Esteban Carro Celada
Domingo, 01 de Noviembre de 2015

El entorno familiar del Maragato Cordero (XVII)

Donde abunda el menudeo de noticias familiares y Ramiro Álvarez el ponferradino que en estos años versifica en los ‘Madriles’ lo que será el mundillo de Galdós, lo que fue el mundillo de Santiago Alonso Cordero.

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La tía Amalia toma la pluma desde Santiago de Millas para escribir a la sobrina de casi su misma edad. Lo hace por ser por los días de agosto el santo de Clotilde. Se excusa del retraso: “Ya sabes muy bien lo revuelta que queda una casa cuando se hace un viaje y como a los días de llegar ya me vino la doncella, he tenido que enterarla de cómo había que arreglar todo; además hemos estado sin muchacha y todo ha contribuido porque no tengo yo tiempo para nada con ‘Etel’.

 

“Aquí como siempre nada ocurre de particular; mamá llegó sin novedad hace ocho días. A Bernardino le vi la víspera de irse a Pozuelo y le sienta muy bien esto, pues tiene muy buen color; tu abuelita también está en Pozuelo, la vi antes de marcharse y está buena. Matilde está en Gijón en los baños, pues desde la muerte de su hermano está muy delicada.

 

“Recibe afectos de Antonio, dándoselos, así como míos, a tu mamá y a Luisito, recibiendo tú un abrazo de tu tía que te quiere, Amalia”. La postdata añade que la tía Victoria ha pasado unos días por Boisán.

 

A los pocos días de esta carta de Amalia, la misma Victoria escribe a su hermana María Antonia. Le cuenta que estuvo en Santiago de Millas y que los halló a todos ausentes. No se hubiera decidido a escribirla ahora de no haber sabido que ella se hallaba pachucha. Habla de la libertad de que gozan sus propios hijos en Maragatería, que ha hecho que engruesen y se pongan buenos. Del propio esposo, Andrés, cuenta que piensa tener carta de él el 29 de agosto de 1864: “de su llegada a Lugo a cuyo punto fue a ver a un amigo que a la hora de la muerte quería darle el abrazo de despedida. Deseamos todos se haya podido hallar con vida, por este motivo no sé el tiempo que se detendrá”.

 

Algún tiempo después en este mismo año de 1864 y desde Boisán, Victoria le escribía a María Antonia sobre la vuelta a Madrid de Luis. Dejó en Pozuelo a la tía y a Bernardino. Se alegra de que el calor no indisponga nuevamente a su confidente epistolar. La carta de Victoria es más torpona, pues no goza de la ligereza de estilo de María Antonia. Nos informa de la vuelta de Andrés: “Andrés llegó bueno ayer de Lugo, en cuyo punto dejó a nuestro amigo moribundo y estamos esperando que cualquier día nos den parte de su muerte que sentiremos mucho. Andrés se hubiera quedado allí pero ese señor, tan delicado, le mandó marchar, quedando satisfecho con haberlo visto y esperando la hora de su muerte con mucha resignación”.

 

 

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Mariquita y Amalia han acudido a Boisán a ver a su hijastra y media hermana. El hecho de estar un poco delicada aquella y no haber ido ésta todavía, una vez casada, hizo que todo funcionara a la maravilla. En el mismo septiembre hay nueva carta de Victoria. Si la anterior se fechaba el 5, esta el 30, pero desde Valladolid. Toda la familia de Victoria ha llegado a la ciudad pinciana el 28 a las once de la noche. La madre de Boisán continúa delicada. En Santiago de Millas aún estaba la esposa de Cordero y una de sus hijas, Amalia. En cambio la tía, la esposa de Bernardino Franco, no está “por hallarse en la vendimia, así como el hermano Antonio que está en Los Barrios. Tomasito vino en nuestra compañía hasta Valladolid y supongo que continuaría bien y creo que alguno de vosotros le habréis visto”. Es decir, el hijo menor de Cordero hizo el viaje en las mismas postas hasta el Pisuerga y luego continuó hasta la Villa y Corte.

 

De María García hay una carta fechada el 7 de octubre. Escribe con una letra elegante, totalmente ligada, con rasgos que funden las palabras dividiéndolas a la par. La carta de María Antonia ha llegado con motivo del día del rosario, su santo. Sabemos que otro de los hijos de Cordero acaba de casarse, es Joaquín, el segundo de sus segundas nupcias: “Efectivamente se encuentran en Santiago de Millas, desde el último viernes que llegaron Joaquín y su esposa en compañía de los cuales, así como la de Amalia y Etelvina pues Antonio salió para Torre del Valle, celebré mis días. Por esta no ocurre ninguna cosa particular que podamos comunicar más que el haber estado lloviendo la mayor parte de los días, que hace estar aquí a los recién casados y esto les ha impedido salir de casa”. Y firma la carta la abuela y madre María García, ‘Mariquita’ familiarmente. Santiago Cordero por entonces está en Madrid metido en las cuestiones de la Diputación Provincial de la que es presidente.

 

Julián Alonso saca a Santiago Cordero una nota exacta de las 43 fincas que tiene amillaradas en el Ayuntamiento de Villalís, con toponimia de pagos tan sugestivos como Barberas, Abajo, Revilla, Felechos, Fuentes, Golmera, Zombo, Cuepos, San Martín, Bouzas de arriba. De estas fincas saca anualmente 24 fanegas, 10 celemines y un cuartillo de grano de trigo.

