"Hablo de la gente de a pie que hace historia casi siempre sufriendo los efectos de la historia que hacen otros"
José Cabañas González presenta su libro 'Los prolegómenos de la tragedia' este sábado a las 20,30 horas en la Casa Panero de Astorga. Este investigador pasó su niñez y parte de su juventud en Jiménez de Jamuz hasta que se traslada en 1974 a Barcelona. Actualmente reside en Ourense.
Nieto y sobrino de dos de los numerosos asesinados y desaparecidos por el Franquismo en su pueblo de origen, es miembro de la ARMH desde el año 2002 y de AERLE desde 2010. Desde 1998 participa activamente desde 1998 en variadas iniciativas de recuperación de la memoria histórica.
En abril del año 2010, publicado también por Ediciones del Lobo Sapiens, apareció el primer volumen de su trilogía 'La Bañeza 1936. La vorágine de julio. Golpe y represión en la comarca bañezana'.
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Astorga Redacción: ¿Qué ha querido transmitir en 'Los prologómenos de la tragedia'?
José Cabañas: Mi pretensión más que de transmitir criterios e ideas personales o aseveraciones de mi propia creación es de narrar, de contar hechos, de mostrar sucesos y fenómenos desarrollados en nuestras tierras leonesas en el tiempo anterior al inicio de la Guerra Civil, en el largo periodo que va desde 1808 y la invasión napoleónica hasta el 17 de julio (por la tarde, para mayor precisión) de 1936. El volumen de que ahora se trata, 'Los prologómenos de la tragedia', segundo de la trilogía que venimos dedicando a historiar el golpe militar de julio de 1936 y la represión posterior al mismo en las tierras bañezanas (el primer volumen, publicado en el año 2010, lo dedicamos a enmarcar el golpe y la represión padecidos aquí en el contexto general de lo sucedido entonces en otros territorios similares), resulta ser así una crónica que contiene y trata sobre muchas y muy variadas historias de nuestros antepasados, de las gentes que habitaron durante tantos años estas tierras. Una vasta panorámica de historias locales, y crónica comarcal, provincial, cultural y de la enseñanza y la escuela, etnográfica, municipal, política, laboral, social, deportiva, a veces crónica de sucesos, electoral, religiosa…, muchas de ellas del todo o casi desconocidas y nunca o apenas abordadas antes, narradas para el ámbito temporal y geográfico a los que en principio se ciñe (y de los que se sale muchas veces) con un acercamiento meticuloso y detallista (sobre todo en el segundo tomo de este segundo volumen, con un seguimiento casi día a día de lo sucedido en el periodo republicano en los pueblos de las tierras bañezanas (los de la Valduerna, Valdería, la Cabrera, las vegas del Tuerto, del Órbigo y del Jamuz, la Ribera, el Páramo) y también en la capital, León, y en otras localidades provinciales, como Astorga (tantas entradas corresponden en el Índice toponímico que se incluye respectivamente a León y a Astorga como a La Bañeza), Veguellina o Benavides, enmarcado siempre en el contexto de lo que a la vez y cronológicamente va sucediendo en otros lugares, en la provincia, en el país y en Europa a veces.
Te ruego me permitas que señale que este segundo volumen de la trilogía que nos viene ocupando no trata sobre la guerra civil; no es un libro sobre la guerra civil, y ello es así porque no toca todavía. Trata, como ya dije, de sus prolegómenos y antecedentes, de lo sucedido antes, desde los inicios del Liberalismo en 1808 -precedente y preludio de la Segunda República-, hasta el advenimiento de ésta, preámbulo o pórtico de la Guerra Civil, hechos que, como en el volumen se muestra, condicionaron lo que sucedería más tarde, en la contienda y después de ella.
Insistiré también en que aunque en principio nuestro interés se contrae a narrar para el tiempo histórico señalado la historia cercana y detallada de los hombres y mujeres de las Tierras Bañezanas, transgredimos en numerosas ocasiones tal principio y nos salimos de ese concreto y estricto marco geográfico, pues no en vano eran fluidas las relaciones y las influencias de todo tipo entre las diversas tierras leonesas y de estas con la capital, resultando de esta manera que, al igual que ya sucediera con nuestro primer volumen, poco tangencial o colateralmente viene a ser también este segundo un extenso y pormenorizado compendio de la historia de otros muchos lugares provinciales y sus gentes, particularmente de la capital, León, y de la ciudad de Astorga y los territorios de su entorno.
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A.R.: ¿El subtítulo del libro que presenta este sábado en Astorga (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -y de otras- de 1808 a 1936) es toda una declaración de intenciones? Está como indicando que sobre todo le interesa contar las consecuencias sobre la gente de las decisiones que se toman en los despachos.
