Los pendoneros se preparan para alzar las varas al viento
![[Img #11780]](upload/img/periodico/img_11780.jpg)
Los pendoneros de nuestros pueblos ya están contando las horas que faltan para alzar las varas y los paños al viento. La Virgen del Castro sale este viernes pasadas las dos de la tarde del santuario de Castrotierra camino de la Catedral de Astorga para ser coronada, reeditando una tradición secular incrustada en la médula espinal de nuestras comarcas. No es fácil teorizar y explicar sobre lo que se vive dentro de la procesión que discurre por los caminos y los montes, donde la majestuosidad de los pendones compite con la presencia de la pequeña talla de la Virgen.
Las enseñas ligadas a los concejos y las juntas vecinales trascienden el hecho religioso, teniendo que ver más con las emociones y el sentimiento de pertenencia. "El pendón es la mayor insignia que tiene un pueblo, sacarlo es sacar a lucir a tu pueblo, al concejo que venía detrás; con él representas a tu pueblo y a toda su historia", asegura José Antonio Ordóñez, investigador de Soto de la Vega, y creador, junto a su mujer María Jesús Rodríguez Cabello -pendonera 'pata negra' de Palacios de la Valduerna-, de la marca del muro de facebook Pendoneros de León.
![[Img #11781]](upload/img/periodico/img_11781.jpg)
La peregrinación que parte este viernes de Castrotierra, y regresará el día 21, "es un todo entre devocional y festivo. La gente va con alegría, siempre fue un motivo de fiesta y lo sigue siendo", según José Antonio Ordóñez. En el gran desfile se volverán a mezclar la devoción y la exaltación identitaria de las vegas del Órbigo y el Tuerto, de Maragatería o la Valduerna alrededor de un vara de entre 9 y 10 metros altura de la que se despliega el paño de rojos, verdes y blancos, los tres colores que se repiten en casi todos, excepto en los azules, dedicados a la Virgen.
La fiesta, los cantos, la alegría... hacen más llevaderos los 18 kilómetros de camino en los que una vez más se demostrará la perfecta sintonía entre el pendonero y el remero, que 'tanto monta' en el saber llevar el pendón. La observación atenta durante más de cinco años de todo lo que acontece en esta tradición, están convirtiendo a José Antonio Ordóñez en todo un experto, hasta el punto de trazar una fina línea para diferenciar entre llevar y pujar el pendón, "pujar lo pujan muchos, que ves cómo van sufriendo, pero hay que saber llevarlo manteniendo el equilibrio con relaje y soltura, como las mujeres africanas que llevan la tinaja en la cabeza, ese equilibrio hay que encontrarlo con el movimiento de la cadera". Junto con el pendonero y el remero, otra figura importante en los agrupamientos es el que camina de espaldas siempre atento a evitar con sus manos que se caiga la enseña.
![[Img #11779]](upload/img/periodico/img_11779.jpg)
Una tradición más viva que nunca
Basta echar un vistazo a Pendoneros de León, abierto en 2009 y con casi 5.000 amigos, para darse cuenta de que esta tradición está más viva que nunca, las concentraciones se suceden por toda la geografía provincial, aunque "es gracias a esta romería que seguimos disfrutando de los pendones, fue el único sitio en León que no dejaron de salir. Ahora todo el mundo habla de pendones, pero donde hay que venir a hablar de ellos es donde no se ha perdido en la vida, en Castrotierra", asegura José Antonio Ordóñez, que se ha convertido en el guardián de este hecho singular leonés.
A través de esta ventana en internet tenemos acceso a las fotografías de unos 700 pendones y pendonetas que José Antonio Ordóñez va clasificando en los más de 200 álbumes creados en la red social, "sacando vara a vara me salen 540 pueblos" que conservan o han recuperado sus enseñas. Allí ha ido publicando con la paciencia de un entomólogo las imágenes de un movimiento que sabe a pueblo y a romería, "lo normal es que acuda a dos cada fin de semana, una el sábado y otra el domingo. El pasar ese rato con la gente del pendón no se paga con nada, me gusta estar ahí con ellos, tirando fotos, participando en las comidas y en las tertulias de sobremesa". Cuando comienza la temporada de las romerías mete en el coche el 'kit' del pendonero: mesa y silla, gorra y cámara de fotos, que no saca hasta que finaliza el calendario romero, después se encierra con el ordenador para clasificar y ordenar todo el material recogido.
