Las rogativas de la amistad de tres pueblos de la Somoza
Las rogativas de Valdespino junto con las del Val de San Lorenzo y las del Val de San Román eran la manera que habían encontrado estos pueblos rivales para mantenerse amigos. Era como una ronda en la que cada vez pagaría uno. La fiesta de la bendición de los campos la organizaba en cada ocasión uno de ellos: el 25 de abril las cruces en Val de San Román, la víspera de la Ascensión en Val de San Lorenzo y el 9 de mayo la cita era en Valdespino de Somoza
![[Img #16013]](upload/img/periodico/img_16013.jpg)
“Las rogativas eran unas fiestas muy típicas, que los pueblos de Val de San Román, Valdespino de Somoza y Val de San Lorenzo celebran en cada uno de ellos respectivamente los días 25 de abril, 9 de mayo y víspera de la Ascensión”.
Hasta hace poco se hacía la preparación el domingo anterior al día de la fiesta, para ello la Junta Administrativa del pueblo se reunía con las de los pueblos visitantes para otorgar el permiso de entrada de las procesiones y el real de comer y beber a cuenta del pueblo visitado.
El día de la fiesta acudían al pueblo anfitrión los otros dos pueblos en procesión. Por San Gregorio el pueblo de Valdespino salía al lugar acostumbrado a recibirlos para acompañarlos a la iglesia.
Cada pueblo llevaba su tamborilero y tocaba a su aire con lo que si añadimos los saludos, los abrazos y las felicitaciones el guirigay que se formaba era impresionate.
“Luego la 'misa de asistencia'. Antiguamente cada pueblo tenía en la iglesia del visitado una misa oficiada por el sacerdote propio”.
![[Img #16011]](upload/img/periodico/img_16011.jpg)
“Seguían las meriendas campales de los forasteros, en las que no había de faltar el chorizo… que había que tomarlo en la pradera con los compañeros de procesión. La Junta Administrativa de cada pueblo obsequiaba a sus paisanos con abundante vino en recompensa por integrar la procesión”.
Luego, tras una partida de bolos el tamborilero de Valdespino organizaba el baile. Ya avanzada la tarde el sacristán del pueblo anunciaba la hora de partir. Se constituían las procesiones y la de Valdespino había de acompañar a cada una de las otras hasta el lugar de la despedida.
“Terminado el último 'Regina coelli laetare’, sacerdotes y pueblos a grandes voces se despedían con frases de ¡Adiós Arvellos! ¡Adiós Bubillos! ¡Adiós Valuros! y otras corrientes, que en sentido insultante se dirigen a los de Val de San Román, Valdespino y Val de San Lorenzo respectivamente y, con estruendosos toques desacompasados de los tambores, se formaba una algazara bien rara, lo que constituía la salsa de esas fiestas, lo que jamás ha producido la más leve molestia, ni el más insignificante disgusto, antes, por el contrario, mucha y muy celebrada gracia”.
![[Img #16014]](upload/img/periodico/img_16014.jpg)
Así, casi de esta manera, describía la procesión de Las rogativas de San Gregorio Ricardo García Escudero en su libro Por tierras maragatas. Hoy de aquello ya solo queda la procesión con tamborilero y la bendición de los campos. Precedida por la cruz procesional barroca y el cortejo de hombres, -hasta hace poco salía la imagen de San Gregorio del siglo XIII- seguida de la Virgen de Fátima que es pujada por las mujeres del pueblo, luego la muchedumbre mezclada en donde van los niños. Cierran la comitiva el alcalde del Ayuntamiento, el cura y el sacristán. Tras la misa el pueblo se reúne en el casino en torno a un aperitivo para más tarde ya en familia continuar con la celebración del domingo festivo dedicado a San Gregorio.
![[Img #16010]](upload/img/periodico/img_16010.jpg)
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“Las rogativas eran unas fiestas muy típicas, que los pueblos de Val de San Román, Valdespino de Somoza y Val de San Lorenzo celebran en cada uno de ellos respectivamente los días 25 de abril, 9 de mayo y víspera de la Ascensión”.
Hasta hace poco se hacía la preparación el domingo anterior al día de la fiesta, para ello la Junta Administrativa del pueblo se reunía con las de los pueblos visitantes para otorgar el permiso de entrada de las procesiones y el real de comer y beber a cuenta del pueblo visitado.
El día de la fiesta acudían al pueblo anfitrión los otros dos pueblos en procesión. Por San Gregorio el pueblo de Valdespino salía al lugar acostumbrado a recibirlos para acompañarlos a la iglesia.
Cada pueblo llevaba su tamborilero y tocaba a su aire con lo que si añadimos los saludos, los abrazos y las felicitaciones el guirigay que se formaba era impresionate.
“Luego la 'misa de asistencia'. Antiguamente cada pueblo tenía en la iglesia del visitado una misa oficiada por el sacerdote propio”.
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“Seguían las meriendas campales de los forasteros, en las que no había de faltar el chorizo… que había que tomarlo en la pradera con los compañeros de procesión. La Junta Administrativa de cada pueblo obsequiaba a sus paisanos con abundante vino en recompensa por integrar la procesión”.
Luego, tras una partida de bolos el tamborilero de Valdespino organizaba el baile. Ya avanzada la tarde el sacristán del pueblo anunciaba la hora de partir. Se constituían las procesiones y la de Valdespino había de acompañar a cada una de las otras hasta el lugar de la despedida.
“Terminado el último 'Regina coelli laetare’, sacerdotes y pueblos a grandes voces se despedían con frases de ¡Adiós Arvellos! ¡Adiós Bubillos! ¡Adiós Valuros! y otras corrientes, que en sentido insultante se dirigen a los de Val de San Román, Valdespino y Val de San Lorenzo respectivamente y, con estruendosos toques desacompasados de los tambores, se formaba una algazara bien rara, lo que constituía la salsa de esas fiestas, lo que jamás ha producido la más leve molestia, ni el más insignificante disgusto, antes, por el contrario, mucha y muy celebrada gracia”.
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Así, casi de esta manera, describía la procesión de Las rogativas de San Gregorio Ricardo García Escudero en su libro Por tierras maragatas. Hoy de aquello ya solo queda la procesión con tamborilero y la bendición de los campos. Precedida por la cruz procesional barroca y el cortejo de hombres, -hasta hace poco salía la imagen de San Gregorio del siglo XIII- seguida de la Virgen de Fátima que es pujada por las mujeres del pueblo, luego la muchedumbre mezclada en donde van los niños. Cierran la comitiva el alcalde del Ayuntamiento, el cura y el sacristán. Tras la misa el pueblo se reúne en el casino en torno a un aperitivo para más tarde ya en familia continuar con la celebración del domingo festivo dedicado a San Gregorio.
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