J.C.: Pretendemos con nuestro trabajo, desde la modestia de nuestros medios y posibilidades, además de acercar al lector o lectora interesados los retazos y detalles de las historias de nuestros ancestros, recuperándolas del pasado para el futuro, fijar la memoria y el merecido recuerdo de una serie de personajes –también algunos de ellos astorganos- que transitaron a lo largo de aquellos tiempos y con mayor o menor fortuna por nuestros pueblos y ciudades, olvidados del todo unos y arrastrando otros injustos y falsos sambenitos que nada tienen que ver con la realidad de sus vidas y con sus auténticas valías. Figuras todas ellas importantes en la historia diaria de sus comunidades, entregadas muchas de ellas al avance y al progreso de sus coetáneos, tratadas algunas con absoluta, contumaz e inmerecida injusticia por la historia grande y la pequeña, y a las que muchas veces, sin saberlo hoy, o sin recordarlo en su justa verdad y medida, debemos mucho las personas que actualmente habitamos nuestros pueblos.
Dedicado desde hace ya unos cuantos años a recopilar en nuestras tierras variada documentación, información y datos sobre el tiempo que acota nuestras indagaciones, y siendo tal documentación sobre todo (además de la bibliografía pertinente) la municipal de diversos ayuntamientos, la depositada en archivos locales y la referida en otros a expedientes personales, la prensa histórica local de unas y otras poblaciones, o los testimonios orales, la memoria de una buena serie de personas de avanzada edad de nuestros pueblos, el resultado de trabajar intensamente durante tres largos años con tales fuentes cercanas y pegadas al terreno no puede ser más que la historia minuciosa y menuda de las gentes sencillas de nuestra tierra leonesa, la gente de a pie que hace historia casi siempre padeciendo y sufriendo los efectos de la historia que hacen otros, de la que dictan en todo tiempo los poderosos. Así, hallará en este segundo volumen el lector, entre otras muchas historias pequeñas y próximas, las de nuestros mozos obligados a emigrar a las Américas y las de quienes habían de guerrear y dejar sus vidas en África o en Cuba (sobre todo si no eran pudientes y no podían pagar que otros fueran por ellos); las de quienes soportaban la dura vida campesina de otros tiempos y sus carencias y conflictos; las de quienes protestaban (frente al inmediato poder local muchas veces) de las carestías y los atropellos y se organizaban y unían contra ellos; también las historias de los progresos, las diversiones, las realizaciones culturales y religiosas de nuestros antepasados, y de toda la amplia panoplia que constituían las ocupaciones y los intereses de sus días.
Todo ello presentado en este segundo volumen en los dos tomos que lo componen de 768 páginas el primero y dedicado al periodo de 1808 a 1931 (tres capítulos que tratan sobre el tiempo que transcurre hasta la Primera República, la Restauración, y la Dictadura primoriverista), y de 1.048 páginas el segundo tomo (con capítulos que se ocupan de cada uno de los años del periodo de la Segunda República, y otro final de conclusiones). Entre ambos y en total 1.816 páginas con más de 400 ilustraciones, 1.265 notas a pie de página (además de 535 citas bibliográficas), un Índice toponímico de unas 450 localidades de la provincia de León, además de un Índice Onomástico con referencias a las más de 4.000 personas que se citan en la obra, todo ello acompañado de un DVD que contiene más de 4.000 archivos digitalizados, entre ellos una extensa selección de algunos de los documentos, fuentes y datos manejados en la elaboración de este volumen que pueden resultar de utilidad a quienes deseen mayor concreción y detalle en lo tratado, o ampliar y ahondar en ello, a la vez que sirven de constatación, soporte y referencia de las afirmaciones que en el mismo mantenemos.
Un trabajo que nos ha deparado la inmensa satisfacción y el alto honor de merecer ser prologado por el insigne historiador e hispanista Paul Preston (creemos que ello es garantía de su calidad y de que se trata de una investigación seria y rigurosa), que afirma del mismo en dicho prólogo tratarse de “una obra monumental, imprescindible en la historiografía de las tierras bañezanas..... En la historiografía de La Bañeza y las comarcas de su entorno habrá un antes y un después de la trilogía de la que forma parte este volumen, y tendrán que pasar muchos años para que se vuelva a escribir algo parecido".
A.R.: Ha rastreado las hemerotecas de la época convirtiendo los periódicos en tu principal fuente de información, ¿cuál fue el papel de los medios de comunicación de la época en la gestación de la Guerra Civil?
