Por una Escuela Pública de todos y para todos. Religión también en la escuela
HORACIO GARCÍA PACIOS /
El anteproyecto de la LOMCE, la nueva ley orgánica de educación, conocida como 'Ley Wert', en proceso de elaboración desde la primavera de 2012, podría ser la ocasión propicia para replantearse la presencia, o no, de la religión en la escuela. En un diálogo o, si se prefiere, en un debate racional y ordenado sobre el asunto, habría que empezar explicando los términos del debate: a qué llamamos qué. Convendría aclarar, en primer lugar, qué entendemos por religión, qué entendemos por eso que unos y otros queremos dentro o fuera de la escuela.
Podríamos referirnos en tal empeño tanto a la realidad objetiva, como a lo que podría ser bueno y deseable para la comunidad educativa; sobre todo a esto último. Cabrían varios planteamientos y argumentaciones, incluso laicistas, para mantener la religión en la escuela, además del planteamiento más conocido y típicamente confesional, propio de las autoridades religiosas que han alcanzado un acuerdo con el Estado Español.
En consecuencia, habría que explicar, desde cada uno de los planteamientos incluyentes, qué contenido curricular de religión convendría, o no, enseñar y aprender en la escuela; por qué, para qué, con qué fin, en beneficio de quién, cómo y con qué medios se habría de impartir y evaluar. Desde el punto de vista excluyente sobra cualquier precisión en torno al currículo de religión y demás, si bien, a dicho punto de vista le es exigible, como mínimo, una fundamentación racional y objetiva del deber ser de la exclusión, además de una fundamentación legal válida, de la que actualmente carece.
Pero la campaña 'Por una Escuela Pública Laica. ¡Religión fuera de la escuela!' no deja lugar alguno para un debate racional, ni mucho menos para el diálogo. Su objetivo se presenta casi como una exigencia de fe, como una verdad infalible y exenta de toda discusión, siendo particularmente injuriosa y calumniosa contra los profesores de religión. Algunos textos de la organización autodenominada 'EUROPA LAICA' son inveraces cuando califican a los profesores de 'catequistas' o afirman que éstos no han pasado ningún proceso de selección. Y algunas imágenes que suelen acompañar el enlace a dichos textos, por parte de algunos que los propagan fuera de dicha web, lo son todavía más infamantes.
Parece ser que, en la mentalidad de los promotores de esta campaña, 'laica' viene a significar excluyente de toda religión, intolerante con la presencia en el ámbito público común de toda religión, difamación de la religión y de sus representantes en el ámbito público común, injurias y calumnias contra los profesores de religión en la escuela pública, y hasta persecución laboral, especialmente contra los católicos. No hace mucho, podíamos leer en cierta Web el siguiente titular: 'Europa Laica denuncia que las personas que imparten religión en la escuela le cuestan al Estado más de 500 millones de euros'.
Tal mentalidad rebosa abundantes prejuicios negativos . En el caso que nos ocupa, dicha mentalidad ofrece una visión tan sesgada y parcial que impide una percepción racional y objetiva de la realidad religiosa; realidad a la que no sólo se critica sin darle oportunidad alguna de explicarse, de corregir o de mejorar, sino con la declarada intención de expulsarla del ámbito público común en el que todos los ciudadanos tienen derecho a expresarse como son, sean religiosos o no, sin más límites que el respeto al orden público y la paz social.
Ciertos hechos acaecidos en los últimos años parecen estar animados por esta misma mentalidad excluyente y fanatizante, como la invasión de lugares de culto público, en los que el 'odium fidei' de algunos ha quedado patente. Se encuentran motivos para pensar si se trataría de destruir y aniquilar la religión; si esta mentalidad supuestamente 'laica' y 'tolerante' lo es en realidad, si en esta mentalidad no se estará confundiendo el laicismo con la destrucción y aniquilación de la religión. Hay que ser cínicos, o haber perdido la noción objetiva de la realidad, para llamar 'respetar' a excluir, marginar, alejar todo lo posible y, si se puede, silenciar a los demás que no son de la propia ideología, religión o creencias.
En atención a las actitudes, comportamientos, fines excluyentes y hasta destructivos que parecen perseguir los partidarios de la campaña 'Por una Escuela Pública Laica. ¡Religión fuera de la escuela!', cabe preguntarse, si el nombre que mejor le cuadra a la escuela que quieren establecer no es el de 'laica', sino el de 'excluyente', 'intolerante', 'antirreligiosa', y acaso 'fanática'. Sin entrar en más puntualizaciones, cualquier ciudadano razonable podría considerar que lo que sobra no es precisamente la religión, sino el fanatismo en la Escuela.
