Laura de la Torre
Lunes, 18 de Enero de 2016

Ningún mar en calma hace experto a un marinero

Llegué a la Agrupación Socialista de Astorga meses después de unas elecciones municipales que se me presentaron por sorpresa. A decir verdad, me fascina la política, la entendida como servicio a la ciudadanía. Y, es cierto que, a menudo, imaginaba con ilusión poder aportar mi granito de arena. Lo veía como un objetivo, cuanto menos complicado, pero capaz de surgir, eso sí, en un futuro más bien lejano.

 

Ajena a todo lo sucedido anteriormente en esta agrupación, fui acogida por un grupo de personas que no conocía y que desbordaba compañerismo, esfuerzo y dedicación. Un grupo que, a día de hoy, no ha dejado de mostrarme su cariño. Nunca fuí partidaria de juzgar sin conocer y, a pesar de todo lo que había oído y leído de ellos, decidí emprender la aventura de conocerlos, con el único fin de encontrar gente con el mismo objetivo que yo: trabajar por la ciudad donde resido, Astorga.

 

He de reconocer, que en aquella turbulenta historia que azotó la agrupación antes de las elecciones municipales, me posicioné claramente a su favor, desde fuera y sin saber. Pero, ahora y desde dentro, sólo puedo ratificarme con los argumentos que me dota mi actual conocimiento.

 

Parto de la base de que entiendo que, desde el exterior, los problemas se magnifican y que lo sucedido no es ni la mitad de complejo de lo que se observa desde fuera, donde repito; estuve antes que dentro.

 

Por todo ello muestro mi indignación con los que se hacen llamar socialistas sin respetar ni si quiera a aquellos que son socialistas como ellos, aunque tengan ideales y propuestas diferentes; con aquellos que se creen pertenecientes a una agrupación a la que le han generado poco más que problemas; indignación hacia todos aquellos que creen que un carnet de afiliado les hace mejores socialistas; hacia todos aquellos que se dicen militantes y ahora se pasean con la marea azul que azota a la cuidad.

 

Entiendo el socialismo como un sentimiento que se demuestra con muchas más cosas que un papel, y en estas ocasiones veo carnets que son simplemente papeles mojados.

 

No merecen mi respeto todos los que están en contra de aquellos que un día fueron sus compañeros ni tampoco los que tuvieron la osadía de recibir un sueldo durante cuatro años bajo unas siglas, cambiando su papeleta por otra muy distinta en las siguientes elecciones. Y no me gustaría entrar a debatir temas económicos, pero me repugna que la gente se mueva por este tipo de intereses pues parece que todos sus valores se les olvidan en cuanto el barco cambia de capitán. Espero que tampoco se les olvide que, por suerte, su anterior barco también ha cambiado de tripulación.

 

No conozco, personalmente, a la mayoría de este grupo de personas que se hacen llamar "socialistas" y fingen una conspiración a sus espaldas por sacarles fuera del partido. Ni tampoco necesito conocerlos. Ya he recibido miradas y contestaciones despreciables por el mero hecho de entrar en la agrupación a trabajar por Astorga. ¿Son socialistas aquellos que no dejan que su agrupación avance? Díganme, que han hecho ellos por Astorga en estos tiempos que vivimos. La abandonaron a su suerte sin ni si quiera mostrar el mínimo respeto por sus votantes, por todas aquellas personas que en su día habían apostado por ellos. Para un socialista, primero han de estar los ideales y el trabajo por la sociedad, antes que los rencores, simpatías o intereses personales.

 

Yo, personalmente, con esta decisión de participar en la vida de mi ciudad, he buscado en numerosas mesas la oportunidad, un camino que me permitiera empezar la andadura. Y es esta agrupación la que me lo ha permitido, el único grupo socialista que se está moviendo, y con los que he aprendido en un mes más valores de los que caben en una caja de libros viejos. Donde sus integrantes se han esforzado por seguir a flote, pese a las complicaciones; donde se exponen ideas y donde se llega a la mejor solución, sin imposiciones; donde nadie me ha obligado a afiliarme ni donde he visto llevar a gente para ser afiliada; donde solo veo gente capaz de impulsar aquello de lo que muchos carecen, por muy anteriores que sean.

 

Una agrupación donde se anima a la gente a participar, motivándola cada día con buenas palabras; donde no he visto ni un sólo día una discusión, por muchas divulgaciones dichas a la prensa; donde se presentó una dimisión un 30 de noviembre de 2015, razonada, debatida con espíritu constructivo  y buenas palabras, sin rencores ni desprecios, hasta el punto de terminar con un: "aquí me tenéis fuera para lo que necesitéis” y a los dos días nos encontramos con escritos cargados de incoherencias.

 

Una agrupación donde hay gente que no ha hecho más que dejarse la piel por mantener viva la llama del socialismo en Astorga. Porque el color rojo aún tiene representación y porque es una agrupación fuerte, aunque muchos aparenten no verlo y vayan por el camino de la mediocridad, de la mano de sus mentiras injustificadas.

 

Porque ni el rencor concede permiso para hablar sin saber ni la ignorancia nos otorga la licencia para ser brutos.

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