J.C.: Sino la principal, si desde luego una de las principales. En cuanto a las fuentes hemerográficas tengo que decir que he utilizado para esta investigación y en lo que abarca el periodo de la Segunda República el contraste de las informaciones ofrecidas por la prensa diaria y semanal de uno y otro signo, especialmente para las ciudades de León y La Bañeza, en las que a las brindadas por el conservador El Diario de León he podido contraponer las que presentan el independiente La Mañana y el periódico izquierdista y republicano La Democracia, de igual modo a como he utilizado en cuanto a Astorga el semanario de izquierdas El Combate, y para lo relativo a La Bañeza la publicación semanal y socialista Avance como contrapunto a la de idéntica frecuencia pero de adscripción católica El Adelanto.
En respuesta a tu pregunta, te diré que algún investigador, como Pedro González de Prado para las comarcas leonesas-palentinas de las cuencas altas de los ríos Carrión, Cea y Esla ha manifestado en una obra de su autoría hallar buena parte de las raíces de la represión que se dio durante la contienda y después en aquellas zonas en “las mentiras claramente intencionadas propaladas con insidioso encono por la prensa diaria conservadora, clerical y derechista de León y de Palencia”, que él repasó día por día para el periodo electoral de febrero de 1936. Nosotros, haciéndolo también desde 1929 a 1938, hemos corroborado esto mismo de notable y particular manera para la prensa capitalina de León y para la local de La Bañeza, y podemos añadir que se dio en uno y otro lugar una clara desproporción en la beligerancia contra los oponentes en una y otra prensa en el tiempo republicano, muy especial y agresivamente desde la prensa católica bañezana, que hizo tras su aparición en 1932 una sistemática y feroz siembra de odio a la República, al socialismo, y a la izquierda que ayudaría a explicar, en parte, la desproporción y la desmesura de la represión más tarde desatada en La Bañeza. Por supuesto, de todo ello se ofrece cumplida, extensa y detallada muestra en las páginas de este segundo volumen.
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A.R.: ¿Cuáles fueron las poblaciones de nuestras comarcas más castigadas por las consecuencias de la Guerra Civil?
J.C.: Insistiendo de nuevo en que no trata el segundo volumen que el próximo sábado, día 5, por la tarde presentaremos en Astorga, en la Casa Panero, sobre la pasada guerra civil (porque aún no toca), te responderé con un párrafo extraído precisamente del capítulo dedicado a las conclusiones de todo lo antes abordado, y que cierra este segundo volumen “Los prolegómenos de la tragedia”:
En cuanto a las víctimas del franquismo, y por lo que respecta a las que se darán en la comarca bañezana, resulta llamativa su desmesura y lo desproporcionado de su número cuando se compara con la beligerancia social y política y las alteraciones del orden habidas desde la izquierda en la primavera y el verano de 1936 en la ciudad de La Bañeza y en los pueblos del partido que encabeza, en el que la tragedia represiva será muy acentuada (y más pareja a las que se perpetrarán en Benavente, Tierra de Campos, y la durísima de la villa de Valderas), discordancia más notoriamente exagerada al contrastarla con la mayor agitación y los más abundantes altercados que se dieron en la vecina comarca maragata y en la ciudad de Astorga (algunos repetidos contra la religión y el clero, y con un socialismo notablemente más activo, radical y combativo contra “la reacción derechista ensotanada y cavernaria”, como tantas veces desde él se adjetivó), donde las represalias mortales y físicas posteriores serán notoriamente muchas menos (no así las económicas, allí más numerosas). Tampoco se colige directa relación entre el número de los represaliados (al menos en cuanto a los asesinados y encarcelados) y los resultados electorales de febrero de aquel año 1936, pues al contrario de lo sucedido en el partido judicial astorgano en el municipio minero de Villagatón (donde el saldo de los muertos fue de once, notablemente mayor que en los restantes de la demarcación y que en los otros cuatro donde también triunfaron las izquierdas), en el de La Bañeza serán más los victimados en lugares como la propia ciudad, Jiménez de Jamuz o Destriana (porcentualmente sobre el número de habitantes fue mayor la represión mortal en Jiménez de Jamuz, que en La Bañeza y en Destriana), donde se impusieron las candidaturas de derechas, y en mucho mayor número que los escasos habidos en las localidades en las que obtuvo más votos el Frente Popular, y tal vez la explicación se encuentre en que la represión que aplicaron los alzados no fue reactiva, sino preventiva y disuasoria: como en tantos otros lugares, no se fusiló para castigar crímenes, sino buscando lograr el escarmiento de aquella masa informe de quienes catalogaron como rojos, que subvirtieron el orden jerárquico y que una vez pudieron soñar las utopías, para que nunca más volvieran a tener el atrevimiento de soñarlas.
