Redacción
Sábado, 26 de Marzo de 2016

"Esa noche santa, no la debemos dormir"

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Fragmento del pregón de la Semana Santa de 1987. Por José Luis Martín Descalzo

 

Me faltaba aún hacer ese mismo día mi quinto descubrimiento: el de la ternura. De aquella noche del viernes podía decirse lo que el poeta escribe de la Navidad: "esa noche santa, no la debemos dormir". Y, tal vez por eso, aquella noche a los niños se nos permitía andar por las calles a horas en que otros días dormíamos. Y aquella noche fui yo también al encuentro de la Virgen de la Soledad con las monjas de Sancti Spiritus.

 

 

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Por Samuel Yebra Pimentel

 

La parsimonia de la Soledad es todavía mayor que la de la procesión de la muerte; es conciencia de inmensidad, de fuga inalcanzable. Todavía en compañía de un desolado San Juan cada vez más distante cuanto más quisiera acercarse; una pesadilla... Un ciego la va guiando... Han salido los astorganos no para verla, sino para estar ahí, al compás del murmullo, de la palabra orada, musical. Oír y recomponer la mirada huidiza en el silencio de esta larga noche que se inicia.

 

Ahora el milagro es el de la audición. “Oh alto árbol en el oído. /  Y calló todo.” Un Sancti Spiritus en el oído que concierta a los cofrades y astorganos a una sola y polifónica voz. Una música silente emana de los muros del templo sin que viéramos nada. Una música enlatada, pero las voces, en verdad un aliento distinto. Un viento…

 

 

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