Ruido de fondo
Recuerda el título de una novela o de un drama de Casona, pero en realidad la imagen que me ronda la cabeza es la escena de “Bienvenido Mr. Marshall” donde el personaje de José Isbert dice aquello de “como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación”. Los vecinos, en la plaza, se limitan a ver, oír y en el mejor de los casos comentar entre ellos. Bajo el balcón, como uno de esos vecinos, me siento cuando asisto los programas de actualidad. Balcones de todo tipo como la tele, la radio o las diferentes formas de la Red.
Desde la plaza oímos al alcalde y a la vez nos dejamos llevar por otras percepciones: su forma palurda de hablar o lo rústico de su vestimenta, sin dejar de lado a los otros personajes que comparten el plano, el empresario gordo, la folclórica, la maestra vestida de faralaes, un guardia…De forma que el discurso mediocre y atropellado queda difuminado entre el resto de la información.
Algo de eso nos pasa con los mensajes de nuestros modernos balcones. Periodistas-estrella que dan más relieve a su puesta en escena que a sus entrevistados. Políticos de plasma. Debates con planos partidos, subtítulos en movimiento, conexiones en ‘riguroso directo’ y pausas para la ‘publi’, interrupciones continuas entre los participantes más propias de un programa de ‘famoseo’…Etc. Por no hablar de la filosofía en 140 caracteres.
Y mientras los de la plaza, nos quedamos preguntando ¿qué ha dicho? Y tenemos la sensación de recordar series de palabras que, entre tanto ruido de fondo, se quedan huecas. Queda el recurso de cerrar los ojos y concentrarse en las palabras pero corremos el peligro de escuchar “…muy orgullosos de ser españoles y mucho españoles”. Atónitos, nos preguntamos si lo siguiente será “el furbol es asín y no hay enemigo pequeño”.
También podemos asistir a programas con ocho participantes más el ‘conductor’ donde, para debatir el contenido de las propuestas de los partidos en las próximas elecciones, se le asignan a los participantes cuatro minutos per cápita para exponer y debatir sus programas de economía, empleo, educación o sanidad. ¿Vertiginoso o trivial? ¡Como echamos de menos los que somos más viejos a Balbín y ‘La clave’!
Sin embargo entre toda la maraña algunos dicen cosas interesantes- he oído que uno habla incluso de la minería del carbón- y no parece que quede más remedio que escarbar y recurrir al viejo “ busque, compare y ,si encuentra algo mejor, cómprelo”
Un, con perdón, último consejo, deja el whatsapp y charla con tu vecino en la plaza.
Recuerda el título de una novela o de un drama de Casona, pero en realidad la imagen que me ronda la cabeza es la escena de “Bienvenido Mr. Marshall” donde el personaje de José Isbert dice aquello de “como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación”. Los vecinos, en la plaza, se limitan a ver, oír y en el mejor de los casos comentar entre ellos. Bajo el balcón, como uno de esos vecinos, me siento cuando asisto los programas de actualidad. Balcones de todo tipo como la tele, la radio o las diferentes formas de la Red.
Desde la plaza oímos al alcalde y a la vez nos dejamos llevar por otras percepciones: su forma palurda de hablar o lo rústico de su vestimenta, sin dejar de lado a los otros personajes que comparten el plano, el empresario gordo, la folclórica, la maestra vestida de faralaes, un guardia…De forma que el discurso mediocre y atropellado queda difuminado entre el resto de la información.
Algo de eso nos pasa con los mensajes de nuestros modernos balcones. Periodistas-estrella que dan más relieve a su puesta en escena que a sus entrevistados. Políticos de plasma. Debates con planos partidos, subtítulos en movimiento, conexiones en ‘riguroso directo’ y pausas para la ‘publi’, interrupciones continuas entre los participantes más propias de un programa de ‘famoseo’…Etc. Por no hablar de la filosofía en 140 caracteres.
Y mientras los de la plaza, nos quedamos preguntando ¿qué ha dicho? Y tenemos la sensación de recordar series de palabras que, entre tanto ruido de fondo, se quedan huecas. Queda el recurso de cerrar los ojos y concentrarse en las palabras pero corremos el peligro de escuchar “…muy orgullosos de ser españoles y mucho españoles”. Atónitos, nos preguntamos si lo siguiente será “el furbol es asín y no hay enemigo pequeño”.
También podemos asistir a programas con ocho participantes más el ‘conductor’ donde, para debatir el contenido de las propuestas de los partidos en las próximas elecciones, se le asignan a los participantes cuatro minutos per cápita para exponer y debatir sus programas de economía, empleo, educación o sanidad. ¿Vertiginoso o trivial? ¡Como echamos de menos los que somos más viejos a Balbín y ‘La clave’!
Sin embargo entre toda la maraña algunos dicen cosas interesantes- he oído que uno habla incluso de la minería del carbón- y no parece que quede más remedio que escarbar y recurrir al viejo “ busque, compare y ,si encuentra algo mejor, cómprelo”
Un, con perdón, último consejo, deja el whatsapp y charla con tu vecino en la plaza.