A.R.: ¿Qué papel jugó en el contexto del noroeste español el Acuartelamiento Santocildes de Astorga en la represión republicana?
J.C.: Con el Cuartel de Santocildes, como con la Prisión de Partido de Astorga y el Depósito Municipal de Presos y Detenidos de La Bañeza (una de las numerosas Prisiones de Partido deshabilitadas como tales por sus ínfimas condiciones de salubridad bajo el humanitario mandato de Victoria Kent en la dirección general del ramo) no vino a hacerse por los sublevados sino repetir las utilidades que ya se les habían dado a unos y otros recintos como lugares de reclusión (no el inicialmente previsto en su destino en el caso del de Santocildes) cuando la extensa represión que se aplicó a los implicados en la revuelta de Asturias allí y en las cuencas mineras leonesas y palentinas en octubre de 1934 desbordó todos los reclusorios normales de los que el Estado disponía y se hizo preciso utilizar otros que sirvieran para contener al alto número de los entonces apresados, que lo fueron en el caso de Santocildes hasta los inicios de 1936. El acantonamiento militar volvería a ser usado como recinto carcelario desde los primeros días del triunfo de la sedición, y se mantendría durante unos cuantos años como tal, al tiempo que ya en plena guerra civil se varía la categoría de la Prisión de Partido (pasa a ser Prisión Central) para ser a ella destinados condenados a cumplir más largas penas de confinamiento.
Si grande había sido el número de los apresados en 1934, mucho más lo iba a ser una vez producido el golpe de estado y la subsiguiente guerra civil, tanto que en Astorga no serán ahora suficientes los lugares antes utilizados como prisiones y será necesario que además se habiliten y se creen en las inmediaciones de la ciudad uno o varios campos de concentración para acoger y encerrar a varios miles más de prisioneros.
A.R.: En su libro también recoge multitud de episodios curiosos como el 'desembarco' en Astorga del príncipe abisinio.
J.C.: Así es. A ello dedicamos el correspondiente apartado en uno de los capítulos. Se trató de un acontecimiento que se vino a rememorar a la altura de 1935, cuando era noticia la invasión de Abisinia por la Italia de Mussolini y estaba de actualidad lo relacionado con aquel país africano. Se recuerda entonces por ello la estancia en Astorga en dos ocasiones, en 1921 y 1924, de quien se había dicho que era el joven heredero del imperio etíope (y parece ser, según las publicaciones de la época que hemos consultado, que lo era ciertamente), “el negro príncipe Shervington Micheline, un personaje de leyenda”, que cultivó aquí una acendrada y duradera amistad con un industrial chocolatero y su familia, y fue protagonista de alguna aventura galante y de noviazgo con cierta bella muchacha maragata a la que llegó a ofrecerle matrimonio y con ello ceñir la corona de emperatriz de su país (que ella rechazó), que causó deslumbrante sensación en la buena y pudiente sociedad astorgana, que lo agasajó espléndidamente sobre todo en su segunda visita a la ciudad, “que realizó acompañado de su secretario, con un lujoso automóvil, y haciendo ostentación de hombre adinerado”, y curiosidad y asombro en todos dado lo inusitado de su figura y sus andanzas, una historia de la crónica social de aquellos años veinte que se dieron en llamar felices, y que, como siempre, lo fueron más para unos que para otros, como no dejamos tampoco de mostrar en nuestro libro.
A.R.: ¿Tiene algún nuevo proyecto entre manos?
J.C.: Tengo que decir que llevó trabajando ya desde el pasado mes de febrero en la elaboración del tercer volumen de la trilogía en la que desde hace unos años me hallo embarcado, el que pondrá fin a la misma y que, para un tiempo que se inicia en la noche del 17 de julio de 1936 y la mañana del día 18, sábado, y transcurre desde entonces hasta el fallecimiento del dictador en noviembre de 1975, pretende narrar, una vez más con todo el detalle y la cercanía que nos sea posible, cómo se produce y se desarrolla el golpe militar que triunfa y acaba con la Segunda República, y la contestación y la respuesta que al mismo se opone en nuestras tierras (el mismo ámbito geográfico al que ya hemos referido los dos volúmenes anteriores, transcendiendo también esta vez el estricto de las comarcas bañezanas y ocupándonos de lugares cercanos y en nada ajenos como de nuevo son León, Astorga, Veguellina, Benavides,…), cómo se suceden los años de la guerra civil que aquel desencadena, y cómo a la vez y desde su inicio se impone a los derrotados una amplia, cruel, variada y duradera represión. En ello andamos.
