se haga por precios que no son justos y equitativos, para que desaparezca, en esta parte, el descrédito de que están disfrutando”.
Y le salen las orejas al lobo. Una nueva competencia. Se va a instalar una línea de Madrid a La Coruña, en vista del negocio que ha sido para los maragatos. la novedad se da lacónicamente, y como cosa sabida al mismo Ángel Íñigo: “Hoy, que se acerca el momento de una competencia, es indispensable renovar la vigilancia y como inexcusable es estar siempre sobre el negocio y no dejar un momento pasar la más mínima falta”.
A principios de julio se celebra una reunión de la junta en León. Se envía el balance y se ha devuelto, por buscar la autorización de Francisco Alonso Cordero. Como no se halla, se da por cierto que se la llevó en el bolsillo el propio director que se traslada a León, junto con su hermano Luis Franco Alonso.
La lucha para hacer de los zagales gente civilizada y correcta tiene pintorescas consecuencias. Ni las multas, ni las quejas llegan a corregir la situación. Y así de Olmedo a Mojados, el zagal ”echó los bridones al tiro” y contestó “con amenazas y expresiones indecorosas” al mayoral Quintín Ansotegui, que le reconvino por su morosidad en el enganche.
El uno de julio se nos ofrece la primera novedad en la competencia.
Quien instala las nuevas diligencias es ‘Generales’. Y le lleva a ‘Poniente’ tres de sus mayorales: Bombati, Bautista y otro. La verdad es que no puso nervioso este suceso a Santiago Franco Alonso y al poco tiempo, a modo de represalia, se ha hecho con cuatro de los mayorales de la propia ‘Generales’.
La tránsfuga de los mayorales cae muy mal entre los maragatos. Por ello se ordena a Ramón Chicharro que comunique a La Coruña, para que no les paguen allí. Deben de acercarse hasta Madrid: “Los mayorales Bombati y Bautista, diciéndoles acudan a cobrar a la Dirección, para que sabiéndose en toda la línea su mal proceder, cualquiera que pueda tener algún crédito contra ellos, tenga tiempo de reclamarlo”.
Otra de las triquiñuelas competitivas contra la nueva carrera de ‘Generales’ es el suceso de Guadarrama, adonde el carruaje de ‘Poniente de España’ llegó con su mayoral y hubo de esperar el tiro de Cipriano Martínez, que no estaba allí y que no pudo emprender la marcha hasta que llegó la diligencia de ‘Generales’ tirada por los mismos caballos de Cipriano Martínez de Galapagar, que ahora habría que engancharlos ya deslomados para la vuelta. Truenan contra él: “incumplimiento de su contrato y lo que es más escandaloso que cuando se causa un perjuicio a esta empresa del Poniente, se está haciendo buen servicio con otra, que es precisamente la que se ha declarado enemiga, que es la que ha establecido competencia”.
Generales comienza haciendo guerra de precios. Por una carta a Miguel Crespo se sabe que los precios de Astorga a León, se modificaron para ponerlos en paridad con ‘Generales’. Eso, el 10 de agosto de 1853.
Los caballos, los machos son importantes en una compañía de diligencias. Se percibe el mundo rufián y casi chulapesco de los zagales, el diccionario familiar de los mismos y hasta los nombres de los caballos ocupan espacios en libros importantes. Estos desde luego ni son los del Quijote, ni los del Mio Cid. Oigamos, leamos esta carta, dirigida a Santiago de Millas, consignada a nombre de Ignacio Pérez: “Conforme le tenía anunciado hace mucho tiempo están sucediendo hoy con sus dos tiros que son el descrédito de la empresa y la irrisión de los zagales de ‘Castilla’. Ignacio tiene la osadía de enviarle una carta al director para que la entregue a uno de sus zagales, “a fin de que me entregasen el caballo Folero y el macho Reviche”. “Más valía que me hubiese escrito para que los hubiese enganchado a ello, puesto que tiene usted la imprudencia de enviarlos sin mulas, para enganchar los coches”, y luego la carta continúa soltando peroratas sobre los borriquillos que engancha, “que no llegan a seis cuartas”, y de los zagales, “que no pasan de chiquillos”.
Al inspector Íñigo le llueven las quejas. “Habrá repuesto los tiros de Ventura Franco con buenas caballerías”. Pasa a tratar el tema de los cambios de salida, tanto por la competencia, como por hacer en un determinado lugar los tiros de crucero entre el yente y el viniente: “si no han podido arreglar que el crucero se verifique más allá de donde se hace ahora, salgan los coches de La Coruña a la misma hora que los de ‘Generales’ y saliendo con diverso día solo espero prestar mejor servicio que ellos”.
La ironía afluye en una carta de Julián de Alva, leonés: “La presente solo tiene por objeto prevenirle que estando dispuesto a pagar al director de ‘Generales’ la fineza que nos ha hecho, sacándonos tres mayorales del servicio de León a La Coruña, yo le he sacado cuatro de los que él más aprecia y mejor servicio han prestado, en la empresa que dirige. En fin, ahí le envío una muestra para que juzgue, y espero le curarán de los malos ratos que le han dado, llevándole los antiguos para la empresa rival”.
