Eloy Rubio Carro
Domingo, 08 de Marzo de 2015
ENTREVISTA / CRISTINA BERNIS, autora del libro 'La Maragatería. Pasado y futuro del mundo rural'

"El cambio de mentalidad tiene que promover los conocimientos de las comunidades locales"

El futuro del mundo rural reside en la agricultura familiar, sector estratégico en transformación, donde las mujeres mantienen un papel esencial que debe valorarse y apoyarse para evitar su creciente abandono del campo. Cristina Bernis es catedrática de antropología biológica y presidenta de la Asociación para el Estudio de la Ecología Humana. Interesada en comprender cómo los factores socioeconómicos, culturales y de género afectan a la expresión de los procesos biológicos y a la salud de las mujeres, pretende transmitir a la sociedad los resultados de la investigación, para que desde su conocimiento se modifiquen esos factores, en gran medida ideológicos, que permitirían una mejor distribución de la calidad vital entre todos los humanos.

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En la introducción de su libro declara que su análisis se va a centrar en la repercusión del modo de vida de las mujeres maragatas en sus procesos biológicos, en su salud y en su percepción de la realidad ¿Podría explicarnos esto? 

 
La aportación del trabajo femenino ha sido y sigue siendo esencial para la supervivencia de la economía rural basada en explotaciones familiares como las que caracterizaron a Maragatería. La investigación desarrollada en el contexto de la ecología humana y la antropología biológica ha demostrado que la biología humana es un excelente indicador de la calidad del ambiente en el que viven las poblaciones. Crecer, madurar, reproducirse y envejecer son la  base de los procesos biológicos que todos compartimos, y cuya expresión final (talla, adiposidad, salud-enfermedad, número de descendientes, sobrevivientes etc.) depende de las circunstancias definidas por el del ambiente cultural (que incluye los determinantes socioeconómicos) en el que se desarrollan sus vidas. Esas circunstancias determinan el acceso a la alimentación, las actividades cotidianas que tienen que desarrollar en cada etapa de la vida, (trabajo infantil, tareas agrícolas llevando a las criaturas, manejar herramientas pesadas o transportar grandes pesos etc.)  las relaciones de género, de vecinos, de clase, o el acceso a  servicios públicos (sanitarios, escuelas, infraestructuras etc). La combinación de ese curso biocultural de la vida conforma la percepción que las mujeres (y también los hombres) construyen sobre sus vidas, su valoración del presente y del futuro, y lo que querrían para sus hijas y nietas.

 

 

  
Al comienzo de su libro, 'La Maragatería. Pasado y futuro del mundo rural', indica que algunos aspectos económicos, ambientales y culturales de la vida cotidiana de las mujeres podrían aportar soluciones a una sociedad en crisis. ¿Cuáles son estos aspectos y sobre todo como se transportan de aquella cultura tan perjudicial para la mujer a la nueva situación de ahora?


La 'Cultura' que implica conocimiento del medio y de la vida, lo que hoy se incluye en el patrimonio cultural inmaterial, ha representado un gran valor para la subsistencia de las poblaciones y el equilibrio de los ecosistemas. Las mujeres  tuvieron y mantuvieron un papel esencial  en la construcción, desarrollo y practica  de ese conocimiento del medio, por ser  responsables de los cuidados y salud de sus familias y comunidades, por contribuir al mantenimiento de la diversidad biocultural, y a la gestión de los ecosistemas. Durante generaciones ellas han contribuido (junto a los hombres) a forjar y transmitir mediante educación no formal, ese conocimiento que valoraba las relaciones solidarias entre vecinos, que sabía reciclar y reutilizar todo y que les permitía producir los bienes esenciales para la vida de las comunidades; empezando por los descendientes (sin nuevas generaciones no hay futuro), siguiendo por los alimentos, (cuales y como producirlos, y la manera de conservarlos), las fibras (lino y lana) y la manera de obtenerlas, tratarlas y transformarlas en tejidos, ropas etc; y finalizando por el conocimiento y utilización de plantas y animales del entorno tanto domésticos como salvajes, que les proporcionaba desde la leña y las plantas ornamentales para la iglesia y las fiestas religiosas a recursos medicinales. La nueva bondad de la 'nueva situación' tiene que ver con el progreso científico, socioeconómico y de igualdad, que les permite controlar su fertilidad, su decisión sobre la familia y sobre el trabajo, aunque por otra parte la globalización ligada a esos procesos esté afectando muy negativamente a la riqueza cultural y biológica necesaria para un futuro sostenible.

