Domingo, 21 de Abril de 2013

La Raya. Una frontera absurda

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ REÑONES. Editorial Lobo Sapiens. León 2010

[Img #2691]

Un viaje a la frontera Hispano-Portuguesa iniciado en la desembocadura del  Miño por  un viajero que no se siente extraño, no es un extranjero, se  intitula como 'el forastero' y con este epíteto honra las viejas palabras, palabras de una lengua que creía muerta y que, de pronto, encuentra al otro lado del río, palabras que  evocan su tierra, su pasado...Él será el cicerón de esta aventura literaria que nos lleva a recorrer el paisaje, la historia, las leyendas, costumbres y anhelos de los habitantes de ambas orillas.

El libro es un periplo emocional y emocionante en el que descubrimos  el olvido de unas tierras mantenidas durante siglos al margen del progreso. ¡Un castigo y su bendición! uno por el atraso económico que supuso y la otra porque, de ese modo, han preservado  diferentes culturas tradicionales que en otros lugares desaparecieron debido a esa amnesia que, con  demasiada frecuencia,  supuso 'lo moderno'.

La raya  es una tierra acogedora: judíos, moriscos, republicanos y demás perseguidos por la justicia encontraron un refugio donde ocultarse de la sinrazón histórica. Sin embargo, no es la Historia, ni los monumentos, ni el arte, aunque los hay 'a esgaya', lo que interesa al forastero; él busca lo que su querido Unamuno llamó intrahistoria: esas moreras de los pueblos, el Couto mixto, el contrabando, la melancolía como metonimia, las costumbres leonesas, Leonor 'La Viajada', el Mirandés, los viriatos, la malvasía y la bruñal, la ciudad de los alcornoques y su festival Indipop, el Portuñol de Elvas, los vinos alentejanos, la fuente de María Miguel, 'el monarca' de sierra morena, la mujer arracada de oro y el verraco Vetón.

Recordando el factor más humano del viaje aún me pregunto qué habrá sido de Inés, si el Potras seguirá en el barrio de Colorines o se habrá ido al otro, qué pacientes tendrán la suerte de conocer a Teresa.
No olvidaré a los poetas, los valientes, los libres, los generosos que nuestro guía rescata del olvido unas veces y otras nos da a conocer.

El viajero tenía  la intención de completar el viaje que un día interrumpió. Su meta era llegar a la desembocadura del Guadiana y cruzar el último puente. Recorrió la península de Norte a Sur por el Oeste, el forastero, como un cirujano enamorado que de un lado a otro y con puntada corta va uniendo la herida abierta que su amada tiene en el rostro...

Hasta aquí se puede contar, porque aún queda un final sin desvelar y una máxima musical que me viene 'a las mientes' : Menos mal, que nos queda Portugal.

                                                                                                       BEATRIZ GARCÍA ÁLVAREZ
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