Astorgaredacción
Miércoles, 30 de Diciembre de 2015

Juan de Peñalosa, artífice y poeta

La segunda conferencia programada por la Asociación de amigos de la Catedral de Astorga fue impartida por Manuel Arias, bajo el título ‘Evocación de Juan de Peñalosa canónigo e insigne artista’.

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Acisclo Antonio Palomino y de Castro, uno de los grandes tratadistas del arte español, fue el primero que se refirió a Juan de Peñalosa y Sandoval como “discípulo de Céspedes, formado en Córdoba y que había trabajado entre otros lugares en Astorga”, explicó el experto en arte sacro, Manuel Arias, en la ponencia que tuvo lugar este martes. Muchos han sido entre los historiadores los que se han referido desde entonces a este poeta y artista. Miguel Ángel González ha publicado el enlace de Peñalosa con el obispo Mexía de Tovar: “Un tándem perfecto para llevar a cabo una serie de reformas en la catedral que transformaron el mobiliario interno del edificio”.


Siguiendo el rastro de la biografía de Peñalosa, el conferenciante explicó que no está claro que haya nacido en Baena, “aparece citado por vez primera en el testamento de su maestro, en cuya casa vivía, Pablo de Céspedes, en Córdova en el año 1608”. Pablo de Céspedes, formado en Italia, “pinta con las tonalidades de ese mundo manierista finisecular que ha asimilado en Italia y que va a traer a España”. Pasa a integrarse en el cabildo de la catedral de Córdoba donde endurece el estilo. “En este quehacer hay ya muchas de las cosas que Peñalosa, en aquel momento discípulo de Céspedes, va a hacer en Astorga.


Peñalosa llega a Astorga en 1621 o 1622. En Córdoba se conservan las obras de juventud de este artista,  la Virgen de la Leche, el retrato de Santo Tomás de Aquino, "estereotipado, con errores de resolución o anatómicos que constituyen algunos de los estilemas identificadores de la pintura posterior de Peñalosa", rostros ovalados, el estilo de la confección de los paños en las figuras, las tonalidades utilizadas, el estilo frío, muy académico, sin apenas expresividad en las figuras, fue detalladando Manuel Arias sobre las fotografías proyectadas en el aula del Seminario de Astorga.

 

La primera pista de su llegada a Astorga la busca en su relación con el hermano del obispo, en Pedro Mexía de Tovar, protector de literatos y artistas, a quien dedica Peñalosa la ‘Relación de las fiestas que celebraron en la ciudad de Astorga el obispo y su cabildo…’, el cual había comprado el condado de Molina Herrera, el que nosotros conocemos por Molina Ferrera.

 

 

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Una vez integrado en el Cabildo , Peñalosa comienza a hacer obras en la catedral de Astorga. Diseña el retablo de la Virgen de la Majestad, “ejemplo de contrarreformismo, que incorpora la dignidad de las devociones antiguas y particulares del lugar” -en Astorga es el caso de San Genadio- “ y a su lado la religiosidad contemporánea, caso de Santa Teresa”.


También pinta el Exvoto de la Virgen de la Majestad, “la primera instantánea que tenemos de Astorga que pretende rehabilitar a la Virgen de la Majestad…Se trata de un cuadro que refleja retratos, en el que aparece el propio Peñalosa; tipos populares vestidos a la manera tradicional, unas mujeres adornadas con un sombrero etnográfico, un sugerente trenzado que acaba en pico de ave o pincho de unicornio, similar al que veremos en “las mujeres de Astorga del famoso códice de trajes de la colección Madrazo Daza, de 1540”, aseguró el ponente.


La otra gran obra de Peñalosa para la Catedral fue el retablo de Santa Teresa, “creación exquisita desde el punto de vista del diseño, encuadrada en el mundo tridentino”. Mostró, Manolo Ares, el parecido del Cristo de la capilla de Santa Teresa con el de la capilla de Santa Ana de Pablo de Céspedes en Cordova, por lo que insiste en la revisión de la obra de este Artista para ver qué hay del maestro y que corresponde a sus discípulos.


“El otro pilar de Peñalosa fue el retablo de la Inmaculada. Al hilo del encargo de la escultura de la inmaculada de Gregorio Fernández”, donde se vuelve a detectar la presencia de Céspedes en las pinturas. Arias también comentó el libro de Peñalosa ‘Relación de las fiestas que se celebraron en la ciudad de Astorga, el obispo y su cabildo, marqués y su ciudad, en el voto y solemnidad de la Purísima Concepción de nuestra Señora’. “Libro que contiene toda la relación de las fiestas que se celebraron en la ciudad en 1626, con jeroglíficos, con carrozas, con fuentes que manaban vino colocadas en la plaza, con una gran procesión, con fuegos de artificio…Una obra importantísima desde el punto de vista literario y artístico.”

 

 

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Es interesante ver que en los laterales del retablo de la inmaculada Peñalosa firma su obra con dos cartelas que dicen que fue él quien lo hizo. Se trata de una concepción de autoría que no estaba presente en aquel momento en España.


La última pieza realizada en Astorga es un cuadro que suele pasar desapercibido, un ‘Juicio Final’ muy convencional pero que sirve a Manuel Arias para ahondar en la tesis de las influencias florentinas transmitidas por su maestro Céspedes  a Juan de Peñalosa. 


Pablo de Céspedes volvió a Italia en 1583, dijo; es probable que hiciera una visita a Florencia y contemplara los frescos de la villa de  Poggio a Caiano, restaurados en 1582, pudo copiar la enigmática figura que Alexandro Allori pintara en homenaje a Andrea del Sarto y que es la misma que podemos contemplar vestida entre los condenados con el gesto de Dante, en el cuadro del juicio final de Juan de Peñalosa y Sandoval

 

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