España miau
"Ahí tienes por lo que estás como estás, olvidado y en la miseria; por no tener ni pizca de trastienda y ser tan devoto de San Escrúpulo bendito. Créeme, eso ya no es honradez, es sosería y necedad. Mírate en el espejo de Cucúrbitas; él será todo lo melón que se quiera; pero verás cómo llega a Director, quizás a Ministro. (...) Yo que tú, me iría a un periódico y empezaría a vomitar todas las picardías que sé de la Administración, los enjuagues que han hecho muchos que hoy están en candelero. Eso, cantar claro, y caiga el que caiga... desenmascarar a tanto pillo... (...) Con tantos remilgos, con tantos miramientos como tú tienes, con eso de llamarles a todos dignísimos, y ser tan delicado y tan de ley que estás siempre montado al aire como los brillantes, lo que consigues es que te tengan por un cualquiera. Pues sí (alzando el grito), tú debías ser ya Director, como esa es luz, y no lo eres por mandria, por apocado, porque no sirves para nada, vamos, y no sabes vivir."
Estas palabras parecen escritas ayer pero en realidad son de 1888 hace ya más de 125 años. Pertenecen a un pasaje de la novela Miau de Pérez Galdós en el que la mujer del funcionario cesante, desesperada porque no le contratan los dos meses que le faltan para poder alcanzar la jubilación, le reprocha muy vivamente el haber sido honrado durante su vida. La esposa se duele de que todos los demás, ineptos, han ascendido como la espuma mientras el suyo ha sido orillado.
Sobrecoge comprobar cuán poco han cambiado las cosas en nuestro país a pesar de haber pasado por monarquía, república, guerra civil, dictadura y democracia.
"Ahí tienes por lo que estás como estás, olvidado y en la miseria; por no tener ni pizca de trastienda y ser tan devoto de San Escrúpulo bendito. Créeme, eso ya no es honradez, es sosería y necedad. Mírate en el espejo de Cucúrbitas; él será todo lo melón que se quiera; pero verás cómo llega a Director, quizás a Ministro. (...) Yo que tú, me iría a un periódico y empezaría a vomitar todas las picardías que sé de la Administración, los enjuagues que han hecho muchos que hoy están en candelero. Eso, cantar claro, y caiga el que caiga... desenmascarar a tanto pillo... (...) Con tantos remilgos, con tantos miramientos como tú tienes, con eso de llamarles a todos dignísimos, y ser tan delicado y tan de ley que estás siempre montado al aire como los brillantes, lo que consigues es que te tengan por un cualquiera. Pues sí (alzando el grito), tú debías ser ya Director, como esa es luz, y no lo eres por mandria, por apocado, porque no sirves para nada, vamos, y no sabes vivir."
Estas palabras parecen escritas ayer pero en realidad son de 1888 hace ya más de 125 años. Pertenecen a un pasaje de la novela Miau de Pérez Galdós en el que la mujer del funcionario cesante, desesperada porque no le contratan los dos meses que le faltan para poder alcanzar la jubilación, le reprocha muy vivamente el haber sido honrado durante su vida. La esposa se duele de que todos los demás, ineptos, han ascendido como la espuma mientras el suyo ha sido orillado.
Sobrecoge comprobar cuán poco han cambiado las cosas en nuestro país a pesar de haber pasado por monarquía, república, guerra civil, dictadura y democracia.