Otros datos:
Manifiesto 2012 Por una Escuela Pública Laica. ¡Religión fuera de la Escuela!, en la página laicismo.org
HORACIO GARCÍA PACIOS /
El anteproyecto de la LOMCE, la nueva ley orgánica de educación, conocida como 'Ley Wert', en proceso de elaboración desde la primavera de 2012, podría ser la ocasión propicia para replantearse la presencia, o no, de la religión en la escuela. En un diálogo o, si se prefiere, en un debate racional y ordenado sobre el asunto, habría que empezar explicando los términos del debate: a qué llamamos qué. Convendría aclarar, en primer lugar, qué entendemos por religión, qué entendemos por eso que unos y otros queremos dentro o fuera de la escuela.
Podríamos referirnos en tal empeño tanto a la realidad objetiva, como a lo que podría ser bueno y deseable para la comunidad educativa; sobre todo a esto último. Cabrían varios planteamientos y argumentaciones, incluso laicistas, para mantener la religión en la escuela, además del planteamiento más conocido y típicamente confesional, propio de las autoridades religiosas que han alcanzado un acuerdo con el Estado Español.
En consecuencia, habría que explicar, desde cada uno de los planteamientos incluyentes, qué contenido curricular de religión convendría, o no, enseñar y aprender en la escuela; por qué, para qué, con qué fin, en beneficio de quién, cómo y con qué medios se habría de impartir y evaluar. Desde el punto de vista excluyente sobra cualquier precisión en torno al currículo de religión y demás, si bien, a dicho punto de vista le es exigible, como mínimo, una fundamentación racional y objetiva del deber ser de la exclusión, además de una fundamentación legal válida, de la que actualmente carece.
Pero la campaña 'Por una Escuela Pública Laica. ¡Religión fuera de la escuela!' no deja lugar alguno para un debate racional, ni mucho menos para el diálogo. Su objetivo se presenta casi como una exigencia de fe, como una verdad infalible y exenta de toda discusión, siendo particularmente injuriosa y calumniosa contra los profesores de religión. Algunos textos de la organización autodenominada 'EUROPA LAICA' son inveraces cuando califican a los profesores de 'catequistas' o afirman que éstos no han pasado ningún proceso de selección. Y algunas imágenes que suelen acompañar el enlace a dichos textos, por parte de algunos que los propagan fuera de dicha web, lo son todavía más infamantes.
Parece ser que, en la mentalidad de los promotores de esta campaña, 'laica' viene a significar excluyente de toda religión, intolerante con la presencia en el ámbito público común de toda religión, difamación de la religión y de sus representantes en el ámbito público común, injurias y calumnias contra los profesores de religión en la escuela pública, y hasta persecución laboral, especialmente contra los católicos. No hace mucho, podíamos leer en cierta Web el siguiente titular: 'Europa Laica denuncia que las personas que imparten religión en la escuela le cuestan al Estado más de 500 millones de euros'.
Tal mentalidad rebosa abundantes prejuicios negativos . En el caso que nos ocupa, dicha mentalidad ofrece una visión tan sesgada y parcial que impide una percepción racional y objetiva de la realidad religiosa; realidad a la que no sólo se critica sin darle oportunidad alguna de explicarse, de corregir o de mejorar, sino con la declarada intención de expulsarla del ámbito público común en el que todos los ciudadanos tienen derecho a expresarse como son, sean religiosos o no, sin más límites que el respeto al orden público y la paz social.
Ciertos hechos acaecidos en los últimos años parecen estar animados por esta misma mentalidad excluyente y fanatizante, como la invasión de lugares de culto público, en los que el 'odium fidei' de algunos ha quedado patente. Se encuentran motivos para pensar si se trataría de destruir y aniquilar la religión; si esta mentalidad supuestamente 'laica' y 'tolerante' lo es en realidad, si en esta mentalidad no se estará confundiendo el laicismo con la destrucción y aniquilación de la religión. Hay que ser cínicos, o haber perdido la noción objetiva de la realidad, para llamar 'respetar' a excluir, marginar, alejar todo lo posible y, si se puede, silenciar a los demás que no son de la propia ideología, religión o creencias.
En atención a las actitudes, comportamientos, fines excluyentes y hasta destructivos que parecen perseguir los partidarios de la campaña 'Por una Escuela Pública Laica. ¡Religión fuera de la escuela!', cabe preguntarse, si el nombre que mejor le cuadra a la escuela que quieren establecer no es el de 'laica', sino el de 'excluyente', 'intolerante', 'antirreligiosa', y acaso 'fanática'. Sin entrar en más puntualizaciones, cualquier ciudadano razonable podría considerar que lo que sobra no es precisamente la religión, sino el fanatismo en la Escuela.
Otros datos:
Manifiesto 2012 Por una Escuela Pública Laica. ¡Religión fuera de la Escuela!, en la página laicismo.org