Lealtad y conciencia
    
   
	    
	
    
        
    
    
        
          
		
    
        			        			        			        			        			        			        			        			        			        
    
    
    
	
	
        
        
        			        			        			        			        			        			        			        	
                                
                    			        			        
        
                
        
        Traigo a estas líneas, de forma muy resumida, el dilema al que con seguridad se enfrentan muchos ciudadanos en esta hora electoral tan peculiar. Refiriéndose la lealtad al “cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad…” y siendo que la fidelidad es “observancia de la fe que alguien debe a otra persona…”, la conciencia, en tanto propiedad del espíritu que le permite al hombre reconocerse a sí y por sí mismo, implica, entre otras cuestiones, el conocimiento reflexivo de las cosas.
 
Y como en todo dilema, la salida correcta solamente puede encontrarse tras sopesar detenidamente, y eso sí, en conciencia, el valor que individualmente cada cual asigne a ambos elementos, tan escurridizos.
 
¿Qué ha de pesar más? ¿La inercia de la fidelidad? ¿La conciencia reflexiva? He ahí el dilema. Yo, en conciencia, le deseo al lector afectado por esta cuestión que acierte en su valoración.
 
Obviamente, esta reflexión carece de sentido si la fidelidad viene arropada de intereses. En ese caso no hay dilema que valga.
        
        
    
       
            
    
        
        
	
    
                                                                                            	
                                        
                                                                                                                                                                                                    
    
    
	
    
Traigo a estas líneas, de forma muy resumida, el dilema al que con seguridad se enfrentan muchos ciudadanos en esta hora electoral tan peculiar. Refiriéndose la lealtad al “cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad…” y siendo que la fidelidad es “observancia de la fe que alguien debe a otra persona…”, la conciencia, en tanto propiedad del espíritu que le permite al hombre reconocerse a sí y por sí mismo, implica, entre otras cuestiones, el conocimiento reflexivo de las cosas.
Y como en todo dilema, la salida correcta solamente puede encontrarse tras sopesar detenidamente, y eso sí, en conciencia, el valor que individualmente cada cual asigne a ambos elementos, tan escurridizos.
¿Qué ha de pesar más? ¿La inercia de la fidelidad? ¿La conciencia reflexiva? He ahí el dilema. Yo, en conciencia, le deseo al lector afectado por esta cuestión que acierte en su valoración.
Obviamente, esta reflexión carece de sentido si la fidelidad viene arropada de intereses. En ese caso no hay dilema que valga.




 
 
                        
                        