 

 

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Desviándonos a cuestiones metodológicas, Me queda la duda de cómo la Antropología Biológica puede en la variabilidad biológica de una población en la que detecte situaciones de desigualdad mejorar las situaciones de injusticia. ¿Qué quiere decir con un  cambio pacífico cuando se refiere a ellas? ¿Qué cambios socioeconómicos y políticos debieran a su parecer fomentarse?


Ya se ha iniciado explicando que la biología es un indicador de calidad ambiental, y que la deficiente calidad ambiental afecta muy especialmente a la población infantil, a su crecimiento, enfermedad y mortalidad; eso requiere en otras cosas; una alimentación suficiente, acabar con el trabajo infantil y adolescente y adecuada cobertura sanitaria; es decir depende de las circunstancias socioeconómicas en las que les toca vivir.  Esta situación, absolutamente injusta y que Maragatería compartió con muchas otras poblaciones rurales de España, afortunadamente hace ya años que desapareció, pero todavía se mantiene de manera mayoritaria en muchas poblaciones del mundo. Hasta el punto de que Naciones Unidas considera la pobreza como el principal peligro ambiental y lo reflejó en los Objetivos del Milenio (en los que, a pesar de haberse avanzado, quedan todavía lejos de las metas que debían de cumplirse precisamente en  2015).  Es en esas poblaciones, que todavía mantienen condiciones de vida muy injustas desde la infancia y sin perspectivas de futuro para sus jóvenes  (que buscan en la emigración una vida más digna), donde son necesarios cambios políticos y económicos de calado, no solo en los gobiernos locales, con frecuencia dictatoriales y corruptos, sino en aspectos fundamentales de  las  relaciones internacionales con los gobiernos del mundo desarrollado, o de  las grandes empresas que explotan los recursos de esas poblaciones.

 

 

En Maragatería hay un problema grave de despoblación, siendo esta además muy envejecida ¿Sabe por qué fracasaron las sucesivas políticas de desarrollo rural en el afianzamiento de la población?


No soy economista, ni política, me limito a describir una situación, que sigue pendiente de investigaciones minuciosas sobre esos aspectos. Sin embargo, esa situación no solo se ha dado en Maragatería, sino también en otras zonas rurales del país (muchas de ellas localizadas en áreas de montaña), que no han podido ofrecer, por multitud de causas diferentes un futuro atractivo a los jóvenes y a las mujeres, en parte porque no había ofertas de trabajo ni de vida satisfactorias para sus aspiraciones, pero quizá también, porque el modelo que se ha considerado idóneo durante mucho tiempo y que se ha transmitido a niños y jóvenes ha sido el ligado a un consumismo sin freno y a una perdida ( y menosprecio) de la cultura ligada al conocimiento del medio, representada por padres y  abuelos. Quizá también ha podido influir que en muchas de estas zonas el cierre de las escuelas obligó a llevar a los niños a poblaciones grandes próximas a escuelas concentradas, reduciendo las horas de contacto con sus familias. 

 


Dice usted que la endogamia en Maragatería tiene la pretensión de conservar el patrimonio comunal y/o privado. ¿Cómo lograban intervenir en los matrimonios los concejos? ¿Por qué es ello causa de los matrimonios preferenciales entre parientes? A raíz de lo que usted cuenta se me ocurre impugnar las bondades del concejo tomadas en bloque; también su cariz tan pretendidamente democrático.


