M.A. Reinares / FOTOS: Javier Galán
Jueves, 15 de Octubre de 2015

29 kilómetros más en las piernas

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Maldito asfalto cómo machaca los pies. Si el camino fuera de tierra, como la de los montes que pisan para acorralar a los incendios, les dulcificaría el esfuerzo, pero el firme de la carretera es duro y las ampollas van haciendo mella. Este jueves los trabajadores de las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (Brif) han añadido otros 29 kilómetros a las piernas en la segunda etapa de la Marcha Negra a Madrid. Y se va notando.

 

La columna de caminantes, en la que sobresale el gorrito rojo de Valentín, partía a las 9 horas del Círculo Cultural de Mojados (Valladolid) donde hizo noche la veintena de hombres, que este miércoles comenzaba en Valladolid el periplo que finalizará el próximo martes en el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente. Sobre las 17 horas  llegaban a Coca, donde los habitantes de este pueblo segoviano se volcaron en el recibimiento.

 

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Este jueves en el final de la etapa se han unido los compañeros de las Brif de Lubia (Orense), Puerto Pico (Ávila) y La Iglesuela (Toledo), otros 20 más para seguir sumando en la columna que llegará con más de un centenar a las puertas del Ministerio que contrata la extinción de incendios a Tragsa, la empresa semipública que, de momento, no quiere reconocer que los brigadistas son bomberos profesionales. Desde que comenzaron las negociaciones para resolver el conflicto laboral, Tragsa se ha cerrado en banda para dotarles de una categoría profesional que dignifique las duras condiciones de trabajo en las que se desenvuelven. Donde las conversaciones sí han avanzado ha sido en la creación progresiva de puestos de trabajo durante los próximos años con el fin de proporcionar una segunda actividad a los trabajadores que por edad o condiciones físicas no pueden estar en primera línea de fuego.

 

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Con la tabla reivindicativa pululando en sus cabezas, los brigadistas descansan en Coca después de seis horas andando por las carreteras castellanas. "Ha sido impresionante, nos han recibido entre aplausos", ha señalado Juan Carlos González, de la Brif de Tabuyo. Los segovianos han empatizado desde el primer momento con estos trabajadores que se han echado a la carretera para luchar por lo que consideran irrenunciable: sus derechos como profesionales. Así lo entiende la fisioterapeuta de Coca que curó voluntariamente al brigadista lesionado o el alcalde  que salió a recibirlos a seis kilómetros de la localidad para acompañarlos en el último trayecto. Estos 'subidones' de moral son los que les cargan de gasolina para continuar hasta la meta.

 

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Este viernes el viaje continúa hasta la localidad segoviana de Martín Miguel, acercándose al ecuador de la marcha.

 

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