Doña Natividad, de Nistal, ya forma parte del selecto club de los centenarios
Natividad Cuervo Cordero es desde el día 27 de diciembre Doña Natividad, con mayúsculas. Este mujer nacida en Nistal tal día del año 1915 ha entrado en el selecto club de las centenarias. Este sábado su familia y el pueblo entero de Nistal le han tributado un homenaje.
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Natividad es una mujer fuerte, alegre, con un carácter equilibrado que transmite una inmensa serenidad. Así la define su familia, que sigue disfrutando de esta venerable anciana que, a parte de los achaques en "esta pierna" y en "este ojo", goza de una salud excepcional, nunca ha estado ingresada en un hospital. Todavía hoy en día no tiene problemas para ponerse el mandil y cocinar para ella y para su hermana Generosa.
Hija de Benito e Isidora es la mayor de cuatro hermanos, bien pequeñita, a los dos años, se traslada a vivir a Torre del Bierzo con su familia. Cumplidos los 8 años, la familia regresa a Nistal y Natividad tiene que trabajar cuidando niños en la estación del Oeste. Eran años difíciles, con su padre enfermo a duras penas la familia tenía para vivir. Ya con 15 años Natividad cuida niños en Astorga y con 17 comienza a trabajar en una panadería del barrio de San Andrés.
La vida de Natividad no ha sido fácil. Todavía recuerda cómo a los 25 años, hecha ya una moza, trabaja en Astorga con la familia Alonso (D. Manuel y Dña. Enriqueta) y 36 comienza a trabajar en la AIPTESA de San Justo, a donde iba andando desde Nistal de noche en los duros inviernos de antes, levantándose a las cuatro de la mañana y regresando a las diez de la noche. A los cincuenta y dos años y después de fallecer la madre deja la fábrica para cuidar a su hermano Domingo, mutilado de guerra.
Todo este cúmulo de vida y de experiencias la han convertido en un libro abierto que ella relata detalladamente gracias a su perfecta cabeza y su gran inteligencia.
Este sábado ha estado rodeada de quienes le quieren: de su hermana Generosa, su hermano Ángel, sus tres sobrinos-nietos, sus ocho resobrinos y los dos tátara sobrinos Marquel y Ariadne, muy pronto se unirán al tronco familiar dos más que ya vienen de camino.
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Natividad es una mujer fuerte, alegre, con un carácter equilibrado que transmite una inmensa serenidad. Así la define su familia, que sigue disfrutando de esta venerable anciana que, a parte de los achaques en "esta pierna" y en "este ojo", goza de una salud excepcional, nunca ha estado ingresada en un hospital. Todavía hoy en día no tiene problemas para ponerse el mandil y cocinar para ella y para su hermana Generosa.
Hija de Benito e Isidora es la mayor de cuatro hermanos, bien pequeñita, a los dos años, se traslada a vivir a Torre del Bierzo con su familia. Cumplidos los 8 años, la familia regresa a Nistal y Natividad tiene que trabajar cuidando niños en la estación del Oeste. Eran años difíciles, con su padre enfermo a duras penas la familia tenía para vivir. Ya con 15 años Natividad cuida niños en Astorga y con 17 comienza a trabajar en una panadería del barrio de San Andrés.
La vida de Natividad no ha sido fácil. Todavía recuerda cómo a los 25 años, hecha ya una moza, trabaja en Astorga con la familia Alonso (D. Manuel y Dña. Enriqueta) y 36 comienza a trabajar en la AIPTESA de San Justo, a donde iba andando desde Nistal de noche en los duros inviernos de antes, levantándose a las cuatro de la mañana y regresando a las diez de la noche. A los cincuenta y dos años y después de fallecer la madre deja la fábrica para cuidar a su hermano Domingo, mutilado de guerra.
Todo este cúmulo de vida y de experiencias la han convertido en un libro abierto que ella relata detalladamente gracias a su perfecta cabeza y su gran inteligencia.
Este sábado ha estado rodeada de quienes le quieren: de su hermana Generosa, su hermano Ángel, sus tres sobrinos-nietos, sus ocho resobrinos y los dos tátara sobrinos Marquel y Ariadne, muy pronto se unirán al tronco familiar dos más que ya vienen de camino.
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