Nieto y sobrino de dos de los numerosos asesinados y desaparecidos por el Franquismo en su pueblo de origen, es miembro de la ARMH desde el año 2002 y de AERLE desde 2010. Desde 1998 participa activamente desde 1998 en variadas iniciativas de recuperación de la memoria histórica.
En abril del año 2010, publicado también por Ediciones del Lobo Sapiens, apareció el primer volumen de su trilogía 'La Bañeza 1936. La vorágine de julio. Golpe y represión en la comarca bañezana'.
Astorga Redacción: ¿Qué ha querido transmitir en 'Los prologómenos de la tragedia'?
José Cabañas: Mi pretensión más que de transmitir criterios e ideas personales o aseveraciones de mi propia creación es de narrar, de contar hechos, de mostrar sucesos y fenómenos desarrollados en nuestras tierras leonesas en el tiempo anterior al inicio de la Guerra Civil, en el largo periodo que va desde 1808 y la invasión napoleónica hasta el 17 de julio (por la tarde, para mayor precisión) de 1936. El volumen de que ahora se trata, 'Los prologómenos de la tragedia', segundo de la trilogía que venimos dedicando a historiar el golpe militar de julio de 1936 y la represión posterior al mismo en las tierras bañezanas (el primer volumen, publicado en el año 2010, lo dedicamos a enmarcar el golpe y la represión padecidos aquí en el contexto general de lo sucedido entonces en otros territorios similares), resulta ser así una crónica que contiene y trata sobre muchas y muy variadas historias de nuestros antepasados, de las gentes que habitaron durante tantos años estas tierras. Una vasta panorámica de historias locales, y crónica comarcal, provincial, cultural y de la enseñanza y la escuela, etnográfica, municipal, política, laboral, social, deportiva, a veces crónica de sucesos, electoral, religiosa…, muchas de ellas del todo o casi desconocidas y nunca o apenas abordadas antes, narradas para el ámbito temporal y geográfico a los que en principio se ciñe (y de los que se sale muchas veces) con un acercamiento meticuloso y detallista (sobre todo en el segundo tomo de este segundo volumen, con un seguimiento casi día a día de lo sucedido en el periodo republicano en los pueblos de las tierras bañezanas (los de la Valduerna, Valdería, la Cabrera, las vegas del Tuerto, del Órbigo y del Jamuz, la Ribera, el Páramo) y también en la capital, León, y en otras localidades provinciales, como Astorga (tantas entradas corresponden en el Índice toponímico que se incluye respectivamente a León y a Astorga como a La Bañeza), Veguellina o Benavides, enmarcado siempre en el contexto de lo que a la vez y cronológicamente va sucediendo en otros lugares, en la provincia, en el país y en Europa a veces.
Te ruego me permitas que señale que este segundo volumen de la trilogía que nos viene ocupando no trata sobre la guerra civil; no es un libro sobre la guerra civil, y ello es así porque no toca todavía. Trata, como ya dije, de sus prolegómenos y antecedentes, de lo sucedido antes, desde los inicios del Liberalismo en 1808 -precedente y preludio de la Segunda República-, hasta el advenimiento de ésta, preámbulo o pórtico de la Guerra Civil, hechos que, como en el volumen se muestra, condicionaron lo que sucedería más tarde, en la contienda y después de ella.
Insistiré también en que aunque en principio nuestro interés se contrae a narrar para el tiempo histórico señalado la historia cercana y detallada de los hombres y mujeres de las Tierras Bañezanas, transgredimos en numerosas ocasiones tal principio y nos salimos de ese concreto y estricto marco geográfico, pues no en vano eran fluidas las relaciones y las influencias de todo tipo entre las diversas tierras leonesas y de estas con la capital, resultando de esta manera que, al igual que ya sucediera con nuestro primer volumen, poco tangencial o colateralmente viene a ser también este segundo un extenso y pormenorizado compendio de la historia de otros muchos lugares provinciales y sus gentes, particularmente de la capital, León, y de la ciudad de Astorga y los territorios de su entorno.
A.R.: ¿El subtítulo del libro que presenta este sábado en Astorga (Historia menuda y minuciosa de las gentes de las Tierras Bañezanas -y de otras- de 1808 a 1936) es toda una declaración de intenciones? Está como indicando que sobre todo le interesa contar las consecuencias sobre la gente de las decisiones que se toman en los despachos.