Su curiosidad le ha llevado a desempolvar de los archivos los libros de fábrica y los documentos notariales en busca de la historia de los símbolos de la cultura rural. Según sus pesquisas, los primeros datos que ha encontrado son de "1581 del pendón de Castrotierra, 1596 Huerga y 1598 Soto de la Vega, eran prácticamente todos rojos", precisa José Antonio Ordóñez.
![[Img #11784]](upload/img/periodico/img_11784.jpg)
Ni iglesia ni autoridad
Los pendoneros representan la esencia de esa rebeldía siempre bien disimulada de los habitantes de las áreas rurales, que se manifiesta en el dicho 'la campana y el pendón del pueblo son'. Y ese alma que no se deja obnubilar por la cruz ni el cetro es el espíritu que mueve a José Antonio Ordóñez en su periplo de pueblo en pueblo.
Con su amigo Julián Martínez Quintana, de Val de San Román -pendonero de corazón-, recorrieron este verano Maragatería con el fin de registrar fotográficamente los emblemas de la comarca. En más de una localidad tuvieron que recordar al guardés o guardesa de la llave de la iglesia ese "dicho que siempre rige, porque cuando se quería sacar y se guardaba en la iglesia los curas muchas veces se los quisieron apropiar. El pendón es del pueblo aunque esté en la iglesia, en muchos sitios de la provincia no nos han dejado entrar a fotografiarlo porque nos han dicho que es del cura y les hemos tenido que decir: ‘mire señor, o señora, el pendón es del pueblo'", recuerda.
A este guardián de la tradición, la moda de utilizar los pendones para que en las fiestas las autoridades hagan el 'paseíllo' no le convence, "solo se debe inclinar ante la imagen de una virgen, un santo o de otro pendón, solo. Antes se encontraban dos pendones y se tocaban la punta de arriba en señal de respeto de un pueblo a otro. Ahora llega el presidente de la Diputación y dicen, 'cuando pase hay que inclinarse, ¡no! Quien debe inclinarse es el presidente de la Diputación que me representa a mí".
Este viernes el orgullo de sentirse de pueblo se manifestará una vez más por los caminos de polvo y las calles asfaltadas de Astorga precediendo a la Virgen de la Lluvia. Que nadie se asombre de lo que vea y escuche: los pendoneros no saben disimular.
![[Img #11778]](upload/img/periodico/img_11778.jpg)
![[Img #11780]](upload/img/periodico/img_11780.jpg)
Los pendoneros de nuestros pueblos ya están contando las horas que faltan para alzar las varas y los paños al viento. La Virgen del Castro sale este viernes pasadas las dos de la tarde del santuario de Castrotierra camino de la Catedral de Astorga para ser coronada, reeditando una tradición secular incrustada en la médula espinal de nuestras comarcas. No es fácil teorizar y explicar sobre lo que se vive dentro de la procesión que discurre por los caminos y los montes, donde la majestuosidad de los pendones compite con la presencia de la pequeña talla de la Virgen.
Las enseñas ligadas a los concejos y las juntas vecinales trascienden el hecho religioso, teniendo que ver más con las emociones y el sentimiento de pertenencia. "El pendón es la mayor insignia que tiene un pueblo, sacarlo es sacar a lucir a tu pueblo, al concejo que venía detrás; con él representas a tu pueblo y a toda su historia", asegura José Antonio Ordóñez, investigador de Soto de la Vega, y creador, junto a su mujer María Jesús Rodríguez Cabello -pendonera 'pata negra' de Palacios de la Valduerna-, de la marca del muro de facebook Pendoneros de León.
![[Img #11781]](upload/img/periodico/img_11781.jpg)
La peregrinación que parte este viernes de Castrotierra, y regresará el día 21, "es un todo entre devocional y festivo. La gente va con alegría, siempre fue un motivo de fiesta y lo sigue siendo", según José Antonio Ordóñez. En el gran desfile se volverán a mezclar la devoción y la exaltación identitaria de las vegas del Órbigo y el Tuerto, de Maragatería o la Valduerna alrededor de un vara de entre 9 y 10 metros altura de la que se despliega el paño de rojos, verdes y blancos, los tres colores que se repiten en casi todos, excepto en los azules, dedicados a la Virgen.
