Eloy Rubio
Martes, 11 de Agosto de 2015
Entrevista a Miguel Pérez (Trébol)

"Un día empecé a comprar aparatos y a restaurarlos por el cariño que le tengo al cine, mi gran pasión"

Miguel Pérez, 'Trébol', es un apasionado del cine que no distingue muy bien la maravilla de la proyección de la fantasía proyectada, ya una vez dentro de ese mundo todo es maravillante. Estamos ante un entusiasta de los aparatos cinemátograficos, él mismo fue proyeccionista de cine. Pero su amor encontró en su profesión de electromecánico el gran aliado, lo que le ha llevado a componérselas para reparar más de 80 proyectores, entre los cuales figuran una OSSA de 45 mm, varias máquinas de 16 mm y cuatro Pathè baby. Recientemente en el Festival de Cortometrajes 'Luna de cortos' de Veguellina de Órbigo tuvimos ocasión de verlos todos juntos en funcionamiento. Ahora reclama un lugar donde poder exponer su colección de forma permanente.

 

[Img #17602]

 

 

¿Cuándo comienza su relación con el cine? ¿Ha realizado alguna tarea que tenga que ver con el cine y dónde la ha realizado?


Yo comienzo a apasionarme con el cine cuando tenía 14 años y fue aquí en Veguellina, en el Cine Gordón. A través de mi maestro Adolfo García conseguí ver el proyector del cine. Un día me dijo: “Sube que te voy a enseñar la máquina y vas a ver como se empalma la película”. Una vez en la sala de proyección, me fue enseñando: “Lo primero que vas a hacer es limpiarlo; limpias todo el paso de película, ventanilla, fotocélula de sonido, rodillos de arrastre, rodillos guías, la cruz de Malta, cambias los carbones, limpias la linterna y lo dejas listo mientras yo monto la película y el primer rollo con el NODO”.  Así fue mí comienzo con 14 años. Ya trabajaba en el taller eléctrico, de electromecánico y luego los domingos los dedicaba a esta otra pasión que es el cine, ese foco tan fuerte que sale dentro de la luz cegadora que se lanza a la pantalla.


Así empecé yo, viendo como se proyectaba con un solo proyector, repasando las películas que venían que daban pena, se rompían todas, llenas de piquetes, aquellas famosas de 'Ben-Hur', 'Los diez mandamientos', 'Lo que el viento se llevó'... Había que estar dos horas repasando la película si querías que no se te rompiese. Luego ya fui aprendiendo a hacer el cambio de bobina, para cambiar las partes sin parar la proyección con un solo proyector; eso es una maravilla, eso es un secreto guardado…

 

 

¿A ti lo que te fascina del cine es la parte técnica del montaje, del milagro de la proyección, de la reparación de los proyectores, o te fascina también igual o más el ver la propia película como una narración de unas vidas en la pantalla?


A mí del cine me gusta todo, el cine me tiene encantado y la gran pantalla, número uno eso es indiscutible, pero también la parte técnica que tiene que ver con mi trabajo de electromecánico, el cual también me apasiona. Un día empecé a comprar aparatos y a restaurarlos por el cariño real que le tengo al cine, mi pasión. Y fui aprendiendo de ellos, empezando a tocarlos, empezando a desmontarlos, con los motores sin problemas pues si hay que bobinarlos los bobino y les hago las mil y una, luego compré un tornín pequeño y fui haciendo piecitas para otros que no tenían repuesto; todo muy artesano, y con el tiempo y los años poco a poco he ido a más. Mi pasión es esta. Yo dejé de trabajar en la industria donde trabajo, en la Azucarera de La Bañeza, desde luego que si no me muero yo seguiré con mi pasión.

 

 

[Img #17604]

 

Ha hecho una colección de proyectores extraordinaria ¿Cómo ha conseguido este material y cuál de los proyectores es el más valioso de todos?