![[Img #9324]](upload/img/periodico/img_9324.jpg)
Los contratos de los tiros se renuevan. Hasta hay un desajuste. Los nuevos no llegan hasta el 20. Se ruega a Díez que, aunque ya hubiera caducado su contrato, los deje dos días más para poder realizar el empalme sin fisuras. las estaciones afectadas eran las de Mieres y Campomanes. Luego de la reunión al más alto nivel, para la que fue requerido expresamente Valentín Llamas, el de Villalón, se le extiende nombramiento de inspector de la línea a Ángel Íñigo y Cabello. En una carta se le indican los puntos más endebles de la organización diligenciera, la cual ha de enderezar: “Recomiendo muy particularmente que caminando en todas direcciones consiga que se haga un buen servicio, haciendo que los contratistas y socios de tiro hagan cumplir en sus paradas, con la mayor exactitud, que los zagales tengan enganchado para que se verifique el cambio a más tardar en diez minutos; que estos y los mayorales guarden la mayor compostura con los viajeros, prohibiéndoles blasfemar y usar de palabras indecentes, multándoles en casos en que lo crea de necesidad. Igualmente deberá vigilar las casas de comidas, escuchando las quejas que pueden dar los viajeros, informándose por sí mismo de la exactitud de ellas y haciéndose que se corrijan estas faltas”.
A la queja enviada por Benito García de Burgos contra el despacho de billetes en Valladolid, contesta con un elogio hacia Plácido Francisco Quintana. Rememora así el origen de esta compartida administración en Valladolid, con otra empresa, subsidiaria de ‘Diligencias’: “Desde que se estableció la empresa de Diligencias del Poniente de España, en el año 51, siempre ha sido administrador de Valladolid, Don Plácido Francisco Quintana, cuyo destino ha desempeñado con exactitud y con la misma he visto despachar y servir a la empresa de su digno cargo; por lo tanto he tenido disgusto de leer su comunicación y desearía se sirviese detallarme las faltas para ver de corregirlas”.
El 19 de junio, Miguel Chicharro sale de Madrid hacia Arévalo. El juez ha intervenido en el embargo un tiro de caballerías que interrumpe la comunicación fluida. Es el que va de San Cristobal a la Venta de Adanero. Facultado por la dirección se presenta al juez, con la documentación necesaria, para hacer comprender que el embargo ha sido contra empresa y contra la persona que como secundaria está dependiendo de la principal en Madrid. Lo preciso es que “no se demore el servicio público al que está destinado”.
El 19 ya está normalizado el servicio entre Mieres y Campomanes, así se efectúa el envío de una aparejada, para el tiro que, dependiente de la compañía, va al cuidado del Zagal Santiago Franco.
José Rodríguez ya vuelto de la Corte caracolea con el precio de los billetes. En Madrid están desorientados. No lo están sobre el pago del subsidio por el tiro de los socios especialmente santiagomilleses. Nueve son ilustrados sobre este punto, y todos ellos son de Santiago de Millas. Se les envía testimonio de haber satisfecho ese subsidio en conjunto.
Los descuidos en el despacho de billetes menudean. Esta ocasión la afectada es Madrid. Quien pone en la pista es la administración de León, a la cual le tocó deshacer el entuerto. Queda expresado en estas palabras de una carta, fechada en León: “En el viaje del 21 de junio que salió de Madrid con turno para Oviedo y La Coruña, se han dado para este último ocho asientos de interior y rotonda, pero habiéndose quedado un viajero han llegado siete, resultando que como en esta población hay que reunirlos, me hallé en el sensible trance de acudir a los viajeros con el objeto de que uno de ellos subiera al cupé”.
Es decir que se dio un billete más, que no se notó mientras que por la llanura cada cual corría en una diligencia distinta, pero que planteó los problemas al tener que ocupar todos los que se destinaban a La Coruña una misma diligencia, pues esos carruajes solo admitían seis personas, entre las dos clases.
![[Img #9326]](upload/img/periodico/img_9326.jpg)
Un repaso a la actuación de Astorga y no sale muy bien parada. Quizá una cierta ojeriza por la destitución del padre de Miguel. El caso es que se le atiza contra el “servicio de mesa de la casa de comidas que usted tiene”, por la poca amabilidad y limpieza, contra la falta de decisión al no consignar en la hoja de ruta las seis horas de retraso del zagal. Le dan, con este motivo, instrucciones oportunas a Ángel Íñigo y Cabello que se halla en La Coruña. Ha de examinar “las casas de comidas, el servicio, viandas, prontitud y aseo con que se sirve, así como el que se haga por precios que no son justos y equitativos, para que desaparezca, en esta parte, el descrédito de que están disfrutando”.