La fiesta, los cantos, la alegría... hacen más llevaderos los 18 kilómetros de camino en los que una vez más se demostrará la perfecta sintonía entre el pendonero y el remero, que 'tanto monta' en el saber llevar el pendón. La observación atenta durante más de cinco años de todo lo que acontece en esta tradición, están convirtiendo a José Antonio Ordóñez en todo un experto, hasta el punto de trazar una fina línea para diferenciar entre llevar y pujar el pendón, "pujar lo pujan muchos, que ves cómo van sufriendo, pero hay que saber llevarlo manteniendo el equilibrio con relaje y soltura, como las mujeres africanas que llevan la tinaja en la cabeza, ese equilibrio hay que encontrarlo con el movimiento de la cadera". Junto con el pendonero y el remero, otra figura importante en los agrupamientos es el que camina de espaldas siempre atento a evitar con sus manos que se caiga la enseña.
![[Img #11779]](upload/img/periodico/img_11779.jpg)
Una tradición más viva que nunca
Basta echar un vistazo a Pendoneros de León, abierto en 2009 y con casi 5.000 amigos, para darse cuenta de que esta tradición está más viva que nunca, las concentraciones se suceden por toda la geografía provincial, aunque "es gracias a esta romería que seguimos disfrutando de los pendones, fue el único sitio en León que no dejaron de salir. Ahora todo el mundo habla de pendones, pero donde hay que venir a hablar de ellos es donde no se ha perdido en la vida, en Castrotierra", asegura José Antonio Ordóñez, que se ha convertido en el guardián de este hecho singular leonés.
A través de esta ventana en internet tenemos acceso a las fotografías de unos 700 pendones y pendonetas que José Antonio Ordóñez va clasificando en los más de 200 álbumes creados en la red social, "sacando vara a vara me salen 540 pueblos" que conservan o han recuperado sus enseñas. Allí ha ido publicando con la paciencia de un entomólogo las imágenes de un movimiento que sabe a pueblo y a romería, "lo normal es que acuda a dos cada fin de semana, una el sábado y otra el domingo. El pasar ese rato con la gente del pendón no se paga con nada, me gusta estar ahí con ellos, tirando fotos, participando en las comidas y en las tertulias de sobremesa". Cuando comienza la temporada de las romerías mete en el coche el 'kit' del pendonero: mesa y silla, gorra y cámara de fotos, que no saca hasta que finaliza el calendario romero, después se encierra con el ordenador para clasificar y ordenar todo el material recogido.
Su curiosidad le ha llevado a desempolvar de los archivos los libros de fábrica y los documentos notariales en busca de la historia de los símbolos de la cultura rural. Según sus pesquisas, los primeros datos que ha encontrado son de "1581 del pendón de Castrotierra, 1596 Huerga y 1598 Soto de la Vega, eran prácticamente todos rojos", precisa José Antonio Ordóñez.
![[Img #11784]](upload/img/periodico/img_11784.jpg)
Ni iglesia ni autoridad
Los pendoneros representan la esencia de esa rebeldía siempre bien disimulada de los habitantes de las áreas rurales, que se manifiesta en el dicho 'la campana y el pendón del pueblo son'. Y ese alma que no se deja obnubilar por la cruz ni el cetro es el espíritu que mueve a José Antonio Ordóñez en su periplo de pueblo en pueblo.
Con su amigo Julián Martínez Quintana, de Val de San Román -pendonero de corazón-, recorrieron este verano Maragatería con el fin de registrar fotográficamente los emblemas de la comarca. En más de una localidad tuvieron que recordar al guardés o guardesa de la llave de la iglesia ese "dicho que siempre rige, porque cuando se quería sacar y se guardaba en la iglesia los curas muchas veces se los quisieron apropiar. El pendón es del pueblo aunque esté en la iglesia, en muchos sitios de la provincia no nos han dejado entrar a fotografiarlo porque nos han dicho que es del cura y les hemos tenido que decir: ‘mire señor, o señora, el pendón es del pueblo'", recuerda.
A este guardián de la tradición, la moda de utilizar los pendones para que en las fiestas las autoridades hagan el 'paseíllo' no le convence, "solo se debe inclinar ante la imagen de una virgen, un santo o de otro pendón, solo. Antes se encontraban dos pendones y se tocaban la punta de arriba en señal de respeto de un pueblo a otro. Ahora llega el presidente de la Diputación y dicen, 'cuando pase hay que inclinarse, ¡no! Quien debe inclinarse es el presidente de la Diputación que me representa a mí".
Este viernes el orgullo de sentirse de pueblo se manifestará una vez más por los caminos de polvo y las calles asfaltadas de Astorga precediendo a la Virgen de la Lluvia. Que nadie se asombre de lo que vea y escuche: los pendoneros no saben disimular.
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