La cronometría cabreiresa de Losada como marcapasos de España
Durante muchos años, el reloj de la Puerta del Sol dio a España la hora solar, la del meridiano de Greenwich, es decir la que le corresponde al país por su longitud geográfica. El mecanismo del reloj se accionaba por un cable eléctrico desde el Observatorio Astronómico del parque del Retiro para dar la hora del meridiano. ????El ‘reloj de Sol’, como se dice en Madrid, se hizo famoso cuando la radio comenzó a retransmitir las'“campanadas del reloj de Gobernación', llamado así porque el edificio era entonces sede del Ministerio de la Gobernación.
![[Img #19830]](upload/img/periodico/img_19830.jpg)
A continuación reproducimos el fragmento dedicado al relojero Losada por Matías Rodríguez en su libro 'Historia de la muy Noble, Leal y Benemérita Ciudad de Astorga'
En la misma capital de la Gran Bretaña, la mejor relojería y la más relacionada con América, ha sido durante muchos años la de Losada (Regent Stret 105) donde aún se conserva acreditada por sus sobrinos los Sres. Riego y Losada. El industrial que dió su nombre a este famoso establecimiento, nació en Iruela, pueblo de Cabrera, detrás del Teleno, y la odisea de sus aventuras es de las más curiosas. Siendo niño y cuidando, como pastor, un rebaño vacuno, tuvo la desgracia de que se le extraviase una ternera. Notada la falta, el pobre niño fue castigado y obligado a salir aquella misma noche en busca del animal, que después se averiguó que había sido devorado por los lobos. Viendo inútiles sus pesquisas por las ásperas sierras de la Cabrera y temeroso de otros malos tratamientos por una falta que en razón no se le podía imputar, se alejó hasta los pueblos inmediatos de la Sanabria, siguió fatigado, desamparado y triste por Castilla hasta tropezar al fin con algún protector anónimo que, utilizando sus aptitudes, le llevó a Extremadura.
Era aproximadamente por el año 1830, cuando fue complicado en uno de aquellos conatos revolucionarios de la época, por cuyo fracaso viose en la necesidad de emigrar a Portugal. De Lisboa fue alejado a Inglaterra como emigrado político, y hallose en la inmensa ciudad de Londres, ignorante del idioma, sin relaciones, paseando medio muerto de hambre las calles, y sufriendo toda clase de penalidades, hasta que logró colocarse en calidad de ínfimo sirviente o barrendero en una relojería. En los momentos de la limpieza comenzó á fijarse en el mecanismo de los relojes, en las mesas, útiles y herramientas de los operarios; y luego, cuando éstos trabajaban, examinaba con la mayor atención sus actos y labores, llegando a adquirir de esta manera tales conocimientos que, cuando se hallaba solo en el taller, hacía por su cuenta algunas composturas de relojes, las cuales, notadas al fin por el jefe de la casa, dieron ocasión a éste para cambiarle su servil empleo por el de oficial.
![[Img #19832]](upload/img/periodico/img_19832.jpg)
En este puesto hizo tan rápidos progresos el Sr. Losada que bien pronto aventajó a sus demás compañeros de tareas, hasta llegar a ser el jefe de la relojería, por enfermedad del dueño. Muerto este, Losada, que se había hecho apreciable por todos conceptos, se casó con la viuda y desarrolló sus grandes aptitudes mecánicas y comerciales, elevando la relojería a tal altura que su reputación es todavía universal.
La famosa relojería de Losada fue en Londres el centro de los españoles y el refugio permanente de los emigrados de todos los partidos. Fue en mucho tiempo la ‘tertulia del habla española’; en la que también se reunían los emigrados de todas las repúblicas hispanoamericanas.
D. Juan Manuel de Rozas, que gobernó veintidós años en Buenos Aires; D. Ramón Cabrera, que tanta reputación tuvo entre los carlistas de España; D. Juan Prim, el bizarro general de la guerra marroquí y de la revolución española; el duque de Montpensier, que tanta influencia ejerció en la caída de los Borbones en 1868; D. José Zorrilla, el gran poeta, autor de una interesante composición titulada ‘La Repetición de Losada’, en la que se contienen curiosas referencias sobre los visitantes de la relojería del hijo de Iruela, fueron, con otros ilustres militares, políticos y literatos, contertulios de nuestro paisano en la gran metrópoli de Inglaterra.