 

 

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Ramiro Álvarez es un ponferradino que en estos años siempre le ha gustado versificar en los ‘Madriles’ de lo que será el mundillo de Galdós y que es el mundillo de Santiago Alonso Cordero. De lo que ocurre por aquellas calles de Pontejos, de las casas sin retrete, de los porteros carpinteros. Casas llenas de cajones, sin gas, bullangueras como la Casa del Peine. Allí viven los del Mulé, la marquesa de San Miguel. El versolari ha decidido al fin cambiarse a la calle Salud número 11. Su madre está en Ponferrada, es tresillista, tertuliera, pianera. Se llama Joaquina. El paso de una casa a otra le ha llevado siete carros de mueblaje. He aquí los versos de Ramiro Álvarez sobre la mudanza de casa propia y la comunicación que hace a Cordero:

 

Es costumbre, ya es sabido,

si uno se muda o se casa, 

en este, decir ‘me caso’,

aquel, ofrecer su casa.

Mi padre, ‘con sus enfermos’

no le queda ‘ni un respiro’;

él debía de ofrecer su casa

y, no pudiendo,…Ramiro.

Acaso le choque a usted

que mudase sus trebejos;

pero a tal le han obligado

las molestias de ‘Pontejos’.

Una casa sin retrete, 

y estrecho el de la cocina,

con el ruido de un motor

que más parece ‘bocina’.

Ruido que en noches de invierno

‘es breve’, de cinco a diez:

motor que también se inflama,

como ya ocurrió una vez.

Que da luz a un almacén

o cosa por el estilo,

y miedo a los de la casa, 

cuya vida está en un hilo.

Donde está la portería,

descuidada y sin portero,

pues el que tiene ‘’hace cofres’,

y, más bien es carpintero.

Donde no puede el sereno

abrir de noche la puerta,

la llave está entre… ‘los mundos’

y ‘un baúl’ jamás despierta.

Y si han sonado las dos,

y el vecino es descuidado,

‘le cayó la lotería’…

ya puede esperar ‘sentado’.

Donde se encuentra el portal

siempre lleno de cajones, 

sin paso a los inquilinos

y expuestos a trompicones.

Donde el gas se enciende tarde

‘todo allí marcha lo mismo’,

se tropieza en la escalera,

‘y se rompe uno el bautismo’.

Donde no encuentran sosiego

ni quietud los inquilinos,

y sí burdel de academias,

almacenes y casinos.

Y no hablemos de persianas

y otras tantas bagatelas

ni tampoco del portal,

‘un páramo’, sin cancelas.

Una inquilina d`esprit

tuvo un día la humorada

de exclamar: “¡esta vivienda 

es sucursal de posada!”

‘A la del Peine’ aludía:

yo aquí añado y sin temor,

que tal tropel y bullanga

ni en Peine…ni en batidor.

‘La frase’ entre los vecinos

tuvo efecto colosal;

al verse todos decían:

¿’qué tal va en la sucursal’?

¡Y viviendo tantos años!

Cierto. Treinta y seis cabales;

pero antes había allí dueño;

ahora intervienen curiales.

Hoy a su administración

nadie la mueve y menea.

¡Un año entero pidiendo

arreglos de chimenea!

Eso sí, ’mucha finura’, 

por palabras no se peca:

‘ya se hará lo que usted pide’;

y luego ‘se hace la sueca’.

‘Como nada se consigue…

tomarlo a broma’ es frecuente:

¡si hablaran los de Mulé

y banquero san Vicente!.

¿Y una señora marquesa

que san Miguel se nombra?

 

[Img #18965]

 

 

¡Qué oportunas ocurrencias!,

¡qué chistes!, ¡qué buena sombra!

En arreglos y mejoras

‘forma planes muy maduros’:

el meter el agua en casa

nos costó veintiocho duros.

Por supuesto que el recibo

expresaba ‘mayormente’,

que el agua ‘se serviría

de balde o gratuitamente’.

A inquilinos tan antiguos

la cosa ‘no salió cara’;

¡si llegamos a ser nuevos!

‘otro gallo nos cantara’.

‘Ya ve usted que allí se gasta

y derrocha un dineral; 

eso sí’, la ‘fuente es grande;

tan grande…’ que ‘es un dedal’.

Dirá usted: ‘y a todo esto,

¿dónde se han ido?’ Cabal,

‘nos curamos en Salud,

número once, principal’.

Tiene una ventaja el cuarto

de importancia verdadera,

para gente algo achacosa…

el tener poca escalera.

La calle es un poco triste,

sentiré que no le cuadre;

pero aquella no es el cuarto

y en este vive mi Madre,

señora de buen humor,

de trato franco y sencillo,

que tendrá en ‘salud’ tertulia,

piano, canto y tresillo.

Permanece en Ponferrada;

y encontrándose tan lejos,

no era cosa que viniese

solo por dejar ‘Pontejos’.

Tanta razón, buen amigo,

acaso encuentre molestas,

pero así evito preguntas

y economizo respuestas.

y si en este ofrecimiento

no le gusta a usted el giro,

no se le culpe a mi padre,

pues son cosas de 

                                                                                                               RAMIRO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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