Y le salen las orejas al lobo. Una nueva competencia. Se va a instalar una línea de Madrid a La Coruña, en vista del negocio que ha sido para los maragatos. la novedad se da lacónicamente, y como cosa sabida al mismo Ángel Íñigo: “Hoy, que se acerca el momento de una competencia, es indispensable renovar la vigilancia y como inexcusable es estar siempre sobre el negocio y no dejar un momento pasar la más mínima falta”.
A principios de julio se celebra una reunión de la junta en León. Se envía el balance y se ha devuelto, por buscar la autorización de Francisco Alonso Cordero. Como no se halla, se da por cierto que se la llevó en el bolsillo el propio director que se traslada a León, junto con su hermano Luis Franco Alonso.
La lucha para hacer de los zagales gente civilizada y correcta tiene pintorescas consecuencias. Ni las multas, ni las quejas llegan a corregir la situación. Y así de Olmedo a Mojados, el zagal ”echó los bridones al tiro” y contestó “con amenazas y expresiones indecorosas” al mayoral Quintín Ansotegui, que le reconvino por su morosidad en el enganche.
El uno de julio se nos ofrece la primera novedad en la competencia.
Quien instala las nuevas diligencias es ‘Generales’. Y le lleva a ‘Poniente’ tres de sus mayorales: Bombati, Bautista y otro. La verdad es que no puso nervioso este suceso a Santiago Franco Alonso y al poco tiempo, a modo de represalia, se ha hecho con cuatro de los mayorales de la propia ‘Generales’.
La tránsfuga de los mayorales cae muy mal entre los maragatos. Por ello se ordena a Ramón Chicharro que comunique a La Coruña, para que no les paguen allí. Deben de acercarse hasta Madrid: “Los mayorales Bombati y Bautista, diciéndoles acudan a cobrar a la Dirección, para que sabiéndose en toda la línea su mal proceder, cualquiera que pueda tener algún crédito contra ellos, tenga tiempo de reclamarlo”.
Otra de las triquiñuelas competitivas contra la nueva carrera de ‘Generales’ es el suceso de Guadarrama, adonde el carruaje de ‘Poniente de España’ llegó con su mayoral y hubo de esperar el tiro de Cipriano Martínez, que no estaba allí y que no pudo emprender la marcha hasta que llegó la diligencia de ‘Generales’ tirada por los mismos caballos de Cipriano Martínez de Galapagar, que ahora habría que engancharlos ya deslomados para la vuelta. Truenan contra él: “incumplimiento de su contrato y lo que es más escandaloso que cuando se causa un perjuicio a esta empresa del Poniente, se está haciendo buen servicio con otra, que es precisamente la que se ha declarado enemiga, que es la que ha establecido competencia”.
![[Img #9322]](upload/img/periodico/img_9322.jpg)
Generales comienza haciendo guerra de precios. Por una carta a Miguel Crespo se sabe que los precios de Astorga a León, se modificaron para ponerlos en paridad con ‘Generales’. Eso, el 10 de agosto de 1853.
Los caballos, los machos son importantes en una compañía de diligencias. Se percibe el mundo rufián y casi chulapesco de los zagales, el diccionario familiar de los mismos y hasta los nombres de los caballos ocupan espacios en libros importantes. Estos desde luego ni son los del Quijote, ni los del Mio Cid. Oigamos, leamos esta carta, dirigida a Santiago de Millas, consignada a nombre de Ignacio Pérez: “Conforme le tenía anunciado hace mucho tiempo están sucediendo hoy con sus dos tiros que son el descrédito de la empresa y la irrisión de los zagales de ‘Castilla’. Ignacio tiene la osadía de enviarle una carta al director para que la entregue a uno de sus zagales, “a fin de que me entregasen el caballo Folero y el macho Reviche”. “Más valía que me hubiese escrito para que los hubiese enganchado a ello, puesto que tiene usted la imprudencia de enviarlos sin mulas, para enganchar los coches”, y luego la carta continúa soltando peroratas sobre los borriquillos que engancha, “que no llegan a seis cuartas”, y de los zagales, “que no pasan de chiquillos”.
Al inspector Íñigo le llueven las quejas. “Habrá repuesto los tiros de Ventura Franco con buenas caballerías”. Pasa a tratar el tema de los cambios de salida, tanto por la competencia, como por hacer en un determinado lugar los tiros de crucero entre el yente y el viniente: “si no han podido arreglar que el crucero se verifique más allá de donde se hace ahora, salgan los coches de La Coruña a la misma hora que los de ‘Generales’ y saliendo con diverso día solo espero prestar mejor servicio que ellos”.
La ironía afluye en una carta de Julián de Alva, leonés: “La presente solo tiene por objeto prevenirle que estando dispuesto a pagar al director de ‘Generales’ la fineza que nos ha hecho, sacándonos tres mayorales del servicio de León a La Coruña, yo le he sacado cuatro de los que él más aprecia y mejor servicio han prestado, en la empresa que dirige. En fin, ahí le envío una muestra para que juzgue, y espero le curarán de los malos ratos que le han dado, llevándole los antiguos para la empresa rival”.