El Sr. Losada no tuvo hijos. En su vejez sintió más que nunca la nostalgia y quiso visitar y proteger el pueblo de su nacimiento. Acostumbrado a las comodidades de la vida inglesa, sufrió graves molestias en su viaje por la falta de caminos carreteros para llegar al pueblo natal, teniendo que hacer la travesía a caballo. Por estas dificultades no volvió á visitar su inolvidable patria, ni pudo acaso favorecerla según su laudable propósito. Recuerdo de su patriotismo y de su visita es el magnífico reloj de gran muestra que en la Puerta del Sol, en Madrid, ostenta sobre su fachada principal el Ministerio de la Gobernación.
![[Img #19833]](upload/img/periodico/img_19833.jpg)
A continuación reproducimos el fragmento dedicado al relojero Losada por Matías Rodríguez en su libro 'Historia de la muy Noble, Leal y Benemérita Ciudad de Astorga'
En la misma capital de la Gran Bretaña, la mejor relojería y la más relacionada con América, ha sido durante muchos años la de Losada (Regent Stret 105) donde aún se conserva acreditada por sus sobrinos los Sres. Riego y Losada. El industrial que dió su nombre a este famoso establecimiento, nació en Iruela, pueblo de Cabrera, detrás del Teleno, y la odisea de sus aventuras es de las más curiosas. Siendo niño y cuidando, como pastor, un rebaño vacuno, tuvo la desgracia de que se le extraviase una ternera. Notada la falta, el pobre niño fue castigado y obligado a salir aquella misma noche en busca del animal, que después se averiguó que había sido devorado por los lobos. Viendo inútiles sus pesquisas por las ásperas sierras de la Cabrera y temeroso de otros malos tratamientos por una falta que en razón no se le podía imputar, se alejó hasta los pueblos inmediatos de la Sanabria, siguió fatigado, desamparado y triste por Castilla hasta tropezar al fin con algún protector anónimo que, utilizando sus aptitudes, le llevó a Extremadura.
Era aproximadamente por el año 1830, cuando fue complicado en uno de aquellos conatos revolucionarios de la época, por cuyo fracaso viose en la necesidad de emigrar a Portugal. De Lisboa fue alejado a Inglaterra como emigrado político, y hallose en la inmensa ciudad de Londres, ignorante del idioma, sin relaciones, paseando medio muerto de hambre las calles, y sufriendo toda clase de penalidades, hasta que logró colocarse en calidad de ínfimo sirviente o barrendero en una relojería. En los momentos de la limpieza comenzó á fijarse en el mecanismo de los relojes, en las mesas, útiles y herramientas de los operarios; y luego, cuando éstos trabajaban, examinaba con la mayor atención sus actos y labores, llegando a adquirir de esta manera tales conocimientos que, cuando se hallaba solo en el taller, hacía por su cuenta algunas composturas de relojes, las cuales, notadas al fin por el jefe de la casa, dieron ocasión a éste para cambiarle su servil empleo por el de oficial.
En este puesto hizo tan rápidos progresos el Sr. Losada que bien pronto aventajó a sus demás compañeros de tareas, hasta llegar a ser el jefe de la relojería, por enfermedad del dueño. Muerto este, Losada, que se había hecho apreciable por todos conceptos, se casó con la viuda y desarrolló sus grandes aptitudes mecánicas y comerciales, elevando la relojería a tal altura que su reputación es todavía universal.
La famosa relojería de Losada fue en Londres el centro de los españoles y el refugio permanente de los emigrados de todos los partidos. Fue en mucho tiempo la ‘tertulia del habla española’; en la que también se reunían los emigrados de todas las repúblicas hispanoamericanas.
D. Juan Manuel de Rozas, que gobernó veintidós años en Buenos Aires; D. Ramón Cabrera, que tanta reputación tuvo entre los carlistas de España; D. Juan Prim, el bizarro general de la guerra marroquí y de la revolución española; el duque de Montpensier, que tanta influencia ejerció en la caída de los Borbones en 1868; D. José Zorrilla, el gran poeta, autor de una interesante composición titulada ‘La Repetición de Losada’, en la que se contienen curiosas referencias sobre los visitantes de la relojería del hijo de Iruela, fueron, con otros ilustres militares, políticos y literatos, contertulios de nuestro paisano en la gran metrópoli de Inglaterra.
El Sr. Losada no tuvo hijos. En su vejez sintió más que nunca la nostalgia y quiso visitar y proteger el pueblo de su nacimiento. Acostumbrado a las comodidades de la vida inglesa, sufrió graves molestias en su viaje por la falta de caminos carreteros para llegar al pueblo natal, teniendo que hacer la travesía a caballo. Por estas dificultades no volvió á visitar su inolvidable patria, ni pudo acaso favorecerla según su laudable propósito. Recuerdo de su patriotismo y de su visita es el magnífico reloj de gran muestra que en la Puerta del Sol, en Madrid, ostenta sobre su fachada principal el Ministerio de la Gobernación.