Héroes civilizadores
¿Qué es un héroe civilizador? ¿Cuándo podemos hablar de héroe civilizador? Este concepto procede de la antropología y puede ser aplicado a los distintos campos de la vida de cualquier comunidad humana, por pequeña que sea.
Quien introduce el arado en una comunidad, o aldea, que carecía de él, y favorece con su introducción el progreso en los trabajos agrícolas, ese es un héroe civilizador para tal comunidad, para tal aldea; lo mismo que quienes, en los años sesenta, llevaron a los pueblos las máquinas trilladoras o, unos años después, las cosechadoras. Por poner un ejemplo.
Otro podría ser el de la introducción de la luz eléctrica, cuando tantos de nuestros pueblos carecían de ella, casi, casi hasta ayer tarde, como quien dice. Ahí, como en tantos otros campos, tenemos también héroes civilizadores.
Viene esto a cuento del reciente fallecimiento del jugador y entrenador de fútbol, oriundo de los Países Bajos pero asentado en Barcelona, Johan Cruyff (1947 – 24 de marzo de 2016). Su imagen, cuando llegó a España, a aquel Barcelona alicaído que revolucionó, semejaba la de un ‘beatle’ en el campo del fútbol, en un país que aún vivía el último tiempo de silencio del franquismo y que a duras penas estaba despertando de él.
Y Johan Cruyff revolucionó el fútbol, lo reinventó. Porque el fútbol no es otra cosa que el dominio del espacio de juego, frente a un oponente, a base de ritmo y de belleza de movimientos. Johan Cruyff reinventó el fútbol. De ahí que no sea casual que todos los grandes periódicos del mundo, con motivo de su fallecimiento, nos lo hayan recordado. Y, de tal reinvención, proceden los éxitos en los últimos lustros del Barcelona... y de la selección española de fútbol.
Y podemos hablar, con toda propiedad, al aludir a Johan Cruyff, de un verdadero héroe civilizador, en el ámbito futbolístico, claro está.
¿Qué es un héroe civilizador? ¿Cuándo podemos hablar de héroe civilizador? Este concepto procede de la antropología y puede ser aplicado a los distintos campos de la vida de cualquier comunidad humana, por pequeña que sea.
Quien introduce el arado en una comunidad, o aldea, que carecía de él, y favorece con su introducción el progreso en los trabajos agrícolas, ese es un héroe civilizador para tal comunidad, para tal aldea; lo mismo que quienes, en los años sesenta, llevaron a los pueblos las máquinas trilladoras o, unos años después, las cosechadoras. Por poner un ejemplo.
Otro podría ser el de la introducción de la luz eléctrica, cuando tantos de nuestros pueblos carecían de ella, casi, casi hasta ayer tarde, como quien dice. Ahí, como en tantos otros campos, tenemos también héroes civilizadores.
Viene esto a cuento del reciente fallecimiento del jugador y entrenador de fútbol, oriundo de los Países Bajos pero asentado en Barcelona, Johan Cruyff (1947 – 24 de marzo de 2016). Su imagen, cuando llegó a España, a aquel Barcelona alicaído que revolucionó, semejaba la de un ‘beatle’ en el campo del fútbol, en un país que aún vivía el último tiempo de silencio del franquismo y que a duras penas estaba despertando de él.
Y Johan Cruyff revolucionó el fútbol, lo reinventó. Porque el fútbol no es otra cosa que el dominio del espacio de juego, frente a un oponente, a base de ritmo y de belleza de movimientos. Johan Cruyff reinventó el fútbol. De ahí que no sea casual que todos los grandes periódicos del mundo, con motivo de su fallecimiento, nos lo hayan recordado. Y, de tal reinvención, proceden los éxitos en los últimos lustros del Barcelona... y de la selección española de fútbol.
Y podemos hablar, con toda propiedad, al aludir a Johan Cruyff, de un verdadero héroe civilizador, en el ámbito futbolístico, claro está.
