Se hicieron sonar
Se hicieron sonar las voces de aquellos que cantaban a la vida cada día buscando una existencia mejor. Se hicieron sonar para reclamar aquello que les pertenecía, aquello que no se les podía seguir siendo arrebatado y para hacer valer la palabra justicia. Se hicieron sonar aquellos que tenían cosas interesantes que contar, inteligentes que enseñar y sinrazones que manifestar.
Se hicieron sonar incluso sin que se les permitiera hablar, expresarse libremente, derecho que tenían que tener no que temer. Se hicieron sonar para los demás, para con su voz representar a aquellos más tímidos e inseguros y para que con su voz sonaran sabios consejos.
Se hicieron sonar voces que salían de lo más profundo del corazón, un corazón del que nada que no fuera verdadero era capaz de ver la luz. Se hicieron sonar sin perjuicios, sin contemplaciones, sin pedir otro premio que no fuera aquel que ya era de su posesión por el mero hecho de ser personas, pero hasta entonces no les había sido nunca reconocido.
Se hicieron sonar porque querían cambiar y que el mundo cambiara con ellos. Se hicieron sonar porque se dejaron la garganta en gritar por derechos que hoy apenas algunos valoran. Derechos que dejaron como su legado aquellos que quisieron lo mejor para los siguientes incluso sin conocerlos.
Y se hicieron sonar para que nosotros hoy en día y constantemente los podamos escuchar. Se hicieron sonar sin esperar ningún reconocimiento, pero hicieron de su lucha una conquista y de su conquista una historia.
Se hicieron sonar las voces de aquellos que cantaban a la vida cada día buscando una existencia mejor. Se hicieron sonar para reclamar aquello que les pertenecía, aquello que no se les podía seguir siendo arrebatado y para hacer valer la palabra justicia. Se hicieron sonar aquellos que tenían cosas interesantes que contar, inteligentes que enseñar y sinrazones que manifestar.
Se hicieron sonar incluso sin que se les permitiera hablar, expresarse libremente, derecho que tenían que tener no que temer. Se hicieron sonar para los demás, para con su voz representar a aquellos más tímidos e inseguros y para que con su voz sonaran sabios consejos.
Se hicieron sonar voces que salían de lo más profundo del corazón, un corazón del que nada que no fuera verdadero era capaz de ver la luz. Se hicieron sonar sin perjuicios, sin contemplaciones, sin pedir otro premio que no fuera aquel que ya era de su posesión por el mero hecho de ser personas, pero hasta entonces no les había sido nunca reconocido.
Se hicieron sonar porque querían cambiar y que el mundo cambiara con ellos. Se hicieron sonar porque se dejaron la garganta en gritar por derechos que hoy apenas algunos valoran. Derechos que dejaron como su legado aquellos que quisieron lo mejor para los siguientes incluso sin conocerlos.
Y se hicieron sonar para que nosotros hoy en día y constantemente los podamos escuchar. Se hicieron sonar sin esperar ningún reconocimiento, pero hicieron de su lucha una conquista y de su conquista una historia.