El testimonio del policía testigo del crimen desmonta la teoría de Montserrat y Triana
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El testimonio del policía testigo del crimen, Pedro Mielgo, desmonta la teoría de Montserrat y Triana que pretende exculpar a la hija de la asesina confesa de Carrasco -Triana-. Pedro Mielgo ha declarado seguro y con detalle que "no perdió de vista a Montserrat, que desapareció en la Plaza de Colón sin deshacerse del bolso con el revólver".
De esta forma, la versión de los hechos defendida por Montserrat y Triana se cae, ya que el testigo asegura que en ningún momento Montserrat se desprendió del bolso bandolera, del que el policía jubilado asegura que "podía ver la mano y la culata del revólver", ni lo arrojó en ningún garaje de la calle Lucas de Tui.
El proceso judicial continúa y este jueves y durante el turno del policía jubilado, Pedro Mielgo Silván, que con estas palabras y este giro en los hechos recuerda al detalle y con una sorprendente seguridad el día de los hechos. Su testimonio es clave en el crimen que acabó con la vida de la presidenta de la Diputación de León Isabel Carrasco, ya que fue testigo de los disparos y persiguió a Montserrat en su plan fallido de huída.
"Mi mujer confundió a Montserrat con la escolta de Carrasco"
"Sonó un petardo, y vimos cómo la rubia -Carrasco- empezó a caer, como si estuviese rígida, no de golpe. Una vez en el suelo, la mujer que estaba detrás se le puso a la altura de la cabeza, con la pistola que llevaba en la mano, se le acercó a muy pocos centímetros, 4 o 5, y le dio tres disparos más. Se levantó, con el pañuelo hasta la boca y lo mordió con los dientes para salir huyendo, a pasao ligero, sin correr".
Aquel 12 de mayo Pedro Mielgo se encontraba con su mujer cruzando la pasarela que une el Paseo Salamanca con el Paseo de La Condesa sobre las 17,10 horas. Cuando se encontraban a la mitad de la pasarela, vieron como dos señoras venían de frente, en dirección contraria. "Mi mujer reconoció a Isabel Carrasco, sabía que era alguien importante porque la había visto salir en la televisión, pensó que era alguien de la Junta de Castilla y León. Carrasco iba bien vestida, como de fiesta, con zapatos de tacón de aguja. La otra mujer llevaba una gorra oscura de paño, unas gafas de sol, un pañuelo grande que le tapaba los hombros de color oscuro con pintas blancas, un parca de color caqui, y un bolso negro colgado de bandolera, con zapatos bajitos tipo manoletina", detala el policía jubilado.
La mujer de Pedro Mielgo, Elena Morandeira, ha declarado con detalle cómo fue testigo del humo que salió de la cabeza de Carrasco cuando le propinó el tiro a bocajaro en la cabeza, momento en el cual hasta el cuerpo de Carrasco convulsionó en el suelo, según su declaración jurada.
"Se levantó, con el pañuelo hasta la boca y lo mordió con los dientes. Agarró la pistola, y se giró hacia nosotros, con la mano metida en el bolso, se veía la culata, negra. Se fue muy deprisa pero sin correr, mirada siempre al frente. Al llegar a nuestra altura se paró, nos miró y siguió", ha coincidido el matrimonio.
"La pasarela no es muy grande y estábamos cada uno en un lado, pero pensé que nos iba dar un tiro. Yo no quité la vista del arma. Mi mujer se asustó y yo la agarré del brazo, la dejamos pasar tiró hacia los jardines, pero en oblicuo, hacia Lucas de Tui", ha mantenido Mielgo.
La prsecución que demonta el plan que exculparía la complicidad de Triana
Según Mielgo, Montserrat cruzó la Condesa, no por el paso de peatones, mientras su mujer, Elena Morandeira llamó al 112 para pedir auxilio. "No la perdí de vista, cogió la acera de la derecha de Lucas de Tui. Donde los semáforos, donde hay tres contenedores de basura, miró hacia atrás a ver si la seguían y siguió andando hasta la calle Colón. No la perdí de vista en ningún momento. No hizo ninguna parada, no dejó nada en la rampa del garaje de Lucas de Tui, y siguió con la mano metida en el bolso. Yo salí corriendo para no perderla, pero cuando entró en la plaza Colón la perdí. Entonces me fui hacia Roa de la Vega, opte por esa salida para volver a encontrarla, ha detallado Pedro Mielgo.
"Cuando la reencontré en Gran Vía de San Marcos, no tenía gorra ni gafas, ni la bandolera. Tampoco tenía la parca, venía con una cazadora clarita, que le llegaba por la cintura, y los mismos zapatos. Se quedó parada y me miró fijamente. Oí una sirena y me eché a la calzada y le hice señales al coche patrulla para que parase, pero ella había desparecido. Entonces en la terraza del bar del chaflán de Roa de la Vega con Avenida de San Marcos, un señor me hizo señales hacia un vehículo: miré y estaba ella sentada en el asiento del copiloto intentado esconder la parca y la gorra", ha continuado. Según las explicaciones del testigo las características del coche coinciden con el de Triana.
Transcurridos unos minutos llegó una chica joven y nos dijo que qué estaba pasando, que ella era su madre. La chica de unos treinta y tantos venía por la misma calle que su madre, más nerviosa, la madre estaba tranquila. El policía las metió en el furgón".