J.C.: Pretendemos con nuestro trabajo, desde la modestia de nuestros medios y posibilidades, además de acercar al lector o lectora interesados los retazos y detalles de las historias de nuestros ancestros, recuperándolas del pasado para el futuro, fijar la memoria y el merecido recuerdo de una serie de personajes –también algunos de ellos astorganos- que transitaron a lo largo de aquellos tiempos y con mayor o menor fortuna por nuestros pueblos y ciudades, olvidados del todo unos y arrastrando otros injustos y falsos sambenitos que nada tienen que ver con la realidad de sus vidas y con sus auténticas valías. Figuras todas ellas importantes en la historia diaria de sus comunidades, entregadas muchas de ellas al avance y al progreso de sus coetáneos, tratadas algunas con absoluta, contumaz e inmerecida injusticia por la historia grande y la pequeña, y a las que muchas veces, sin saberlo hoy, o sin recordarlo en su justa verdad y medida, debemos mucho las personas que actualmente habitamos nuestros pueblos.
Dedicado desde hace ya unos cuantos años a recopilar en nuestras tierras variada documentación, información y datos sobre el tiempo que acota nuestras indagaciones, y siendo tal documentación sobre todo (además de la bibliografía pertinente) la municipal de diversos ayuntamientos, la depositada en archivos locales y la referida en otros a expedientes personales, la prensa histórica local de unas y otras poblaciones, o los testimonios orales, la memoria de una buena serie de personas de avanzada edad de nuestros pueblos, el resultado de trabajar intensamente durante tres largos años con tales fuentes cercanas y pegadas al terreno no puede ser más que la historia minuciosa y menuda de las gentes sencillas de nuestra tierra leonesa, la gente de a pie que hace historia casi siempre padeciendo y sufriendo los efectos de la historia que hacen otros, de la que dictan en todo tiempo los poderosos. Así, hallará en este segundo volumen el lector, entre otras muchas historias pequeñas y próximas, las de nuestros mozos obligados a emigrar a las Américas y las de quienes habían de guerrear y dejar sus vidas en África o en Cuba (sobre todo si no eran pudientes y no podían pagar que otros fueran por ellos); las de quienes soportaban la dura vida campesina de otros tiempos y sus carencias y conflictos; las de quienes protestaban (frente al inmediato poder local muchas veces) de las carestías y los atropellos y se organizaban y unían contra ellos; también las historias de los progresos, las diversiones, las realizaciones culturales y religiosas de nuestros antepasados, y de toda la amplia panoplia que constituían las ocupaciones y los intereses de sus días.
Todo ello presentado en este segundo volumen en los dos tomos que lo componen de 768 páginas el primero y dedicado al periodo de 1808 a 1931 (tres capítulos que tratan sobre el tiempo que transcurre hasta la Primera República, la Restauración, y la Dictadura primoriverista), y de 1.048 páginas el segundo tomo (con capítulos que se ocupan de cada uno de los años del periodo de la Segunda República, y otro final de conclusiones). Entre ambos y en total 1.816 páginas con más de 400 ilustraciones, 1.265 notas a pie de página (además de 535 citas bibliográficas), un Índice toponímico de unas 450 localidades de la provincia de León, además de un Índice Onomástico con referencias a las más de 4.000 personas que se citan en la obra, todo ello acompañado de un DVD que contiene más de 4.000 archivos digitalizados, entre ellos una extensa selección de algunos de los documentos, fuentes y datos manejados en la elaboración de este volumen que pueden resultar de utilidad a quienes deseen mayor concreción y detalle en lo tratado, o ampliar y ahondar en ello, a la vez que sirven de constatación, soporte y referencia de las afirmaciones que en el mismo mantenemos.
Un trabajo que nos ha deparado la inmensa satisfacción y el alto honor de merecer ser prologado por el insigne historiador e hispanista Paul Preston (creemos que ello es garantía de su calidad y de que se trata de una investigación seria y rigurosa), que afirma del mismo en dicho prólogo tratarse de “una obra monumental, imprescindible en la historiografía de las tierras bañezanas..... En la historiografía de La Bañeza y las comarcas de su entorno habrá un antes y un después de la trilogía de la que forma parte este volumen, y tendrán que pasar muchos años para que se vuelva a escribir algo parecido".
A.R.: Ha rastreado las hemerotecas de la época convirtiendo los periódicos en tu principal fuente de información, ¿cuál fue el papel de los medios de comunicación de la época en la gestación de la Guerra Civil?
