Los profesores y el pensador Marina
No me cabe ninguna duda de que José Antonio Marina es un hombre honorable, de que se trata en su caso de alguien serio, inteligente y prudente, alguien que quiere hacer el bien y que el estado se mejore. Por eso cuando oí que le habían preguntado sobre algo que debería conocer muy bien como es el sistema educativo en el que, al parecer, ocupa el puesto de profesor de enseñanza media en excedencia, pensé que iba a hablar cabalmente de lo que ha sido su larga experiencia meditada. No obstante, por lo que nos llega del estudio que ha entregado al gobierno recientemente, parece que ha preferido hablar del futuro, ejerciendo más de adivino que de sabio viejo.
En todo caso nos ha extrañado a algunos docentes de su mismo cuerpo, aunque no en excedencia, que no señale nada de lo que casi todos nos dolemos, la masificación en las aulas, la burocratización, el recorte de personal, la congelación salarial, el aumento de horario, la formación fuera de la jornada laboral, un sinfín de cambios legales, supresión repentina de materias, invento de otras…
De pronto, le parece al ciudadano Marina que el problema no está de manera destacada en nada de eso sino en que los profesores, compañeros suyos que han cursado sus carreras universitarias, los programas de aptitud pedagógica o el máster en educación, que han superado unas oposiciones reñidas con otros miles de aspirantes bien preparados, que han pasado por destinos buenos y malos, en barrios deprimidos o violentos en ocasiones y en distintos puntos de la geografía hispana a cientos de kilómetros de sus familias, los profesores, de pronto, son para Marina el problema porque no están a la altura de las circunstancias, preparados para un mundo nuevo.
No cabe duda de que hay que reflexionar sobre la figura del docente, sobre su carrera, su actualización, su relevo generacional, pero con toda seguridad a día de hoy es el músculo más fuerte del maltrecho cuerpo educativo español. Sobrado de conocimientos y experiencia es el profesorado el que no ceja, el que entra cada día en las aulas haga frío o calor, falte aire acondicionado o calefacción, escuchen con atención los alumnos o se suban por las paredes. Son los profesores los que entran a las aulas a enseñar, a pesar de los caprichos políticos de cada momento, los que entran a las aulas a intentar demostrar a los que protagonizarán ese mundo nuevo que el conocimiento hará mejores sus vidas. Seguramente sean ellos, los profesores, los que hacen que ese mundo nuevo no se desmorone antes de nacer, seguramente son los profesores lo que menos hay que cambiar.
No me cabe ninguna duda de que José Antonio Marina es un hombre honorable, de que se trata en su caso de alguien serio, inteligente y prudente, alguien que quiere hacer el bien y que el estado se mejore. Por eso cuando oí que le habían preguntado sobre algo que debería conocer muy bien como es el sistema educativo en el que, al parecer, ocupa el puesto de profesor de enseñanza media en excedencia, pensé que iba a hablar cabalmente de lo que ha sido su larga experiencia meditada. No obstante, por lo que nos llega del estudio que ha entregado al gobierno recientemente, parece que ha preferido hablar del futuro, ejerciendo más de adivino que de sabio viejo.
En todo caso nos ha extrañado a algunos docentes de su mismo cuerpo, aunque no en excedencia, que no señale nada de lo que casi todos nos dolemos, la masificación en las aulas, la burocratización, el recorte de personal, la congelación salarial, el aumento de horario, la formación fuera de la jornada laboral, un sinfín de cambios legales, supresión repentina de materias, invento de otras…
De pronto, le parece al ciudadano Marina que el problema no está de manera destacada en nada de eso sino en que los profesores, compañeros suyos que han cursado sus carreras universitarias, los programas de aptitud pedagógica o el máster en educación, que han superado unas oposiciones reñidas con otros miles de aspirantes bien preparados, que han pasado por destinos buenos y malos, en barrios deprimidos o violentos en ocasiones y en distintos puntos de la geografía hispana a cientos de kilómetros de sus familias, los profesores, de pronto, son para Marina el problema porque no están a la altura de las circunstancias, preparados para un mundo nuevo.
No cabe duda de que hay que reflexionar sobre la figura del docente, sobre su carrera, su actualización, su relevo generacional, pero con toda seguridad a día de hoy es el músculo más fuerte del maltrecho cuerpo educativo español. Sobrado de conocimientos y experiencia es el profesorado el que no ceja, el que entra cada día en las aulas haga frío o calor, falte aire acondicionado o calefacción, escuchen con atención los alumnos o se suban por las paredes. Son los profesores los que entran a las aulas a enseñar, a pesar de los caprichos políticos de cada momento, los que entran a las aulas a intentar demostrar a los que protagonizarán ese mundo nuevo que el conocimiento hará mejores sus vidas. Seguramente sean ellos, los profesores, los que hacen que ese mundo nuevo no se desmorone antes de nacer, seguramente son los profesores lo que menos hay que cambiar.