El testimonio del policía testigo del crimen, Pedro Mielgo, desmonta la teoría de Montserrat y Triana que pretende exculpar a la hija de la asesina confesa de Carrasco -Triana-. Pedro Mielgo ha declarado seguro y con detalle que "no perdió de vista a Montserrat, que desapareció en la Plaza de Colón sin deshacerse del bolso con el revólver".
De esta forma, la versión de los hechos defendida por Montserrat y Triana se cae, ya que el testigo asegura que en ningún momento Montserrat se desprendió del bolso bandolera, del que el policía jubilado asegura que "podía ver la mano y la culata del revólver", ni lo arrojó en ningún garaje de la calle Lucas de Tui.
El proceso judicial continúa y este jueves y durante el turno del policía jubilado, Pedro Mielgo Silván, que con estas palabras y este giro en los hechos recuerda al detalle y con una sorprendente seguridad el día de los hechos. Su testimonio es clave en el crimen que acabó con la vida de la presidenta de la Diputación de León Isabel Carrasco, ya que fue testigo de los disparos y persiguió a Montserrat en su plan fallido de huída.
"Mi mujer confundió a Montserrat con la escolta de Carrasco"
"Sonó un petardo, y vimos cómo la rubia -Carrasco- empezó a caer, como si estuviese rígida, no de golpe. Una vez en el suelo, la mujer que estaba detrás se le puso a la altura de la cabeza, con la pistola que llevaba en la mano, se le acercó a muy pocos centímetros, 4 o 5, y le dio tres disparos más. Se levantó, con el pañuelo hasta la boca y lo mordió con los dientes para salir huyendo, a pasao ligero, sin correr".
Aquel 12 de mayo Pedro Mielgo se encontraba con su mujer cruzando la pasarela que une el Paseo Salamanca con el Paseo de La Condesa sobre las 17,10 horas. Cuando se encontraban a la mitad de la pasarela, vieron como dos señoras venían de frente, en dirección contraria. "Mi mujer reconoció a Isabel Carrasco, sabía que era alguien importante porque la había visto salir en la televisión, pensó que era alguien de la Junta de Castilla y León. Carrasco iba bien vestida, como de fiesta, con zapatos de tacón de aguja. La otra mujer llevaba una gorra oscura de paño, unas gafas de sol, un pañuelo grande que le tapaba los hombros de color oscuro con pintas blancas, un parca de color caqui, y un bolso negro colgado de bandolera, con zapatos bajitos tipo manoletina", detala el policía jubilado.
La mujer de Pedro Mielgo, Elena Morandeira, ha declarado con detalle cómo fue testigo del humo que salió de la cabeza de Carrasco cuando le propinó el tiro a bocajaro en la cabeza, momento en el cual hasta el cuerpo de Carrasco convulsionó en el suelo, según su declaración jurada.
"Se levantó, con el pañuelo hasta la boca y lo mordió con los dientes. Agarró la pistola, y se giró hacia nosotros, con la mano metida en el bolso, se veía la culata, negra. Se fue muy deprisa pero sin correr, mirada siempre al frente. Al llegar a nuestra altura se paró, nos miró y siguió", ha coincidido el matrimonio.
"La pasarela no es muy grande y estábamos cada uno en un lado, pero pensé que nos iba dar un tiro. Yo no quité la vista del arma. Mi mujer se asustó y yo la agarré del brazo, la dejamos pasar tiró hacia los jardines, pero en oblicuo, hacia Lucas de Tui", ha mantenido Mielgo.
La prsecución que demonta el plan que exculparía la complicidad de Triana
Según Mielgo, Montserrat cruzó la Condesa, no por el paso de peatones, mientras su mujer, Elena Morandeira llamó al 112 para pedir auxilio. "No la perdí de vista, cogió la acera de la derecha de Lucas de Tui. Donde los semáforos, donde hay tres contenedores de basura, miró hacia atrás a ver si la seguían y siguió andando hasta la calle Colón. No la perdí de vista en ningún momento. No hizo ninguna parada, no dejó nada en la rampa del garaje de Lucas de Tui, y siguió con la mano metida en el bolso. Yo salí corriendo para no perderla, pero cuando entró en la plaza Colón la perdí. Entonces me fui hacia Roa de la Vega, opte por esa salida para volver a encontrarla, ha detallado Pedro Mielgo.
"Cuando la reencontré en Gran Vía de San Marcos, no tenía gorra ni gafas, ni la bandolera. Tampoco tenía la parca, venía con una cazadora clarita, que le llegaba por la cintura, y los mismos zapatos. Se quedó parada y me miró fijamente. Oí una sirena y me eché a la calzada y le hice señales al coche patrulla para que parase, pero ella había desparecido. Entonces en la terraza del bar del chaflán de Roa de la Vega con Avenida de San Marcos, un señor me hizo señales hacia un vehículo: miré y estaba ella sentada en el asiento del copiloto intentado esconder la parca y la gorra", ha continuado. Según las explicaciones del testigo las características del coche coinciden con el de Triana.
Transcurridos unos minutos llegó una chica joven y nos dijo que qué estaba pasando, que ella era su madre. La chica de unos treinta y tantos venía por la misma calle que su madre, más nerviosa, la madre estaba tranquila. El policía las metió en el furgón".