Los he conseguido, a veces, como la Ossa por el periódico, en los mercados de por aquí, en anticuarios, a través de coleccionistas, por gente que se dedica a todo este tipo de 'trapicheos' de compra y venta. Normalmente cuando los compras es raro que funcionen, o no tiene sonido o los rodillos están desdentados de viejos y no avanza la película. Con cada proyector es una historia y un montón de kilómetros, he ido incluso a Extremadura a buscar un aparato, a Asturias, varios; de Infiesto traje uno que cuando lo enchufé, empezó a echar humo, todo el sistema de sonido empezó a arder, todo podrido y, bueno pues ya sabes, Trébol, a repararlo y claro, eso no se hace de hoy para mañana. Yo copié una tarjetita pequeñita de uno que compré en Salamanca en un mercadillo y como es una tarjetita muy sencilla, compro los componentes  electrónicos y los monto ‘a pinrel’, poco a poco y luego lo voy trasladando para que funcione…

 


¿De dónde le viene la habilidad para estas tareas, de su oficio de electromecánico o es anterior a todo esto?


A mí la electricidad siempre me encantó, pero una vez que entras en este otro mundo... esto es como un paisano que tiene que tomar una pastilla que no puede vivir sin ella… es lo mismo, un tipo de droga vital, pero muy gratificante. Luego, exponer estas cosas reparadas, funcionando bien… todo el mundo se ha quedado estupefacto. Los Pathè baby, tengo cuatro que funcionan.

 


¿De estos proyectores los Pathé son los más valiosos de todos?


No, son los más antiguos, son del año 1922, el primer sistema de cine en casa, con una película de 9.5 mm que se volvió popular en las siguientes décadas. Como valor, valen más los de 35 mm, la Ossa, que se expone en Caja España, cuya linterna es de carbón.

 

 

[Img #17605]

 

 

¿Cuántos están expuestos?


Tengo entre pequeños y grandes unos 88 que funcionan.

 

 

En su colección tiene infinidad de rollos de película, incluso para esas miniaturas de Pathe baby, se ve por aquí una visionadora, una rebobinadora con empalmadora...

 

De las películas antiguas tengo 'Miguel Strogoff' de Curd Jurgens de 1956, 'Zorba el griego' de 1964, en la que trabaja Anthony Quinn, tengo un rollito ahí también del Pato Donald que es una maravilla. Reportajes de 16 mm tengo también unos cuantos, de Austria, de Nueva York...

 


¿Cuál ha sido su participación en la iniciativa de 'Luna de cortos', en Veguellina? ¿De qué manera ha estado ahí metido?


En primer lugar, para cuando se preparaba la primera edición, Balbino (Bal Ferrero) me comentó la idea que me pareció genial, fuera de serie; y al día siguiente yo lo llamé, pasaba por ahí dando un paseo con su madre, y le dije: "Oye Balbino, la idea tuya fue maravillosa, pero qué te parece si para potenciarla más, para darle más salero a esto, más agarre hacemos una exposición de proyectores. Tú consigue el lugar donde exponerlos y yo me encargo de preparar los proyectores". Tras un tira y afloja consiguió que fuera en la sala de Caja España. Empecé a repasarlos uno a uno, los limpié, los enceré, quedaron brillantes y funcionando, porque yo quería ponerlos en marcha y montamos la exposición y aquello fue increíble. Ninguno, ni Balbino ni yo ni nadie de la Asociación Despiert@ imaginamos por ningún momento que aquello tuviera el alcance que al final tuvo; aparte de la prensa, se corría de boca en boca, todo el mundo quería ver aquello. Se programó para exponer durante una semana y tuvo que estar quince días allí, ‘a pinrel’ hasta las 11,30 de la noche muchos de los días.

 
A ver si con el tiempo conseguimos tener una exposición permanente o un pequeño museo, porque luego de tanto esfuerzo esto no se puede amontonar, porque eso sería una pena.

 

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.