J.C.: Sino la principal, si desde luego una de las principales. En cuanto a las fuentes hemerográficas tengo que decir que he utilizado para esta investigación y en lo que abarca el periodo de la Segunda República el contraste de las informaciones ofrecidas por la prensa diaria y semanal de uno y otro signo, especialmente para las ciudades de León y La Bañeza, en las que a las brindadas por el conservador El Diario de León he podido contraponer las que presentan el independiente La Mañana y el periódico izquierdista y republicano La Democracia, de igual modo a como he utilizado en cuanto a Astorga el semanario de izquierdas El Combate, y para lo relativo a La Bañeza la publicación semanal y socialista Avance como contrapunto a la de idéntica frecuencia pero de adscripción católica El Adelanto.
En respuesta a tu pregunta, te diré que algún investigador, como Pedro González de Prado para las comarcas leonesas-palentinas de las cuencas altas de los ríos Carrión, Cea y Esla ha manifestado en una obra de su autoría hallar buena parte de las raíces de la represión que se dio durante la contienda y después en aquellas zonas en “las mentiras claramente intencionadas propaladas con insidioso encono por la prensa diaria conservadora, clerical y derechista de León y de Palencia”, que él repasó día por día para el periodo electoral de febrero de 1936. Nosotros, haciéndolo también desde 1929 a 1938, hemos corroborado esto mismo de notable y particular manera para la prensa capitalina de León y para la local de La Bañeza, y podemos añadir que se dio en uno y otro lugar una clara desproporción en la beligerancia contra los oponentes en una y otra prensa en el tiempo republicano, muy especial y agresivamente desde la prensa católica bañezana, que hizo tras su aparición en 1932 una sistemática y feroz siembra de odio a la República, al socialismo, y a la izquierda que ayudaría a explicar, en parte, la desproporción y la desmesura de la represión más tarde desatada en La Bañeza. Por supuesto, de todo ello se ofrece cumplida, extensa y detallada muestra en las páginas de este segundo volumen.
A.R.: ¿Cuáles fueron las poblaciones de nuestras comarcas más castigadas por las consecuencias de la Guerra Civil?
J.C.: Insistiendo de nuevo en que no trata el segundo volumen que el próximo sábado, día 5, por la tarde presentaremos en Astorga, en la Casa Panero, sobre la pasada guerra civil (porque aún no toca), te responderé con un párrafo extraído precisamente del capítulo dedicado a las conclusiones de todo lo antes abordado, y que cierra este segundo volumen “Los prolegómenos de la tragedia”:
En cuanto a las víctimas del franquismo, y por lo que respecta a las que se darán en la comarca bañezana, resulta llamativa su desmesura y lo desproporcionado de su número cuando se compara con la beligerancia social y política y las alteraciones del orden habidas desde la izquierda en la primavera y el verano de 1936 en la ciudad de La Bañeza y en los pueblos del partido que encabeza, en el que la tragedia represiva será muy acentuada (y más pareja a las que se perpetrarán en Benavente, Tierra de Campos, y la durísima de la villa de Valderas), discordancia más notoriamente exagerada al contrastarla con la mayor agitación y los más abundantes altercados que se dieron en la vecina comarca maragata y en la ciudad de Astorga (algunos repetidos contra la religión y el clero, y con un socialismo notablemente más activo, radical y combativo contra “la reacción derechista ensotanada y cavernaria”, como tantas veces desde él se adjetivó), donde las represalias mortales y físicas posteriores serán notoriamente muchas menos (no así las económicas, allí más numerosas). Tampoco se colige directa relación entre el número de los represaliados (al menos en cuanto a los asesinados y encarcelados) y los resultados electorales de febrero de aquel año 1936, pues al contrario de lo sucedido en el partido judicial astorgano en el municipio minero de Villagatón (donde el saldo de los muertos fue de once, notablemente mayor que en los restantes de la demarcación y que en los otros cuatro donde también triunfaron las izquierdas), en el de La Bañeza serán más los victimados en lugares como la propia ciudad, Jiménez de Jamuz o Destriana (porcentualmente sobre el número de habitantes fue mayor la represión mortal en Jiménez de Jamuz, que en La Bañeza y en Destriana), donde se impusieron las candidaturas de derechas, y en mucho mayor número que los escasos habidos en las localidades en las que obtuvo más votos el Frente Popular, y tal vez la explicación se encuentre en que la represión que aplicaron los alzados no fue reactiva, sino preventiva y disuasoria: como en tantos otros lugares, no se fusiló para castigar crímenes, sino buscando lograr el escarmiento de aquella masa informe de quienes catalogaron como rojos, que subvirtieron el orden jerárquico y que una vez pudieron soñar las utopías, para que nunca más volvieran a tener el atrevimiento de soñarlas.