 No es cuestión de que los matrimonios intervinieran en los concejos, la cuestión es que el tipo de herencia mantenía el patrón germánico, que reparte por igual entre hijos e hijas las propiedades y eso minimiza en pocas generaciones los tamaños de las propiedades familiares ya de por si pequeñas, los matrimonios entre parientes, permiten paliar en cierta medida esa fragmentación, al unir con el matrimonio a personas que heredaron fragmentos de una misma propiedad. Respecto a los concejos, en aquellos pueblos de tan pequeño tamaño que se surtían de muchos beneficios de los productos de las propiedades comunales,  el fomento de matrimonios entre personas del mismo pueblo y el control  de quien se asentaba en él,  permitía mantener esas explotaciones para sus habitantes. 


Los concejos no fueron democráticos en el sentido pleno y actual de la palabra, (oficialmente solo los hombres casados podían decidir), y sus bondades habría que evaluarlas con un estudio concreto aplicada a cada población a lo largo del tiempo, pero indudablemente, el funcionamiento de los concejos tuvo muchos aspectos muy positivos, que facilitaron la por otra parte dura vida de las poblaciones; estos aspectos están  ligados de nuevo al conocimiento del medio, a la manera de utilizarlo con sentido común y de transmitirlo a las generaciones futuras en condiciones semejantes a las que ellos lo recibieron. Es evidente que las instituciones (sociales, religiosas o políticas) se construyen y perduran desarrollando unas normas morales, socioeconómicas o de convivencia claramente positivas, con todos los matices necesarios. El problema siempre esta que las instituciones están gestionadas por  personas, cuyos principios éticos y morales pueden fallar.

 

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En la página 103 de su libro cita una frase que decía en 1971 una ‘mujerina’ de La Maluenga: "¡Toda la vida peleando por comprar un cachito de prado pa casar a los hijos y todos marcharon!" ¿Sería este comentario compendio del paso de un modo de vida a otro más abierto?  ¿Sería el modo de manifestar las dos generaciones ese sentimiento de pérdida?


Ese comentario, refleja la situación de fracaso en la transformación de la economía familiar de subsistencia que caracterizaba a la zona a una economía familiar sostenible y más diversificada, tal y como se propone desde FAO-UN. Inicialmente, no se invirtió nada en esas poblaciones, cuyo crecimiento demográfico aumento mucho, pero no los recursos disponibles para vivir todos, porque interesaba el desarrollo industrial en zonas urbanas, en los años sesenta y setenta, cuando en todo el país se producen los grandes movimientos migratorios. Cuando tras la incorporación a la UE se inicia ese proceso de inversión en infraestructuras y desarrollo de servicios es demasiado tarde, por muchos motivos largos de resumir, algunos comentados previamente. Desde luego, la mujerina sí expresaba un sentimiento de pérdida, no solo de los hijos que se fueron, sino también de su propia vida; desconocemos los sentimientos de los hijos, pero probablemente para ellos en su juventud, abandonar esa vida dura que tuvieron sus padres tendría un significado positivo, con mas posibilidades de 'progreso'. 

 

 

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¿Cuáles serían las estrategias necesarias para el asentamiento de la población en el medio rural? ¿Tiene solo que ver con el asentamiento de oportunidades laborales, y requiere un cambio de mentalidad y de qué tipo?


Son preguntas generales, complejas  de contestar, pero sí, las dos cosas serían necesarias, porque los dos grupos de población que se fueron y se siguen yendo selectivamente son los jóvenes de ambos sexos y las mujeres. El cambio de mentalidad tendría que ir ligado, a un nuevo enfoque con amplio apoyo ciudadano  y político en sus distintos niveles, para incluir la promoción de 'sistemas de conocimientos culturales y tradicionales' de los agricultores familiares y de las comunidades locales. Eso permitiría que territorios rurales no competitivos en productos genéricos puedan posicionarse con éxito en el mercado, tanto a nivel local como global, gracias a productos, bienes y servicios cuyo origen y tipicidad conllevan un reconocimiento y la captación del valor agregado a nivel local. Además la singularidad y promoción de la diversidad biocultural en las comunidades locales, tendría un efecto positivo sobre sus economías, a través de un turismo sostenible ligado a los paisajes, tradiciones y productos locales (evitando, eso sí, el falso folklorismo que se está produciendo en algunas poblaciones). 

 

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