A.R.: ¿Qué papel jugó en el contexto del noroeste español el Acuartelamiento Santocildes de Astorga en la represión republicana?
J.C.: Con el Cuartel de Santocildes, como con la Prisión de Partido de Astorga y el Depósito Municipal de Presos y Detenidos de La Bañeza (una de las numerosas Prisiones de Partido deshabilitadas como tales por sus ínfimas condiciones de salubridad bajo el humanitario mandato de Victoria Kent en la dirección general del ramo) no vino a hacerse por los sublevados sino repetir las utilidades que ya se les habían dado a unos y otros recintos como lugares de reclusión (no el inicialmente previsto en su destino en el caso del de Santocildes) cuando la extensa represión que se aplicó a los implicados en la revuelta de Asturias allí y en las cuencas mineras leonesas y palentinas en octubre de 1934 desbordó todos los reclusorios normales de los que el Estado disponía y se hizo preciso utilizar otros que sirvieran para contener al alto número de los entonces apresados, que lo fueron en el caso de Santocildes hasta los inicios de 1936. El acantonamiento militar volvería a ser usado como recinto carcelario desde los primeros días del triunfo de la sedición, y se mantendría durante unos cuantos años como tal, al tiempo que ya en plena guerra civil se varía la categoría de la Prisión de Partido (pasa a ser Prisión Central) para ser a ella destinados condenados a cumplir más largas penas de confinamiento.
Si grande había sido el número de los apresados en 1934, mucho más lo iba a ser una vez producido el golpe de estado y la subsiguiente guerra civil, tanto que en Astorga no serán ahora suficientes los lugares antes utilizados como prisiones y será necesario que además se habiliten y se creen en las inmediaciones de la ciudad uno o varios campos de concentración para acoger y encerrar a varios miles más de prisioneros.
A.R.: En su libro también recoge multitud de episodios curiosos como el 'desembarco' en Astorga del príncipe abisinio.
J.C.: Así es. A ello dedicamos el correspondiente apartado en uno de los capítulos. Se trató de un acontecimiento que se vino a rememorar a la altura de 1935, cuando era noticia la invasión de Abisinia por la Italia de Mussolini y estaba de actualidad lo relacionado con aquel país africano. Se recuerda entonces por ello la estancia en Astorga en dos ocasiones, en 1921 y 1924, de quien se había dicho que era el joven heredero del imperio etíope (y parece ser, según las publicaciones de la época que hemos consultado, que lo era ciertamente), “el negro príncipe Shervington Micheline, un personaje de leyenda”, que cultivó aquí una acendrada y duradera amistad con un industrial chocolatero y su familia, y fue protagonista de alguna aventura galante y de noviazgo con cierta bella muchacha maragata a la que llegó a ofrecerle matrimonio y con ello ceñir la corona de emperatriz de su país (que ella rechazó), que causó deslumbrante sensación en la buena y pudiente sociedad astorgana, que lo agasajó espléndidamente sobre todo en su segunda visita a la ciudad, “que realizó acompañado de su secretario, con un lujoso automóvil, y haciendo ostentación de hombre adinerado”, y curiosidad y asombro en todos dado lo inusitado de su figura y sus andanzas, una historia de la crónica social de aquellos años veinte que se dieron en llamar felices, y que, como siempre, lo fueron más para unos que para otros, como no dejamos tampoco de mostrar en nuestro libro.
A.R.: ¿Tiene algún nuevo proyecto entre manos?
J.C.: Tengo que decir que llevó trabajando ya desde el pasado mes de febrero en la elaboración del tercer volumen de la trilogía en la que desde hace unos años me hallo embarcado, el que pondrá fin a la misma y que, para un tiempo que se inicia en la noche del 17 de julio de 1936 y la mañana del día 18, sábado, y transcurre desde entonces hasta el fallecimiento del dictador en noviembre de 1975, pretende narrar, una vez más con todo el detalle y la cercanía que nos sea posible, cómo se produce y se desarrolla el golpe militar que triunfa y acaba con la Segunda República, y la contestación y la respuesta que al mismo se opone en nuestras tierras (el mismo ámbito geográfico al que ya hemos referido los dos volúmenes anteriores, transcendiendo también esta vez el estricto de las comarcas bañezanas y ocupándonos de lugares cercanos y en nada ajenos como de nuevo son León, Astorga, Veguellina, Benavides,…), cómo se suceden los años de la guerra civil que aquel desencadena, y cómo a la vez y desde su inicio se impone a los derrotados una amplia, cruel, variada y duradera represión. En ello andamos.